Kamigami No Basket

Hestia

-...Es...—Suspiró pesadamente—...Mi "hermana" mayor...—Se dió vuelta y miró el lugar por el que se había marchado—...Hestia.

-...Hestia...—Murmuró Ryo, viendo el mismo lugar que el peli-celeste—...¿Porqué está tan enojado?

-...También quisiera saberlo...—Una gota de sudor se deslizó por su frente—...Por cierto ¿Te lastimó, Sakurai-Kun?

-...N-No...—Negó de inmediato—...Solo me dejó sin aire unos minutos...—Rió nervioso.

-...Menos mal...—Suspiró antes de alarmarse por el agudo grito que se escuchó en el templo cercano. El templo de Artemisa—...Por Zeus, ya se encontraron...—Rascó su cabeza, empezando a estresarse.

Quizás hubiese sido mejor permanecer en su templo marino.

Quizás.

-...¿Kuroko-San? —Le miró, confundido.

-...No es nada, descuida...—Le restó interés y lo instó a seguirlo al interior del templo.

Por ahora, no quería intervenir en ese reencuentro.

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Las lágrimas que brotaban de sus ojos color humo, eran lamidas cariñosamente por su pareja, quien se movía lento contra él, yendo más y más profundo en su interior. Quien le hubiera dicho a Chihiro que, nada más llegar al templo que compartía con su esposo, este arremetería hacia él con mucha pasión contenida.

En solo cuestión de segundos ya estaba siendo penetrado con fogosidad.

Kotarou le había extrañado mucho. No hubo noche en que no pensara en él y nada más verlo ahí, no pudo contenerse.

Tenerlo bajo su cuerpo, gimiendo por él, sintiendo su amor. Era sin duda lo mejor que había en el universo.

-...Hermes-San, soy yo, Hest- —Detuvo su hablar al verlos a ambos, en el reluciente piso del templo, desnudos y haciendo cosas que él sabía, eran íntimas. Su rostro se encendió rápidamente y se dió vuelta rehuyéndoles—...Y-Yo...Creo que vine en un m-mal momento...—Tragó duro—...¡Vendré más tarde! —Exclamó y se fué corriendo.

Chihiro estaba abochornado como nunca lo había estado. Ser encontrado en esa situación. Bueno, ellos se lo buscaron por estar haciendo esas cosas en el área en donde recibían las visitas.

-...¿Ese quién era? —Gruñó.

Mala señal para el albino.

-...No lo sé...—Dijo. El rubio volvió a gruñir, notando el leve tambaleo en su voz.

Kotarou frunció el ceño, profundamente, y reanudó sus movimientos, esta vez más duro, más profundo. Su enojo estaba en cada sacudida de cadera, en cada caricia, en cada beso.

Y a Chihiro le encantó esa faceta agresiva.

Pensó que su esposo era un Dios pasivo, pero vaya sorpresa le estaba dando.

Uff...

Lo disfrutaría antes de bajarle el endado con la explicación de todo.

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Hestia, Fukui Kensuke, estaba echándose aire a la cara con sus manos, tratando de quitar lo sulfurado de su rostro.

Obviamente, no parecía estar funcionando.

-...¿Pasó algo, Ken-Chan? —Preguntó el rubio, mirándole, curioso—...Estás rojo.

-...No, nada...—Negó, con una sonrisa nerviosa.