Kamigami No Basket

Váli

Advertencia: Este capítulo contiene zoofilia. Así es, Zoofilia. Aunque solo es un poco. Si no te agradan este tipo de cosas, te recomiendo no leer; pero si eres antisistema y rompes las reglas, continúa (͡° ͜ʖ ͡°)

El oriental y el griego caminaban por la espesa nieve, tratando de llegar a la zona en la que había tenido una falla el mar y por la que los había enviado el griego peli-celeste.

Pequeños trozos de hielo colgaban de sus cabellos, mientras se esforzaban por ver a dónde se dirigían, la nieve había hecho una especie de capa de humo y la visibilidad disminuyó abruptamente.

-...Esto se está poniendo difícil...-Murmuró Hyuuga, deteniéndose un momento, mirando a todos lados-...Creo que se avecina una tormenta, será mejor refugiarnos...-Le dijo al griego, quien tan solo asintió rápidamente.

Ambos caminaron y caminaron, mas la bruma no parecía tener fin, confundiendo al menor. Hyuuga entrecerró la mirada, deteniéndose de golpe, ocasionando que el albino cayera de cara en la nieve. Entre toda aquella bruma, había creído ver un manchón oscuro, que los rodeaba como si estuviera acechándolos. Entró en alerta y cargó al albino, dobló las rodillas y dió un gran salto que hizo ver lo que provocaba aquella bruma.

Habían al menos cuatro enormes lobos, corriendo en círculos, justo en donde se encontraban ellos. Chasqueó la lengua y salió de donde los tenían atrapados, notando que todo estaba tan claro como cuando habían llegado, así que esas bestias debieron haberlos perseguido desde hace un buen rato.

Se maldijo mentalmente por no darse cuenta antes.

Al notar que sus presas ya no estaban dentro de la trampa, los lobos que corrían se detuvieron y mantuvieron su vista fija en ambos. Hyuuga estaba acorralado. El griego estaba casi congelado y si se daba una pelea, dejarlo de lado significaría su muerte.

¡¿Qué podría hacer?!

-...Cuando estés en peligro en campo abierto, busca lugares escalpados como un acantilado o algo así...-Escuchó una voz en su mente. Una que creía conocer-...Eres ágil. Mientras tus enemigos se distraen subiendo, tú ya estarás lejos de ahí.

No sabía de quien era aquella voz, pero agradecía el consejo. De reojo, miró a todos lados, hasta encontrar unas formaciones rocosas que le darían algo de ventaja. Miró nuevamente al frente, notando que los lobos estaban cada vez más cerca. Sonrió ladino y colocó al griego en su hombro, para seguidamente correr hacia aquello. Los lobos inmediatamente se lanzaron a perseguirlo, siendo observados por su Alfa, quien ya había descifrado lo que sucedería y había comenzado a correr hacia donde el pelinegro acabaría.

Hyuuga saltó sobre cada formación rocosa, llegando a la parte de arriba de un arco de sólido hielo. Sonriendo victorioso, miró a los lobos que trataban de buscar una ruta para subir, en vano.

Se dió vuelta, dispuesto a largarse, mas fué tacleado por un lobo que no había visto antes.

Tenía una melena gris oscura, casi como la de un león. Su hocico estaba justo sobre su rostro, exhalándole su caliente aliento a la vez que dejaba caer un poco de saliva, al mostrar sus colmillos. Sus ojos temblaron ante lo que sería su final.

Jamás pensó que sería así.

Sin embargo...

De la nieve emergió otro gran lobo, de pelaje corto castaño. Este se avalanzó sobre el lobo gris oscuro y se gruñeron entre sí, retándose. Se miraban fijamente a la vez que caminaban en círculos con él en medio.

Solo él.

Alarmado, miró a todos lados, hasta que pudo vislumbrar la cabellera platinada a varios metros de él. Solo debía esquivar a los lobos e ir tras su compañero, mas cuando estaba a punto de hacerlo, más lobos aparecieron, rodeándolos totalmente. Chihiro, después de reaccionar, se ocultó bajo un montículo de hielo que estaba cubierto de nieve, mientras miraba al oriental, temeroso y preocupado.