Hermoso

949 101 13
                                    

Ryo vió partir al pelinegro, con una sonrisa. Posó su mirada en los dos hombres que yacían desmayados en el suelo y rió un poco. Menuda situación la que se habían encontrado.

Miró a todas partes y con cuidado, llevó ambos cuerpos hasta la sombra de los árboles más cercanos, cabe decir que demoró unos minutos en trasladarlos, pues ambos pesaban por su complexión muscular. Suspiró cuando ambos se encontraban en la sombra.

Sonrió un poco, y recogiendo algo de su túnica, se sentó sobre el suave césped y recostó su espalda al tronco del árbol tras de sí.

Suspiró sonriente, haciendo que un par de aves llegaran hasta él y comenzaran a deleitarlo con su hermoso cantar.

Cerró los ojos disfrutando de las avecillas y su trinar, hasta que entreabrió sus labios y comenzó a cantar.

-...Two souls now dancing to the music of their dreams, Baldr and Iduna hand in hand they walk through Hel...—Tomó un poco de aire para poder continuar.

Aomine lentamente fué abriendo sus ojos. Oír aquella dulce voz hizo que no solo recuperara la conciencia, sino que también sonriera sin querer hacerlo en realidad.

Era...

Era una voz mágica. Especial y hermosa, que hacía sentir su cuerpo en las nubes. Bueno, era algo irónico pues ellos vivían sobre las nubes, pero por más estúpido que pareciese, así se sentía ahora.

Giró sobre sí y apoyó su rostro sobre sus manos, mientras sus piernas se elevaban y se movían de un lado al otro, como cuando un niño oía una historia alucinante.

-...Tan hermoso...—Murmuró quedito. Tan bajito que el nórdico ni cuenta se dió.

-... Blinded by cruel darkness they can't see what is around dazzled by their feelings they don't hear the chaos scream...—Su semblante se tornó levemente triste.

-...¿Eh? —Aomine parpadeó un par de veces, confundido. Pese a que no entendía el idioma nórdico* mucho, podía sentir la leve tristeza que causó en el menor.

-...Two souls embraced by eternity brought together by a cruel destiny now they'll live 'til the end of time in the realm of the death-queen...—Pequeñas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, lo que hizo que Aomine se acercara de inmediato y las limpiara con cuidado.

Ryo estaba sorprendido. Las avecillas, al ver al moreno, huyeron inmediatamente. Aquello no le importó al griego, él solo quería ver al nórdico sonreír.

-...No llores...Todo está bien...Shhhh...—Lo acunó en su pecho y lo meció como si se tratase de un infante. Ryo se sonrojó e intentó apartarse, pero el moreno no lo dejaba.

Se sentía tan incómodo. No estaba acostumbrado a que otro Dios se tomara esa libertad. Y pese a que no había nada -que el supiera- que le hiciera daño, en el mundo, temía. Sí, tenía miedo.

-...A-Aomine-San...—Tartamudeó.

-...Ya no estás llorando ¿Ya te sientes mejor? —Preguntó serio, registrándolo con la mirada.

Ese niño podía hacerle competencia a Himuro, y de seguro le ganaría. Era realmente lindo. Muy hermoso.

-...N-No es nada...S-Solo es...Emmmm...—No sabía que decir. Ni siquiera él sabía porqué lloraba cada vez que cantaba aquello—...Solo...Solo fué el momento...—Le regaló una pequeña sonrisa.

Aomine suspiró aliviado ante el gesto y le miró atentamente. Los grandes ojos verdes le miraban fijamente, esperando cualquier cosa. Su cuerpo sintió un agradable cosquilleo y lentamente, cuidando de no asustarlo, fué acercándose a su rostro. Ryo sintió su corazón comenzar a latir con fuerza al verlo hacer aquello.

Kamigami No BasketDonde viven las historias. Descúbrelo ahora