Kamigami No Basket

¿Seduciéndolo?

-...Disculpen...—Llamó el pelinegro—...Hay mucho trabajo que hacer...

Kagami sintió que la mandívula se le desprendió, por la impresión.

Era...¡Era!

-...¡Medusa! —Tapó su rostro con el resplandeciente escudo que descansaba en su espalda—...Dioses, debiste haberme advertido que se encontraba aquí ¡Pudo haberme convertido en piedra!

-...Emmmm...No...—Negó varias veces—...Buenos días, Imayoshi-San...—Saludó.

-...Kuroko-Sama ¿Quién es este hombre? —Preguntó, enarcando una ceja.

-...Ah, es Ares. Al parecer padre lo ayudó hace unos años. No le prestes atención...—Dijo y pasó al lado del pelinegro—...Ares-Kun, Imayoshi-San no te connvertirá en piedra.

-...¿Cómo sé que no mientes? —Kuroko frunció el ceño, ofendido.

-...Sus ojos siempre permanecen cerrados...—Informó, haciendo que el pelirrojo saliera de su escondite—...Además, tiene esas cosas que padre le envió...—Con sus manos hizo la forma de aquello que descansaba en el rostro ajeno—...¿Cómo dijo que se llamaban?

-...Lentes...—Recordó, Kuroko asintió—...No se preocupe por ser piedra. Usted no se vería bien en el patio real...—Sonrió ladino, haciendo que el oji-rojo tragara saliva—...Ahora, Kuroko-Sama, hay raros sucesos que se encuentran cambiando las mareas en el límite oeste. Sugiero una investigación.

-...¿Hiciste un aviso al señor marino de la zona? —Preguntó mientras caminaban por los largos y algo oscuros pasillos del lugar.

-...Lamentablemente, no he podido hacer contacto con Susanoo-Sama...—Negó. Kuroko chistó molesto y pasó una mano por su cabello.

-...¿Porqué no le pides a tu hermano que lo contacte? —Dijo Kagami, mientras ayudaba al pelinegro a abrir las pesadas cortinas que se encontraban en el camino—...Tengo entendido que su deber es conocer a todos los dioses para sus entregas ¿No?

-...Con Chihiro-Nii...—Murmuró, pensando un poco—...De acuerdo, haré el pedido a Hermes-San y contactaremos al señor marino del oeste...—Asintió decidido—...Gracias, Ares-Kun.

-...Llámame Kagami...—Pidió con una gran sonrisa—...Aunque me encantaría que me llamaras Taiga...—Pensó.

-...Bien, Kagami-Kun, ya que te encuentras aquí ¿Te gustaría dar un paseo por el templo? —Ofreció, su nula expresión le daba cierto escalofrío a Taiga, pero prefería no fijarse en ello.

-...De acuerdo...—Asintió y volvió a sonreír, siguiendo al peli-celeste.

-...¡Ah! Imayoshi-San...—El pelinegro volteó hacia ellos—...Se acerca el día en que tu pareja y tú se enlazaron ¿Verdad? —El contrario asintió lentamente—...Bien, tómate un par de días y prepárale algo lindo ¿Okey? Sorpréndelo...—Le sonrió, a penas una pequeña sonrisa, pero era linda.

-...E-Está bien...—Asintió—...¿Puedo tomar algo de coral cristal del mar del sur? —Preguntó, haciendo una pequeña reverencia.

-...Por supuesto...—Asintió a su pedido—...Solo procura que ningún trozo llegue a orillas del mar.

-...Cuente con ello...—Sonrió levemente—...Nos vemos...—Se despidió y saltó por una ventana, directo al océano que los rodeaba.

-...Aún me sorprende como es que el agua se suspende a unos metros del palacio...—Murmuró y estiró una mano, tocando el agua a su alrededor.

Tan extraño y extraordinario a la vez.

-...Ni yo lo sé...Padre decía que era porque estamos en el centro del mundo...—Suspiró y siguió su camino—...Tal vez por eso arriba se encuentre el olimpo y debajo el inframundo.