Aislado

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Hyuga gemía suave, abrazando fuertemente la espalda del hombre que se movía rápidamente entre sus piernas, causándole múltiples estremecimientos placenteros. Estaba a nada de llegar al orgasmo, solo un poco más...

Un poco más...

-...Junpei...Junpei...—Su velocidad aumentó, gruñía a su oído hasta que finalmente anudó otra vez y liberó grandes chorros de esperma en él. El pelinegro podía ya moverse más, mas no era suficiente aún. Observó el palpitante miembro de su amado y lo tomó, ayudándolo a llegar.

Hyuuga, gimió y cerró los ojos. Solo bastaron un par de movimientos para que el orgasmo lo azotara y se viniera en la mano ajena. Aún se sentía extraño estar atorado con el lobo, pero al menos su cuerpo estaba dejando de doler. Miró su vientre, en donde sobresalía un bulto grande. No sabía si era la punta del pene del castaño o si era por la cantidad de semen que estaba derramando en él.

Ya nada importaba. Solo quería calor. Quería recuperar la movilidad de su cuerpo y que ya no doliese más.

No supo cuanto tiempo estuvieron follando, pero duró hasta que el calor fué demasiado y sintió que se derretiría. Quería que se detuviese, pero también estaba muy agotado como para hacer algo al respecto, así que dejó que siguiese hasta que él mismo se agotó. Estaba a nada de vomitar semen. No esperaba que pudiese tener tanto acumulado, era sorprendente.

-...Teppei...

-...No me dejes...—Le oyó murmurar, casi chillar—...No te vayas. Quédate conmigo...Junpei...

-...Yo...—Susurró y dió bienvenida a la inconsciencia.

🌊🌊🌊🌊🌊🌊🌊🌊🌊🌊

Kuroko era un chico catalogado por ser tranquilo, por tomarse todo el tiempo de Kronos para pensar bien las cosas y encontrar una buena solución a cualquier problema.

Sin embargo...

-...¡Ahhhhhh! ¡Me rindoooo! —Exclamó el moreno, casi llorando, tratando de mantenerse elevado para que aquellos tiburones hambrientos no le mordieran el culo—...¡Tetsu! ¡Perdóname!

-...Creo que está siendo un tanto cruel, Kuroko-San...—Una gota de sudor se deslizó por la frente del albino, quien observaba aquello.

-...Sakurai-Kun, hay que mantener las malas hierbas a raya ¿Sabes? —Mencionó, elevando el nivel del agua en el que se encontraban los animales, haciendo chillar más al moreno—...No solo quiero una disculpa. Quiero que vaya y retire lo que colocó en mi templo.

-...¿Pero no podías simplemente pedírselo? —Suspiró y negó varias veces.

-...Si lo hiciera, no tendría gracia...—Sonrió de lado, divertido con todo—...No soy un Dios benevolente ¿O sí, Aomine-Kun?

-...¡Lo haré! ¡Las quitaré! —Exclamó, derramando una lagrimilla, entrando en pánico.

-...Así me gusta...—Asintió varias veces y retiró el agua junto a los tiburones. Inmediatamente el moreno salió disparado al templo del peli-celeste a cumplirle, antes de que empeorara la situación más de lo que ya estaba—...¿Ves, Sakurai-Kun? Hablando se soluciona todo...—Le sonrió, inocente.

-...Ajá...Hablando...—Rodó los ojos y miró el lugar—...Huele bien...—Olfateó, sonrojando sus mejillas.

-...No aspires mucho...—Advirtió—...El licor de Aomine-Kun tiene diferentes efectos en humanos y en Dioses...¿Sakurai-Kun? —Parpadeó un par de veces al perderlo de vista—...Oh no...—Rápidamente se adentró en el templo. Estaba oscuro y sabía de antemano que el lugar estaba muy protegido, ya que el licor de Dionisio era algo muy codiciado por todos—...Sakurai-Kun...—Murmuró, entrecerrando la mirada, tratando de encontrarlo entre la oscuridad.

Kamigami No BasketDonde viven las historias. Descúbrelo ahora