29| A tú casa...

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Jaden Hossler

—¿No puedo verla? –pregunto desesperado–

La señora de la recepción me mira con lastima por décima vez y niega con la cabeza.

—Lo siento jovencito, pero debes esperar –vuelve a repetirme de nuevo–

Bufo cansado y asiento.

Camino con pereza hacia los asientos de la sala de espera y me siento sonoramente. Haciendo que Avani y Anthony me den una mirada.

—Deberías ir a descansar un poco –Avani me regaña–

La ignoro para no empezar una discusión.

Hace más de una hora y media que ingresamos a Liv al hospital y todavía no sabemos nada de ella.
Ni siquiera sabemos que doctor está con ella. Tampoco nos dijieron si el que ella tiene estaba, solo nos repitieron "deben esperar" una y otra vez.

Avani y Anthony, están esperando desde que fueron a la segunda vez y les dijieron lo mismo que a mí.
Solo que ellos si hacen caso.

Todavía tengo el hoddie con olor a nicotina. Empezando a odiar el olor me lo saco por la cabeza. Después de todo sigo pensando que quizás pudo haberle hecho mal el olor.

—Voy a... –antes de continuar, Avani me interrumpe–

—Dijieron que hay que esperar –repite cansada–

Le pongo mala cara y me levanto de la silla, volviendo a agarrar mi hoddie.

—Solo voy a ir afuera –mascullo cansado–

Avani me hace recordar mucho a mi mamá.
Igual de mandonas e inteligentes, es como si supieran todo lo que se me cruza por la cabeza.

Camino entre los pasillos y salgo del hospital. Enseguida el viento pega contra mi cuerpo, haciendo que se me paren los pelos de punta.

Vuelvo a ponerme el hoddie porque no quiero resfriarme, y también para no aguantarme que Avani tenga que regañarme como lo hace siempre.

Saco la cajetilla de cigarrillos, y me prendo uno. Enseguida que me lo pongo en los labios e inhalo el humo, un alivio se espande por mi pecho.

No hace mucho que empecé a fumar, cada vez que estoy estresado o ansioso. Desde que Liv volvió a decaer, un señor en el bar que voy cada noche me ofreció una caja, y se la acepte.
Desde entonces no dejo de fumar cada vez que tengo la oportunidad.

Y maldigo por eso. Olivia no tenía que saberlo, cada vez que me iba a la terraza para hacerlo, volvía y me duchaba antes de ir a dormir con ella.
Por la discusión de hace unas horas, pensé que solo se iría a dormír y yo volver cuando ella esté durmiendo.

—Deberías dejar de hacerlo –escucho la voz de Anthony a mis espaldas–

Le doy otra calada y expulso el humo.

—Debería...–repito, sin mirarlo– pero en estos momentos es lo único que me relaja –murmuro–

Siento su mirada de reojo. Sin embargo, no dice nada y se lo agradezco mentalmente.

𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏 | #𝐑¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora