𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏 | #𝐑¹

31| Madison

Jaden Hossler

Un dolor punzante, proveniente de mi cabeza, hace que me levante de malhumor.

Apenas abrir los ojos, no sé dónde estoy.
Las paredes rosas, cuadros infantiles por todos lados y si miro hacia el suelo, está lleno de juguetes.

¿Dónde mierda estoy?

Bostezo y me arrepiento de ello enseguida, cuando una ola de algo invade mi estómago. Lo primero que hago es correr hacia una de las puertas que supongo que es el baño.
Y estoy en lo correcto cuando veo el inodoro dispuesto para que lo vomite.

—Eso suena feo, eh –una voz femenina, habla a mis espaldas–

Me giro hacia ella, y la reconozco tras detallarla unos segundos. Es la chica del bar.
Antes de que mi mente se quedara en negro, recuerdo haber entrado con ella al baño.

Mierda y más mierda.

—¿Nos acostamos? –pregunto rogando a que su respuesta sea un no–

Ella ríe, y me tiende una botella de agua, que se la acepto porque muero de sed.

—No –responde y suspiro aliviado– casi lo hacemos, pero en el momento en el que te pusiste a llorar, sabía que no era el momento –explica y enseguida abro los ojos–

¿Lloré?¿Delante de una desconocida? Que estúpido debo verme ahora.

—¿Dónde estoy? –pregunto levantándome del suelo, para poder enjuagarme la boca–

En el momento que levanto la vista, veo mi reflejo en el espejo. Mi lamentablemente reflejo.
Tengo ojeras, la piel pálida y los ojos rojos.
Mi ropa está hecha un desastre, arrugada y manchada por lo que supongo que debe ser el alcohol de anoche.

La chica, tira la cadena y se acerca a mí, con un conjunto de ropa.

—En mi casa. Estabas tan borracho que no podía dejarte solo, así que con un poco de ayuda te traje –responde con una sonrisa amable– podés bañarte y bajar a desayunar, después tenés la libertad de irte –explica–

Asiento algo confundido también, y acepto la ropa que me tiende.

—Es de mi hermano, hace mucho que no pasa por acá así que no hay problema en que lo uses –ríe divertida–

Sonrio para no parecer descortés y cuando comienzo a devestirme, ella cierra la puerta diciendo que se va a la cocina.

Entro a la ducha con el dolor insoportable, y comienzo a ducharme. Minutos después ya estoy limpio y con un poco menos de dolor.
La ropa me queda bien, al menos eso creo. Y vuelvo a usar el hoddie que está encima de la cama que es el que usé anoche. Cuando ya estoy listo, bajo las escaleras y algo confundido, entro a la cocina.

La chica rubia está al lado de un taburete con una bebé en brazos, mientras intenta ponerla en su silleta.
Cuando entro, me mira y sonríe de lado, antes de dejar a la bebé y agarrar un plato con comida.

—No te queda nada mal –comenta, señalando la ropa con la cabeza–

Sonrio algo incómodo y asiento. Todavía me siento fuera de lugar acá. No recuerdo ni la mitad de lo que hice después de entrar a aquel baño en el bar.