🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 17

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ZURI

Una punzada de incomodidad se filtraba en mi pecho por la mirada que recibía de todos los estudiantes que transitaban por estos pasillos. Quería tener una capa de invisibilidad e irme lejos para que dejen de verme de esa manera tan extraña.

Jamás me acostumbrare a ser el foco de atención. El nuevo enigma que apareció repentinamente.

Los rumores que oía tampoco me ayudaban mucho, cada día había algo nuevo. Crecían como la espuma y se expandían por cada rincón de la escuela.

Escuchaba cosas como:

"Zuri es una perra."

"Juega con dos a la vez."

"Que le ven a esa fea."

"No tiene ni cara ni cuerpo, como es posible que tenga a los dos hombres más poderosos de la escuela a sus pies."

Sin contar con los otros comentarios que llegaban a ser muy despectivos y por más que les hiciera de oídos sordos me llegaban a herir, pero me encargaba de no demostrarlo. Tenía que mantener el mentón en alto a pesar de todo.

Ellos no son nada.

Asentí para mí misma, repitiéndome eso mentalmente y continúe el camino hasta llegar a mi taquilla. En el interior guarde los cuadernos que tenía en la mochila y en el brazo, ya no los necesitaría hasta mañana.

Las clases habían finalizado el día de hoy y tengo la dicha de decir que Adán mantuvo sus distancias conmigo, me saludo un par de veces cuando nos encontramos, pero yo no le devolvía los saludos. Al contrario, seguía de largo.

Temía que tratará de vengarse por lo que sucedió en el salón de cálculo, pero no sucedió. En cambio, Jerome se me acercaba cada vez más.

Me retuvo un par de veces en los recesos para preguntarme como me encontraba, si había alguna clase en la que necesitaría ayuda y por supuesto, que a él si le respondía. El pelirrojo me caía bien.

Claro que si me indigno solo un poco cuando me "aconsejo" que me alejará de su amigo el idiota, porque el no es bueno y lo típico que escuchas de un playboy.

Como si fuera mi culpa.

Si supiera que quién no puede mantenerse alejado de mí es él, irónicamente.

Guardo el ultimo cuaderno que pertenece a ciencias y me congelo con la mano puesta en la rendija, cuando escucho un par de voces acercándose a mi dirección.

-Clarisa vente conmigo a casa, mañana — ese era Avenel usando su tono seductor.

-Lárgate de mí vista — dictamino la rubia.

Mojé mis labios que traía resecos y con disimulo giré solo un poco la cabeza a la derecha donde ellos estaban. Se habían detenido justo a unos metros de mi taquilla.

Tragué con un sabor amargo recorriéndome la garganta, cuando visualicé a Clarissa recostada en la pared sujetando los hombros de Adán, y este, tenía ambos brazos puestos a los lados laterales de su cabeza.

Si sabían que yo los estaba viendo, no le dieron importancia.

Él no le daba.

-Pensé que habíamos quedado en que irías — Adán enarco una ceja, chocando su nariz con la de la rubia, que era respingada.

Bonita.

-Falta para mañana — el disgusto en la voz de Clarisa era muy obvia. Se notaba que odiaba su cercanía, el ceño fruncido la delataba.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora