🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 28

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ADÁN

La simple imagen del amanecer colándose en mi ventanal, me hizo cerrar los ojos. Estaba cansado, los parpados me pesaban y el zumbido en mis oídos me distraía del extenso monologo que decía Sebastián.

Él sostenía una lata de Coca–Cola que yo le ofrecí a regañadientes, porque según él, tenía la garganta seca y necesitaba refrescarla.

No necesitaba ser un genio para saber la razón por la que tenía la garganta reseca, ya que este imbécil mucho cotorreaba.

Quería que se calle.

Ramsés se había ido hace bastantes horas, y ya estaba decidido que formaría parte del plan que estábamos tramando. Yo sugerí que sea una carnada, pero Zuri se opuso. A lo que Sebastián dijo: "Para que sea justo, Ramsés será solo un guardia más. No hay de qué preocuparse Zuri".

Tocándome los cojones, por su puesto.

Hablando de la endemoniada mujer de pequeñas medias sexys, no se tomo nada bien la revelación que le hicimos de Jerome. Le tuvimos que decir los hechos. Que el mismo pelirrojo del que ella confiaba, le había revelado sus datos a la organización.

Y que ahora estaba prófugo, no había señales de él por ningún lado.

Zuri mostro un rostro decepcionado al oírnos y eso me hizo sentir tan molesto. Ella no merecía que otro cabrón la dañe nuevamente.

En este instante, dormía en el sofá más grande, que contaba con tres cojines acolchonados. Zuri no resistió mucho tiempo despierta oyendo la charla que manteníamos con su amiguito el imbécil, y cayo rendida al sueño. Una cobija de algodón que teníamos cerca, cubría su cuerpo. Conservando su temperatura.

Se la tuve que poner para que nadie más la vea durmiendo semi desnuda y no pasará frío.

-Es suficiente por hoy — expuse irritado, abriendo la mitad de mis ojos — hemos planeado y conversado ¡toda la maldita noche!

Decidido a finalizar esta repetitiva conversación, abandoné la sala de estar y fui a la cocina. Sebastián me siguió por detrás, sosteniendo un satisfactorio silencio, que penosamente, no duro mucho.

-Creo que me he pasado un poco de parlanchín — reconoció a mis espaldas — pero es importante conocer todos los puntos destacables para atacar y no estar en la nada, sin saber qué hacer, y más tú, que no sabes como funciona este ritmo de vida.

-Paranoico — bufé.

Con una taza de porcelana en mano, comencé a prepararme la combinación de leche con café.

-Lo repetiré una vez más y estaré seguro de que ya lo captaste. Necesito que sepas lo que haremos para que no me andes preguntando nada y más en momentos cruciales, porque me estaré yendo por ratos y tú estarás a cargo.

-No soy un idiota Sebastián — lo miré por encima de mi hombro — no se con quién crees que lidias. Pero yo soy Adán Avenel y ninguna mierda se me escapa, créeme que lo que me has dicho, ya lo tengo más que tatuado — regresé mi vista a la taza que tenía en la encimera — ahora cierra el hocico que ya me harté de escucharte.

-Igual lo diré, un cretino como tú nunca me dará órdenes — enunció —. Recuerda que al mundo al que entraremos no es uno al que estés acostumbrado. No hay lujo y gente que puedas manejar. Hay oscuridad, gente que te puede asesinar sin importarle tu puto apellido. El dinero no te podrá salvar esta vez.

-Sabes qué — lo interrumpí — solo habla, estoy cansado de pelear contigo. Habla para que puedas callarte de una jodida vez, largarte de mí casa y yo me pueda ir a dormir.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora