SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔

🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 33

ZURI

-Les dije que lo lamentaba ... ni si quiera está muerto.

Golpe.

La cabeza de Julián Roberts gira hacia la derecha y con él un charco de sangre sale disparada de su boca.

Jorge – uno de los hombres de Sebastián – se encontraba en este viejo y abandonado almacén torturando a Julián, el "intento de rapero" que se atrevió a dispararle a Adán y ponerlo al borde de la muerte.

Jorge había colocado unas esposas alrededor de sus muñecas, colgándolo a una barandilla metálica que sujetaba el polvoriento techo, para poder torturarlo con más accesibilidad.

Sebastián me había informado de camino a este almacén, que Julián no estaba relacionado, y tampoco tenía ninguna conexión indirecta con Dark Stars, solo era un fanático de Smith Miller.

Un actor de Hollywood muy conocido, y la figura de su gran camiseta que no pude reconocer en su momento.

Actualmente, Smith Miller había sido rechazado para interpretar un papel de la película que producía el multimillonario director, David Nolan.

Todo el mundo sabe que, película que produce David Nolan, película que se convierte en un gran éxito de taquilla.

Para tal caso, ¿Julián que tenia que ver con todo esto?

Resulta que el padre de Adán, Maximiano Avenel, fue la razón por la que Smith Miller fue rechazado. Lo eligieron a él por encima de Smith para ese papel protagónico. Y es por eso, que el peligroso fanatismo de Julián Roberts actuó en defensa de su ídolo y quiso herir al hijo de Maximiano, hacer tizas cualquier cosa que tenga que ver con el apellido Avenel.

No pudo tolerar que su actor favorito fuera rechazado por otro grande.

Una persona cegada por el fanatismo.

Y estoy segura que como Julián, debe haber muchos.

-No crees que es suficiente — le susurro a Sebastián, que mira la escena con una tenebrosa apatía.

Nunca creí ver esa clase de sentimientos en el brillo hostil de sus ojos.

-Causo un daño Zuri, tiene que pagar.

-Ya nos dije lo suficiente Sebastián, no hay por qué seguir torturándolo. Él no pertenece a Dark Stars — le recordé con una calma que no sentía.

Su actitud ambigua en estos instantes es tan diferente a todas las otras veces que lo he observado, en especial, cuando estaba conmigo.

Miraba indiferente la siguiente golpiza que le daba su hombre al rostro de Julián, estando en una pose de soldado. Con sus largas piernas estiradas y extendidas a ambos lados. Sus definidos brazos estaban cruzados detrás de su espalda, provocando que su fina camiseta oscura, se adhiera a su delgado, pero pronunciado torso.

El desinterés en su rostro altivo, mientras era testigo del dolor que le infligían a "el intento de rapero" me helaron. Pareciera que estuviese acostumbrado a este tipo de prácticas.

Su cabello rubio y peinado hacia atrás, recogido por su pequeña colita, me permitían ver el surco de sus cejas, las casi nulas pecas que todavía quedaban en su mestiza piel y lo más destacable, esas frías pupilas chocolate que estaban siendo protegidas por sus gruesas y largas pestañas.

El lunar peculiar en su ojo derecho, a lo menos, endulzaba un tanto su semblante. Solo un tanto. Porque esa marca que atravesaba la mitad de su cara dictaba dureza y nada más que dureza.