🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 36

13.2K 724 692
                                    

ADÁN

El vestidor de hombres apestaba a distintas fragancias, desde un simple olor a jabón y champú, hasta perfumes de alta gama que hacían doler la nariz con solo inhalarlo. En verdad, no entendía a algunos hombres. ¿Acaso no olían su propio aroma intrusivo?

Ignorando este dilema con un bufido, me concentró en mí y saco mi habitual vestimenta de camisa arremangada con los primeros botones desechos, mi pantalón oscuro y liso que se amoldaba ajustadamente en el trasero y la zona de los muslos.

Sintiéndome satisfecho de deshacerme de esta afelpada toalla que rodeaba mis caderas.

La ducha que tome hace unos instantes me cayo de maravilla, luego de haberme puesto duro en el comedor por la jodida actitud de Zuri, y claro, por sentir su estrechez con mis dedos imaginando que era mi polla en su lugar. Mermo mi sed de ella solo un poco.

Ansiaba follarla por dos motivos.

Por castigo.

Y porque extrañaba su cuerpo, nos habíamos abstenido a tener sexo por la maldita herida en mi hombro durante estos días.

El estilo que usaba en ocasiones me hacía sentir un hombre mayor y no un chico de mi edad, pero había que admitirlo. Sentirme alguien más grande me transformaba en un ser inalcanzable. Portaba más sabiduría y elegancia, algo que las chicas alababan, que los chicos admiraban secretamente y que yo disfrutaba.

Me gustaba esa magnética combinación.

Y se que a Zuri, ese fue unos de los rasgos míos que la sedujo. Puedo verlo en sus ojos, cuando se desvían para ver exclusivamente mi cuerpo, quedándose más tiempo de lo necesario en mis pectorales y en el culo.

Y yo aquí pensando que solo los hombres mirábamos esa tentadora zona.

Que digo, mi chica es perversamente dulce.

-Buena jugada Adán — dice Brandon, uno de los jugadores del equipo de futbol, dándome una palmada en el hombro.

Asiento en silencio sin decirle nada.

-Nos vemos.

Vuelvo a asentir, viéndolo por el rabillo del ojo salirse de los vestidores.

Él era el único hombre que quedaba en las duchas, después de haber tenido un intenso entrenamiento en educación física que nos hico sudar a todos los que corrimos por horas en la cancha y, en definitiva, ahora estaba solo en los vestidores.

Desde que Breant y Jerome no están aquí, muchos me preguntan por sus ausencias a lo que yo respondo "no es su problema". Cuando en el fondo, la soledad es el único rastro que me han dejado en esta escuela. Por una jodida suerte que no merezco, Zuri es la única compañía que me queda y que voy a atesorar por lo que resta de mi vida.

Se que suena romántico, pero traducido a mis palabras es peligroso.

Ella es una droga de la que no estoy dispuesto a soltar, así tenga que usar medidas retoricas. Ella me pertenece.

Una intensa vibración que proviene de mi casillero logra asustarme y entre maldiciones abro la puertita para ver que sucede. Es mi móvil y en la pantalla sale el nombre de mi sirvienta mayor. Silvia.

Qué raro, mi ama de llaves no suele llamarme casi nunca desde que le di mi numero hace cinco años, pero que lo haga precisamente ahora significa que algo no anda bien.

-Silvia, ¿ha sucedido algo? — digo yendo directo al grano, escuchando su acompasada respiración.

No está asustada, eso es un buen indicio.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora