ZURI
- ¿Qué haces aquí Ramsés? — fue la primera pregunta que se me vino a la mente, luego de haberle colgado a Adán y su sarta de maldiciones dirigidas a Román.
-Eres famosa Zuri — alago con fingida impresión, bebiendo su envase de yogurt.
Vi que tenía otro de sobra puesta a un lado de su cadera.
- ¿De qué estás hablando? — sintiéndome segura tome asiento en el sofá de enfrente, subiendo mis piernas al cojín.
-Saliste en todas las noticias nacionales, el estallido del caos en tu vecindario sigue resonando y murmurándose por todos los vecinos — se detiene un momento analizando mi reacción y continua — hasta que llego a mis oídos.
Ramsés tenía una gélida sonrisa en su rostro, que estaba cubierto asombrosamente por finas líneas en ciertas partes de su cara, delineando su mandíbula, sus pómulos, su delgada nariz afilada y su estrecha quijada.
Sin duda, sus cejas espesas que terminaban en un leve arco le daban a su rostro un toque más prominente y malévolo.
El cabello húmedo lo tenía liso y formado rebeldemente en hongo, cubriendo varios de sus mechones una fracción de su frente.
-A todo esto, que es lo que quieres — dije apaciguada, estaba enterada del enorme escándalo que hizo la prensa con mi caso. Además, sabía que Ramsés no me haría daño. Si estaba aquí, era seguro que quería joder a Adán, no a mí —. ¿A dónde quieres llegar?
-Quería ver como estabas, realmente me preocupe por ti — confiesa manteniendo su imagen sonriente — estaba preocupado mocosa y eso casi nunca suele pasar.
Enarque una ceja.
- ¿Seguro? — él asintió, observándome con sus iris grises que tenían matices verdosos cerca de su pupila.— Pensé que solo habías venido para verte con tu mejor amigo que, por cierto, no está.
-Eres tan chistosa mocosa — dijo inexpresivo, pero con tono sarcástico — ya sabía que no estaba aquí y por si no lo sabías, yo jamás he venido a su casa. Es como para venir a quemarme — ironizo, rodando los ojos — si lo hice, fue porque quería verte. Como te dije, me caes bien.
-Bueno, ya me estás viendo — me repase a mí misma de pies a cabeza — en perfecto estado.
-Ya me di cuenta — Ramsés se acomodó en el mueble de uno, como si estuviese sentado en su propio trono. Inclinando hacía atrás su espalada y posando sus brazos en ambos reposabrazos, y en lugar de sujetar una copa con un carísimo vino o un bastón dorado, sujetaba su yogurt.
-Puedo hacerte una pregunta — dije a los segundos, rompiendo el silencio que se había formado por su escrutinio hacia mí.
-Adelante.
- ¿Por qué me besaste aquella vez?
Esa era una espinita que deseaba quitarme de encima, desde que ocurrió todo el enredo entre Adán y el chico oscuro. Estaba convencida de que era por Adán, ya que el estaba cerca mirándonos. Pero quería que él mismo me lo confirmará.
-Oh, verdad — exclamo pícaro — me acabas de hacer recordar algo, pero primero responderé tu pregunta.
-Soy un oído ahora mismo.
-Que graciosas estás hoy mocosa, para haber sido atacada de esa manera — dijo intrigado, sonriendo de lado —. Si te bese aquella vez fue por Adán, a ese idiota le interesas demasiado y quería arruinarlo, ya sabes como soy — fue mi turno de sonreír esta vez, a mí también en ocasiones, me gustaba hacerlo enojar — de paso que me daba curiosidad probarte. Tienes unos ricos labios Zuri.
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SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔
RomanceÉl: Vivía en las nubes, poseía el trono de la escuela, su padre era un dichoso actor de Hollywood y su madre una ex modelo, que más podía pedir. Su vida era miserablemente perfecta. Todos lo veían, todos lo querían, excepto ella. La chica menos dese...