🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 15

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ADÁN

-Date la vuelta — ordene.

Un azote cayo en el trasero respingón de la castaña.

-Yo también quiero — gimoteo la otra chica que se encargaba de masajear mis hombros, besando la parte trasera de mi cuello.

Ambas mujeres eran muy hermosas.

Altas, complacientes, una tenía los ojos miel y la otra celestes, que en estos momentos se había oscurecido un par de tonalidades más por la lujuria.

La castaña iba conmigo a ciencias y la rubia con mechones verdes a calculo. Decidimos juntarnos para ir a mi casa al salir de la escuela, aprovechando que mis padres están de viaje y las sirvientas no son boconas. Para divertirnos un rato.

Quería sacar de mi cabeza ese encuentro.

La de ojos miel y cabello castaño se llamaba Catherine. Tenía su espalda pegada a mi torso y meneaba su trasero contra mi prominente erección que estaba a punto de reventar. Tiré de su cabello que olía a coco y le dije en un susurro enronquecido.

-Ponte en cuatro.

-Me excita cuando te pones mandón Avenel — jadeo obedeciéndome. Se sostuvo sobre sus manos y rodillas en el colchón, enseñándome abiertamente su culo que no dude en toquetear, dejándome a mí y a la otra chica que estaba detrás, apoyados sobre nuestras rodillas.

La castaña no me refuto nada, no agarro mi polla con fiereza, ni tampoco me acorralo como aquella chiquilla estúpida.

Una parte muy oscura de mi interior quería que peleara, que me diera la contra, que me enseñara su lado más indiferente y frío que tenía, negándome su cuerpo.

Pero nada de eso sucedió.

Provocando que me enfadara.

La quería a ella en cuatro, la quería desnuda en mi cama. Quería ser yo quien estuviese follándola toda la noche para demostrarle que jamás nadie se me resiste. Quería oír su suave gemido para dejarle muy en claro que con ningún hombre se sentiría igual

Gruño entre dientes.

Mi ego por esa maldita estaba en los suelos. Mi hombría todavía pedía a gritos que hiciera algo por lo dañado que estaba, sin embargo, mi posesividad seguía vigente en cada poro de mi piel recalcándome que Zuri era mía. La elegida.

Tenía que hacerla mía.

Pensando que la tengo a ella en lugar de Catherine, tiro de su cabello castaño, enrollándolo en un puño para atrás. Haciendo que su mirada se pose en la pared de la habitación, y sin más preámbulos me introduzco de un solo golpe.

-Ah ... A-Adán — gimió enterrando sus uñas en las sabanas.

No me suavizo y continúo embistiéndola sin detenerme. Empujando su cuerpo hacia adelante. Sus tetas redondas con cada penetración rebotaban de arriba hacia abajo, y queriendo tocarlas llevo una de mis manos a esa zona y se las estrujo con rudeza, jugando con su pezón endurecido.

-A-dán si sigues así me voy a co-rrer — gime.

-Y yo que hago — dijo Samir desde atrás, con su tono de voz más gruesa.

Sin detener mis embestidas giro un poco la cabeza hacia atrás y le robo un casto beso.

-Ponte delante de Catherine y que con su boca te haga una mamada — demando entre dientes — pronto tu estarás dentro de mí.

-Está bien Avenel — ronronea y como le dije, también sin refutarme nada, gatea hasta posarse delante de Catherine que gimotea y llora por lo duro que le doy.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora