🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 13

21.5K 1.4K 458
                                    


ZURI

-No digas nada. Cállate — sisea Sebastián cerrando las puertas del armario, quedándose afuera.

Por un agujero diminuto logro divisar a un hombre alto y moreno que tiene una escopeta en sus manos, una gorra de lana que cubre su cabeza y unos guantos negros que se parecen, casi idénticamente, al color de un cuervo.

-Vámonos niño, levántate del suelo — le grita apuntándolo con su arma en la frente — mueve tus malditas piernas que ya vienen.

-S-sí, está bien — tartamudea mi amigo mirando de soslayo el lugar donde me encuentro.

Ambos empiezan a caminar, el moreno por delante y Sebastián por detrás, hasta que el moreno se detiene y gira bruscamente.

-Dime mocoso, no había otro niño aquí, ¿contigo? — inquiere escaneando con detallamiento el salón.

-No señor, solo yo estaba aquí — asegura Sebastián sin pestañear, y lo admiro, porque tiene un coraje y enorme valentía cuando se trata de mí.

Me cuida tanto, que siempre ha puesto mi seguridad por la de encima de él. Somos una familia.

-No me mientas — amenaza el hombre golpeando con la culata del arma su hombro — ¿seguro que no hay nada en el armario?

Mi respiración se detiene. Me cubro la boca llena de pánico.

Sebastián sosteniendo su hombro lastimado continúa negándolo.

-Revisare y si encuentro a otro más, estás muerto — asegura el hombre caminando hacia el armario.

Maldición.

Maldición.

Mi amigo tiene los ojos tan abiertos que su dolor ha quedado en segundo plano.

Entiendo su expresión.

No sabe qué hacer.

Igual que yo.

🍎🍎🍎


-Sebastián — mascullo, levantándome exaltada.

Paso una mano por mi cabeza y siento en mis cienes una ligera humedad.

Sudor.

Trato de reconocer el lugar donde me encuentro, porque no estoy en mi habitación, tampoco estoy en mi cama, no veo mi plasma colgado en la pared.

Entrecierro los ojos.

Estoy sentada, tengo un pupitre enfrente y a mi alrededor hay otros veinte más que no ocupa nadie.

Esta desolado el salón de clases.

Mierda. Me quede dormida en la clase de cálculo.

Apresurada meto mi cuaderno en la mochila, mis lápices también, mis resaltadores ...

-Con que Sebastián, eh.

Su voz.

Alterada miro al frente y en la pizarra está él, apoyando uno de sus pies en la pared y con las manos en sus bolsillos mirándome sin expresión alguna.

- ¿Quién es ese? — pregunta con disgusto.

Como no me había dado cuenta de su presencia.

-Te estoy hablando.

-No te interesa — respondo y metiendo como sea mis cosas consigo levantarme de mi asiento, con la mochila en mis hombros, pasando por su lado.

Pero me retiene, cogiéndome del codo.

-Te hice una pregunta — dice en voz baja — ¿quién es Sebastián? ... haber, déjame adivinar — saca un pañuelo de su bolsillo y lo acerca a mi rostro —¿un novio tuyo? — gruñe.

Sacudo la cabeza en una negativa.

- ¿Tu hermano? — pasa la suave tela blanca por mis cienes, justo donde estaba traspirando.

Permanezco inmóvil.

Él era mi puta familia.

-Con que no me contestarás — termina de limpiarme guardando el pañuelo en su bolsillo y se enfoca en mis ojos — te quedaste dormida en plena clase y te has levantado agitada, solo veo dolor y frialdad en ti ahora, acaso es por ese sueño que has tenido. ¿Tienes problemas en casa, Zuri?

Frunzo el ceño.

Eso si me hizo rabiar.

-Apártate de mí Adán — exclamo y me zafo de su agarre.

-Mmmm ... es la primera vez que te escucho decir mi nombre.

Si supieras cuantas veces lo he susurrado cuando te veía.

Demonios. Tengo que dejar de vulnerarme por mis pensamientos, dejar de sentir cosas por Adán. Eliminar estos sentimientos de raíz, aunque suene imposible.

Se lo que sucede cuanto te encariñas con alguien y luego ese alguien se esfuma.

Si hay algo peor para un narcisista y egocentrista, es la indiferencia. Eso los mata, peor que un insecticida. Llego la hora de torturar a Adán.

Enfríate. Apágate ahora.

-Tu nombre en mis labios se siente tan repugnante, siéntete dichoso por pronunciar el mío, quizás así te dé un poco más de sabiduría para esa mente tan hueca que tienes — y seguí caminando.

-Lástima que tu seas mía, porque mi demonio interior reclama por tenerte cerca.

-Tonterías.

-Tonterías será cuando este follando tu boquita sucia.

Ruedo los ojos y lo ignoro, sigo caminando y estoy casi por salir al pabellón, cuando de un tirón en el brazo me pega sin una pisca de amabilidad al pizarrón.

Me retiene colocando una de sus manos en mi garganta.

Su ojo izquierdo hace un tic extraño.

-Te crees inmune a mí, verdad — dice con una calma que acelera los latidos de mi corazón — quizás tu mente no me acepte, tu corazón me odie, pero probare que tu cuerpo me desea. Maldita sea, te demostrare lo mía que eres.

-Dame todo lo que tienes.

⭐⭐⭐⭐

Antes de que hagan algo, ¡No me maten!

Sé que el capítulo es muy corto, pero tuve que dividirlo en dos.

Así que sí, en la siguiente actualización ya veremos por fin un encuentro con salseo entre estos dos.

No tendrán que esperar mucho, nos vemos el viernes.

*Huye despavorida.

Melómana_ctz cambio y fuera.

Melómana_ctz cambio y fuera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora