🍎𝖢𝖺𝗉ít𝗎𝗅𝗈 41

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ZURI

-Sigue gritando, no te contengas.

Golpe.

Golpe y ...

Golpe.

El dolor se apoderaba de mis entrañas. El latigazo se abría camino en mi espalda flagelando mi piel, provocando gritos y retorcidas impropias de mi columna.

Podía percibir fugazmente a mi propio cuerpo endurecerse cuando sentía que se avecinaba el siguiente azote, tratando de autoprotegerse. Sin embargo, el dolor seguía aumentando con cada segundo que pasaba.

Era imposible deshacerse de ello.

-Basta, detente ... — el dificultoso balbuceo de Adán me hizo levantar la cabeza y observarlo, al instante cerré mis parpados. Sabía que él estaba en peores condiciones que yo.

Pero era tan cobarde para querer verlo con mis propios ojos.

Aunque hubiese querido ignorar su presencia me fue imposible hacerlo. Siempre me fue difícil ignorarlo. Tenía que dejar de lado mis miedos y dignarme a contemplar su estado. Se lo debía, a pesar de que mi corazón gritara "no."

Lentamente abrí un ojo tras otro y como lo había supuesto, partes de mí dolieron más que cualquier latigazo que recibía.

Su espeso cabello reluciente carecía de brillo, y solo era un remolino maltrecho que se pegaba a su frente por las gotas de sudor que se deslizaban por su piel. Mi preocupación crecía vertiginosamente por cada gota de sangre que brotaba de su espalda.

Sus heridas eran alarmantes. La sangre salía y salía sin parar de los zarpazos que trazaban toda la parte superior de su cuerpo. Estando sin camisa solo empeoraba el panorama.

El furioso tatuaje que solía tener en sus hombros estaba sutilmente escondido bajo esa capa rojiza que me enfermaba de tan solo verla. Rojo, rojo y más rojo.

Maldita sea.

Lo odio.

Me odio.

Si salimos vivos de esto, estaba convencida de que Adán terminaría odiándome. ¿Y quién no lo haría en su lugar? Después de todo, como decía esa vocecita en mi cabeza cada vez que ocurría algo, es mi culpa, siempre seguía siendo mi culpa.

Lo arrastre hasta aquí. Arriesgando la vida de sus padres, ocasionando la muerte de su ama de llaves que él quería, así no lo dijera en voz alta y como si no fuera suficiente, arriesgando su propia vida. Estaba pagando por errores que no le correspondían

Su obsesión por mí le salió caro.

-El famoso Avenel — dice la voz del hombre que está detrás de Adán — quién diría que tendríamos a un distinguido príncipe entre nosotros — se burla — esta no era tu guerra y, sin embargo, estás aquí.

Con dificultad observo como su verdugo presiona la yema de su dedo en una de las tantas heridas que tiene Adán en su espalda.

El siseo de Adán cargado de dolor me oscurece profundamente.

-Y todo por esta perra — me señala con asco — ¿en serio crees que lo vale? Cuando un hombre como tú puede tener tantos coños como desee. Aún si te retractaras, ya no interesa — lo contempla peligrosamente — eres nuestro para matar.

-Exacto — dice el hombre del bate, erizando cada vello de mi cuerpo. Su presencia todavía me sigue inquietando y no por los golpes.— Nadie nos amenaza y sigue vivo. Tú nos provocaste y ahora traga con gusto todo lo que te haremos.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora