🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 31

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ZURI

La manera brusca en que Adán se apodero de mis labios sigue persiguiéndome, repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, otorgándome unas cosquillitas que se esparcen de pies a cabeza, por todo mi cuerpo.

No obstante, todas esas bonitas sensaciones morían cuando recordaba su trato silencioso. Después de su arrebatado acto, no me dirigió la palabra en ningún momento, excepto para darme la pastilla anticonceptiva y él mismo colocarla en mi boca.

Parecía pensativo.

Intenté hacerle un par de preguntas para saber que estaba ocurriendo, pero como supuse, él las ignoro deliberadamente. Solo tiró de mi muñeca sin ningún rastro de delicadeza, hasta ponerme dentro de su auto.

Mentiría si dijera que no estaba adolorida, pero lo estaba. Un ardor entre las piernas se acentuaba cada vez que caminaba. Más era un ardor placentero, un recuerdo del follón que tuvimos en su cama. Por lo tanto, se me hacía tolerable.

No recuerdo que el idiota se haya detenido un solo segundo a reparar en la vestimenta que traigo encima, y maldita sea, que un rayo me parta, pero eso me dolió más que su trato silencioso.

Su ama de llaves fue la que me ayudo a elegir este vestido platinado, que se amoldaba a cada curva de mi piel y enseñaba el inicio de mi pierna izquierda por la apertura que tenía desde la mitad del muslo.

El cabello me lo recogió en un débil moño, con distintos mechones enmascarando mis pómulos. Ni hablar del maquillaje, me coloco sombras oscuras en los ojos, rizando mis pestañas, untándome los labios con un labial llamativo.

Rojo.

Según su ama de llaves, estos polvos resaltaban mi piel pálida. Lo único que yo pude pensar cuando me vi al espejo fueron dos cosas. Era la primera vez que tenía mi cabello presentable y decente, sin una mota de frizz. Y la segunda, era la primera vez que me arreglaba de está manera tan elegante y formal.

¿Zuri Moretti usando maquillaje? Ush, eso no se veía todos los días. Sin embargo, aquí estaba, maquillada y bien vestida. Todo por Adán, técnicamente.

"Si yo me quiero ver bien y me siento cómoda conmigo misma, es para mí, y no para impresionar a nadie". Me digo internamente.

Que importa si Adán no se percata, yo estoy feliz como voy.

Aunque duela un poquito.

Las distintas voces, provenientes de diferentes lados, me hacen mirar todo el lugar en el que estoy posicionada, mientras me acomodan un micrófono muy pequeño en mi rostro.

Las personas van y vienen, corriendo en distintas direcciones con algo entre sus manos. La mujer que pasa por el lado de Adán, transporta una pizarra mediana que ya cuenta con varias oraciones escritas.

Un señor de barba castaña y larga, que sobrepasa su mentón, tiene una cámara grabadora que dirige hasta la mitad de este enorme salón. Apuntando el lente de su cámara al único espacio libre.

Donde se encuentra la dueña del programa, sentada en un sillón de felpa, leyendo unos papeles que están depositados en su diminuta mesita cristalina, que va en el centro del juego de muebles.

Alice.

Nos encontrábamos en el show de Alice.

Un lugar en el que nunca pensé estar.

La señora que nos puso los micrófonos se retira una vez que ya estamos listos y Adán empieza a caminar a los sillones de invitados, pero se detiene a verme.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora