🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 35

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ZURI

El adictivo aroma de cítrico y vainilla ondeaba en mis narices, muy a pesar de que haya abandonado el Maserati hace unos segundos. Pueda que el olor persista en mi entorno, por su alto cuerpo siguiéndome desde atrás.

Las subjetivas miradas, juzgadoras y curiosas, estaban devuelta sobre mí. Susurros y murmullos estaban dirigidos a nuestro abrupto retorno. Hasta el director se asombro por nuestra llegada a clases, porque él tenía entendido que regresaríamos en unas semanas a la escuela. No en unos días.

Como le dijo Adán.

Pero con la sorpresiva llegada de sus padres, Adán junto a Sebastián, creyeron que era buena idea regresar a "nuestra vida común de estudiantes". Especialmente Adán, ya que sus padres iban estar más en casa y él no quería que frecuentara mucho con ellos.

Me pareció extraño, pero decidí no preguntar. No es una persona muy abierta, por "fortuna" ya lo había comprobado.

-Te dije que me dieras la mano cuando saliéramos de mi auto.

Idiota.

-Y yo te dije que no iba a hacerte caso.

-Puedo obligarte a hacerlo — dijo Adán oyéndose más cerca de mi espalda, mientras terminábamos de cruzar el estacionamiento para llegar a la entrada de la escuela.

-Ni lo intentes, porque acabará mal para ti.

-Acaso regresaras a ser la Zuri fría, ahora que estamos devuelta en la escuela — ironizo — porque recuerda que ya te hice mía de todas las formas posibles, y nos vas a poder escapar de mí.

-No intento hacerlo.

-Si lo haces — detuve mi caminata, porque su brazo había alcanzado mi cadera, atrapándome — te gusta huir de mí, pelear contra mí cada vez que estamos cerca.

-No digas algo que satisface tu propio ego — murmure con la piel chinita, debido a su tranquila respiración acariciando mi oído.

-Al contrario nena, eso hiere mi ego — posiciono su pelvis en la entrada de mi trasero y se presionó, sacándome un débil suspiro — pero también lo disfruto.

Demonios.

El idiota estaba duro.

-Suéltame, que todos no están viendo.

-No me interesan las personas, y si ven, que vean a quién perteneces.

-Maldito posesivo — mis ojos revolotearon a los estudiantes que comenzaban a amontonarse a nuestro alrededor, observándonos extrañados. Tengo que alejarlo de mí — está bien — dije solo para él, rendida.— ¿Qué quieres que haga?

- ¿Me darás la mano? — su pulgar se dio la libertad de acariciar mi pulso del cuello y temblé nerviosa. Era casi imposible no imaginar nada sexual con él.

-Si, lo hare — trague saliva — suéltame.

-Buena chica.

Cumpliendo su parte me soltó lentamente las caderas, dejando un beso húmedo en mi mejilla que me afecto cosquillosamente, pero lo camufle con mi seriedad plantada en mi rostro.

Rodé los ojos cuando sus largos dedos buscaron mi mano y con firmeza los entrelazo, sonriendo victorioso. Seguimos caminando y nuevos murmullos infestaron nuestro camino a la entrada de la escuela.

Algo así como:

"Si se casará con ella".

"Que afortunada es".

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora