Catorce

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Draco

La carta de mi tía solo fue un recordatorio de lo mucho que estoy fallando y de lo poco que he avanzado. Por eso me propuse que este día lo dedicaría por completo a arreglar el armario, pasé un par de horas conjurando el mismo hechizo una y otra vez, probando nuevos, combinándolos entre sí, leyendo varios libros, pero nada sirvió.

Cuando me cansaba de intentarlo, me sentaba en el suelo mirando a la nada y cuando creía que ya había perdido el tiempo suficiente me ponía de pie y lo volvía a intentar. Pero ya estoy muy cansado, ha sido suficiente por hoy.

Camino hacía mi sala común sin toparme con ninguna persona por los pasillos, por la hora lo más probable es que estén en el gran comedor cenando, eso me hace darme cuenta que no he comido nada en todo el día, sinceramente no tengo hambre, solo quiero llegar a mi habitación y dormir.

Al entrar a mi habitación me quito rápidamente la ropa llena de polvo y me pongo la pijama, quiero estar dentro de mi cama antes de que lleguen los demás y me pregunten donde estuve todo el día. Pero antes de dormir quiero hacer una cosa.

Tomo el diario y un lápiz y comienzo a hacer trazos por toda la hoja. Trato de plasmar de la mejor manera posible la imagen de ella y yo en un cine, comiendo dulces y viendo la película de Jane Eyre, esa imagen no abandonó mi mente en todo el día y tenerla ahí me hace mucha ilusión, quiero que ella vea lo que yo imagino, quiero que le haga la misma ilusión que a mí.

Me gustaría quedarme a hablar con ella, pero estoy tan cansado que no podría prestarle atención y yo no quiero perderme ni un detalle de lo que dice, así que en cuanto termino de dibujar y de escribirle una pequeña nota, cierro el diario y me voy a dormir.

»──── « ❀ » ────«

Hoy es el primer partido de Slytherin contra Gryffindor y el ambiente en el gran comedor es eufórico, como en silencio tratando de ignorar los abucheos que le hacen a Weasley y a cualquier jugador de Gryffindor al pasar enfrente de nuestra mesa, realmente no me interesa mucho quien gane o pierda.

Siento una mirada fija en mi desde hace rato, viene desde la mesa de Gryffindor, al principio no le tomo importancia, pero después es tan insistente que elevo mi mirada para ver de quien se trata.

Mis ojos se encuentran con los de ella por un segundo. Estaba mirándome desde hace rato y desvió la mirada en cuanto se encontró con la mía. 

Las únicas veces que ella me miraba era cuando yo la molestaba y alzaba la cabeza para contestarme algo de vuelta, nunca me miraba si yo no lo hacía primero... hasta ahora. Una sensación agradable me inunda el pecho, nunca me había mirado así, sin desprecio. 

Esta nerviosa, lo sé por la manera en sus dedos golpetean la mesa sin parar y está esforzándose en prestarle atención a Weasley, lo más probable es que esté apenada porque la descubrí mirándome.

—¿Iras a ver el partido? —pregunta Blaise a mi lado interrumpiendo mis pensamientos. —¿O estas tan enfermo que no puedes salir del castillo?

Está siendo sarcástico, él sabe que no estoy enfermo, pero no sabe la verdadera razón por la que no voy a jugar y tampoco pienso decírsela.

—Iré a verlo si dejas de burlarte sobre que estoy enfermo —digo con fastidio.

—¿Por qué mientes? —se acerca más a mi para que no lo escuchen.

—No se de que me hablas, Blaise —niego con la cabeza.

—Sobre estar enfermo, es obvio que no lo estas —afirma. —Potter sospecha que finges estarlo, Harper lo escuchó decírselo a Weasley y Granger hace un rato.

—No me importa lo que Potter sospeche, agradecido debería de estar de que no voy a jugar.

—No sé qué te pasa, no entras a clases, no haces tareas, ya no quieres jugar quidditch, no comes —enumera con sus dedos. —¡Weasley pasó justo enfrente de ti pálido del miedo y no le dijiste nada!

—Estoy ocupado comiendo, no prestándole atención a ese imbécil —señalo mi plato con obviedad.

—Llevas media hora jugando con la comida, solo te he visto dar tres bocados.

—¿Cómo que estas muy al pendiente de lo que hago no crees? —intento levantarme pero Blaise toma mi brazo impidiéndolo.

—Eres mi amigo —dice sin soltarme. —No necesito prestarte mucha atención para darme cuenta de que no estas bien.

Quiero darle la razón, quiero decirle que no estoy bien, que estoy desesperado, que tengo miedo, pero no puedo hacerlo.

—Estoy bien, Blaise, te veré en el partido —digo con indiferencia.

Blaise asiente con resignación y suelta mi brazo por fin.

»──── « ❀ » ────«

Estar en el partido fue muy difícil y no porque Gryffindor le haya ganado a Slytherin por mucho, sino porque tuve que pasar más de media hora esforzándome en ignorar las miradas de Elara.

Ella estaba con los Gryffindor a varios metros de mi, pero puedo jurar que miraba hacia donde yo estaba, su atención viajaba del partido a mi constantemente.

Por un momento pensé que ya me había descubierto, que sabía que yo era la persona con la que ella hablaba por los diarios, pero era imposible que lo supiera. Me moría por mirarla de vuelta pero tal vez si lo hacía ella no me miraría de nuevo y tengo que admitir que su atención me gusta.

Casi todos los de Slytherin estamos entrando a la sala común, todos desanimados, enojados y quejándose de Potter, normalmente estaría igual que ellos, pero justo ahora me da la mismo.

—¿Qué estás haciendo aquí sangre sucia? —escucho decir a Pansy tras de mí y me detengo en seco.

Me doy la vuelta y veo a Elara en la entrada de la sala común viendo a Pansy directamente.

—Déjame en paz, Parkinson, es mi sala común —dice con fastidio.

Elara intenta caminar pero Pansy se pone justo frente a ella bloqueándole el paso, es más alta que ella por unos diez centímetros.

—Haz de estar muy contenta ¿no? los estúpidos de Gryffindor ganaron y vienes aquí a burlarte, con esas cosas en la cara —señala Crabbe las franjas escarlata y dorado en las mejillas de Elara.

—Es un juego de escuela, no la copa mundial de quidditch, no seas ridículo.

Elara pasa por un lado de Pansy dirigiéndose a las habitaciones de mujeres.

—No me des la espalda cuando te hablo, maldita sangre sucia.

Veo a Crabbe sacar de su abrigo su varita, se lo que va a hacer y no se lo pienso permitir, por inercia camino en dirección a ellas alzando mi varita. Elara choca contra mi pecho y se queda quieta justo frente a mí.

—Ni se te ocurra —le digo apuntándolo con la varita. 

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Hola hola ¿Cómo están? Yo bien enferma pero aquí andamos cumpliendo.

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So close |Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora