So close |Draco Malfoy

Veinticinco

Elara

Ha pasado poco más de un mes desde la última vez que vi a Draco y todo este tiempo ha sido una tortura, paso la mitad del tiempo extrañándolo y la otra mitad preocupada por su vida, varias veces estuve a punto de hablarle por el diario, pero prometí no hacerlo, ni siquiera sé que tan seguro sea a estas alturas.

Hace unos días estuve en la madriguera por la boda de Bill y Fleur, me arrepentí mucho de haber ido, Hermione sabía que Draco era el chico de los diarios, pues se lo conté días antes del ataque en Hogwarts, en ese momento empezó a darme mil y un motivos por los cuales yo no podía enamorarme de él; que era lo peor que podía hacerme a mí misma, que Harry y Ron nunca me lo perdonarían.

Todo fue peor cuando se enteró de que era un mortífago gracias a Harry, volvió a reafirmar el porque yo no podía estar enamorada de el, aun así ella no le dijo a nadie que el era el chico de los diarios, por eso cuando todos en la madriguera hablaban mal de él por ser un mortifago Hermione solo me miraba con lastima sin decir nada. 

Escucharlos decir todas esas cosas tan horribles solo me hacía sentir más culpable sobre la muerte del profesor Dumbledore, tal vez si yo hubiera alertado a la orden el seguiría vivo, pero tal vez eso hubiese implicado que Draco muriera o lo encerraran en Azkaban.

Tal vez Draco estaba muerto justo ahora, tal vez lleva muerto días, tal vez pueda morir hoy y yo no estoy enterada de nada, la angustia empieza a invadirme de nuevo.

Mi puerta se abre despacio después de un par de golpes suaves, mamá entra a mi habitación y me da una mirada extraña.

—Otra vez tienes esa cara —camina hacia mí y se sienta en la orilla de mi cama.

—¿Qué cara? —pregunto tratando de lucir calmada.

—Esa cara de preocupación —toca mi frente con su dedo índice y sonríe. —¿Pasó algo que no nos has dicho? Estas muy diferente.

No les he dicho muchas cosas a mis padres, ellos no entienden mucho del mundo mágico, no tienen ni idea de que hay una guerra librándose allá, ni que existe un mago tenebroso que amenaza con la vida de todos, mucho menos que estoy enamorada de uno de sus seguidores.

—Solo estoy estresada por los exámenes de último año —miento.

—Lo harás bien cielo, eres una excelente bruja —acaricia mi hombro dándome ánimos. —Y hablando de la escuela, hay un compañero tuyo esperándote abajo, eso venía a decirte.

—¿Un compañero? —pregunto extrañada. —¿Te dijo su nombre?

—No, solo dijo que estaba en la escuela contigo y que necesitaba verte con urgencia.

El sonido del piano resuena por la casa, mamá suelta una risa y rueda los ojos.

—Es mejor que bajes —palmea mi hombro. —Tu papá ya empezó a tocar el piano para él, lo va a fastidiar.

Asiento sin decir nada, ni siquiera me molesto en ponerme zapatos y salgo de la habitación, lo más seguro es que sea Neville, ya que Harry y Ron escaparon junto a Hermione en la boda y no sé nada de ellos desde entonces. Aunque me parece extraño, ya que Neville jamás me ha visitado. 

Al llegar al final de las escaleras y girar en dirección a la sala, siento mi corazón caer al suelo al ver la escena que está frente a mi. Draco está parado junto al piano de mi padre, viéndolo tocar, en sus manos tiene unas partituras y parece estar muy atento.

El sonido de mis pasos acercarse hace que se gire hacía mi dirección y me de una leve sonrisa.

—Hola, Ely —dice tranquilamente.