Treinta y cinco

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Elara

El sonido de las aves cantar me despierta, estiro mi cuerpo con pesadez sin abrir los ojos aun, por inercia llevo mi mano hacia el otro lado de la cama esperando sentir a Draco pero solo toco la cama vacía.

Abro los ojos buscándolo por la habitación pero no está, ni siquiera se escucha en el baño, probablemente está en una reunión justo ahora, ayer también se fue antes de que despertara, no vino en todo el día, fue Narcissa quien trajo mis tres comidas pero no se quedó conmigo, se iba tan rápido como llegaba.

Draco llegó de madrugada cuando yo ya estaba dormida en el sofá. Lo sentí besar mi frente y tomarme entre sus brazos para llevarme a la cama, intenté preguntarle por su día pero inmediatamente puso su dedo índice sobre mis labios haciéndome guardar silencio.

—Mañana te contaré, por ahora vamos a dormir, amor —dijo tras dejarme en la cama y acostarse a mi lado.

Siempre lo he esperado despierta, nunca me había dormido sabiendo que él no había llegado a la habitación, pero tampoco había llegado jamás tan tarde y me quedé profundamente dormida. En verdad espero hoy sea diferente, no porque me moleste estar sola, más bien me preocupa no saber de él por tanto tiempo.

Escucho la puerta de la habitación abrirse, no puedo evitar mirar en hacia ella con emoción, esperando que Draco aparezca en cualquier momento, pero una leve decepción se instala en mi al ver a Narcissa haciendo levitar la bandeja llena de comida.

—Buenos días, Narcissa —sonrío tratando de no lucir decepcionada.

Miro detrás de ella intentando divisar a Draco pero la puerta se cierra haciéndome saber que no viene con ella.

—Buenos días, Elara, pensé que hoy podríamos tomar juntas el desayuno ¿Te parece bien? Hace mucho no lo hacemos.

Me da mucha curiosidad saber por qué de las tres veces que ayer vino a traerme comida no se quedó ninguna, pero no me atrevo a preguntarle, sus razones habrá tenido.

—Claro —sonrío y camino hacia ella.

No puedo evitar notar lo pálida que se ve, ni las enormes sombras oscuras que hay debajo de sus ojos, incluso su rostro se ve mucho más demacrado.

—Lamento mucho que ayer tuvieras que estar todo el día sola, me hubiera gustado hacerte compañía pero fue un día muy ocupado para todos, tuvimos una reunión muy larga e importante a la que le siguieron muchas más reuniones.

—No te preocupes, si imaginé que era algo como eso, Draco llegó aquí muy tarde —se tensa ante la mención de su hijo. —¿Sabes a donde fue hoy?

Ella me mira con nerviosismo pero no contesta mi pregunta, por el contrario la ignora y empieza a servir fruta en un pequeño plato, pero sus manos tiemblan tanto que varios trozos caen fuera del plato y parece no ser capaz de pinchar una fresa con su tenedor.

Suavemente poso mi mano sobre la suya temblorosa, ella mira mi gesto y después me mira a los ojos.

—¿Está todo bien? —niega con la cabeza. —Puedes contarme lo que sea, Narcissa, no tienes por qué callártelo.

—No puedo decirte, le prometí a Draco que no te diría nada.

Las lágrimas se han acumulado en sus ojos y eso solo me hace sentir terriblemente angustiada, pero trato de fingir estar bien para que ella no lo note.

—Draco no está aquí, no le diré que me has dicho.

Ella me mira nerviosa, parece estar debatiéndose entre sí decirme o no, parece ser un debate muy intenso que me hace sentir como el miedo crece dentro de mí.

So close |Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora