💚✧⁠* - ꒯ꏂꉔꏂꉣꉔ꒐ꄲ́ꋊ

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Pov. yo

La montaña era muy empinada. Sin embargo, se podía subir sin escalar, simplemente había que caminar con cuidado de los derrumbes y de la tierra suelta. Lloyd se fue por este camino, pero cuando Kai llegó y no lo vio, no prestó mucha atención a la montaña y terminó por escalarla completa hasta la cima.

-Pagarás por esto, Lloyd -decía.

Mientras tanto, el niño llegó más rápido, corriendo con sus pequeñas piernas hasta arriba. Había leído algo sobre los portales en el internado. Sólo había que poner tus manos sobre la gran piedra negra en medio de la montaña y pensar con claridad a dónde querías ir.

Al llegar, Lloyd se acercó al centro con cautela. Su capucha negra le cubría la cabeza, pues sentía bastante frío. Estaba nevando. Esto llamó su atención antes de llegar al centro. La nieve era linda. Fría, obvio. Jamás la había tocado para jugar con ella, y al ver esta oportunidad agarró un puño y la hizo bolita, como había visto hacer en algunas fotos. Después el siguiente paso: lanzarla a alguien. Pero no había nadie.

No podía creer lo que estaba pasando, pero empezaba incluso a extrañar a Pythor. Quería tener alguien a su lado para jugar. Necesidades básicas de un niño, suponía Lloyd. Pero ya no quería serlo. Quería ser feliz solo. Al fin y al cabo, sólo eso le quedaba.

Con mucho desánimo, aventó la nieve a sus pies y ésta se desmoronó sobre sus zapatos, aún desgastados. No aceptaba los regalos de su tío. Algo se lo impedía. ¿El ego? No estaba seguro...

Ahora con más urgencia, colocó sus manos sobre la punta de la roca. No vio que estaba demasiado afilada hasta que sintió el pinchazo y una gotita de sangre resbalando por el pico.

-¡Ouch! -exclamó.

-Encuentra tu destino -le dijo una voz proveniente de ninguna parte.

-¿Qué? -dijo instintivamente.

-Encuentra tu destino, Lloyd Garmadon.

-¿C-cómo sabes mi nombre?

-La sangre ha sido derramada. Agente identificado. Señala adónde deseas viajar.

No tuvo que hacerlo dos veces.

-Garmadon. Mi padre. Llévame con él.

Una esfera de color morado se formó por encima del pico y se expandió hasta ser de su tamaño. Del otro lado ya no se veía la montaña, sino un lugar oscuro. Dudando un poco, el niño entró.

Dentro era como estar dentro de una cueva. Una cueva sin luz. El portal púrpura era lo único que impedía que se quedara completamente ciego.

Después oyó la voz que quería.

-¿Lloyd?

-¿Papá? ¿Dónde estás?

Su silueta se dibujó frente a él. Lloyd no pudo evitarlo y corrió hacia él, y lo envolvió con sus brazos.

-No deberías estar aquí -dijo él, alzando sus brazos, extrañado por la muestra de afecto. Al ver la incomodidad de su padre, Lloyd también se sintió incómodo y lo soltó.

-Pero vine por ti.

-¿Por mí? ¿Para qué?

-Para irnos. Mira -señaló el portal-. Está abierto. Vámonos antes de que se cierre.

Comenzó a correr hacia él, pero se detuvo al ver que su padre no lo seguía.

Garmadon bajó la cabeza, dibujando una cara triste en su hijo y en su propia cara, pero ésta no la mostró.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-No puedo ir contigo.

-Por supuesto que sí. Sólo sígueme.

Lloyd le estiró una mano. Garmadon no pudo evitar sentir pena por su hijo, quien tenía la palma sangrante... por él.

-No -dijo, dejándose llevar por su lado Oni, aumentado por el veneno de aquella serpiente-. ¿Qué no te enseñaron nada? Nadie puede ser rescatado de este lugar. Soy sólo un peligro para ti y para los demás...

-¡Pero eso es bueno ser así!

Garmadon se ofendió ante el comentario.

-¿Ah, sí? ¿Por qué?

-Podremos conquistar Ninjago juntos. Podrías enseñarme a ser como tú.

-¡Yo no tengo elección! -alzó la voz-. ¿Tú crees que deseo estar aquí, aislado de mi propia familia?

-¿Cuál familia? Ni siquiera conozco a mi madre.

-Era lo mejor, Lloyd. Debemos estar separados.

-¡No! ¡Ya me cansé de estar siempre solo, de sentir que no me quieren cerca!

-¡No es así! -volvió a gritar muy fuerte.

Lloyd sintió temor en ese momento, temor por su padre. Garmadon vio la decepción en su carita sucia y trató de relajarse.

-El veneno del Gran Tirano corre por mis venas. Yo no puedo evitar ser así.

-Eso no es excusa -habló ahora molesto-. Tú puedes decidir quién eres.

-No, yo no. Tú sí.

-¿Y qué quieres que haga entonces?

-Sólo... mantente alejado de los problemas.

-Muy tarde. Mi tío me tiene con él y sus ninjas.

-Entonces no estás solo.

Lloyd frunció el ceño.

Las lágrimas brotaron de sus ojos verdes. Lo sabía. Sabía que no estaba solo. Pero así se sentía. Siempre se sentía así.

-Pero...

-Vete con ellos, Lloyd -ordenó-. Déjame aquí.

-No... ¡No puedo hacer eso! Te necesito.

-No, no me necesitas. Vete.

Garmadon le dio la espalda, seguramente para cubrir su tristeza. Pero Lloyd no captó eso.

-¿Y cuándo vas a volver?

Silencio.

-Nunca.

Una lágrima se resbaló por su mejilla, antes de que la rabia te apoderara de él.

-¿Sabes qué? -dijo con todo el dolor de su corazón-. ¡Haz lo que quieras! No me importa.

Le dio la espalda y se encaminó hacia el portal.

-Espera.

Garmadon estiró un brazo hacia su hijo, lanzando una esfera de plasma morada hacia él. Lloyd se dio la vuelta en el momento y ésta lo estrelló contra la pared, dejándolo aturdido. Cuando se puso de rodillas no lo pudo evitar: lloró. No podía creer que su padre le había hecho esto.

Garmadon estaba atónito también. Él no había sido. Sus poderes se descontrolaron; sucedía eso cuando sus emociones se revolvían. Miedo, tristeza y furia es lo que sentía ahora. Se quedó allí, en el mismo lugar, sin saber qué hacer.

Y, justo en el momento, llegó Kai. Viendo a Garmadon del otro lado saltó al portal. Estaba listo para luchar cuando vio a Lloyd llorando con sus manos en la cara y las rodillas en el suelo. Le lanzó a Garmadon una mirada de odio; obvio pensaba que había sido él, lo cual... era cierto.

El padre del niño se esfumó por las sombras hasta que ya no fue visible.

-Lloyd. -Kai se agachó junto a él-. ¿Estás bien?

Él se limitó a asentir con la cabeza.

-Vámonos.

Sorbiéndose la nariz, se colocó la capucha para que le tapara la mayor parte de la cara (no quería que lo vieran así) y se puso de pie, dejando por alto la mano de Kai en su hombro. Le dolía la espalda por el golpe, pero, más que nada, el alma era lo que le pesaba.

💚 ° 𝙻𝚕𝚘𝚢𝚍 𝙶𝚊𝚛𝚖𝚊𝚍𝚘𝚗. . . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora