Kai abrió los ojos.
Su cuerpo estaba centímetros de la lava, tirado a un lado de un extremo del volcán. La cabeza le ardía y el sudor le caía por los ojos. La lava burbujeaba a un lado de sus manos.
Lo último que recordaba era que una terrible honda de energía lo había lanzado. Su cabeza había chocado contra la pared, y entonces perdió la consciencia.
El recuerdo se avivó cuando sus golpes se acentuaron. Las manos le hormigueaban después de usar tanto su poder, sobre todo de una manera en la que nunca lo había empleado.
Se obligó a ponerse de pie, ignorando lo que en ese momento sentía. Los ojos le escocían y el humo le dificultaba tanto la visión como la respiración.
Buscó con la vista alguna amenaza, pero no vio a Hocksman. Aquello no le hizo sentir mejor.
Sintió una punzada en el abdomen, que le arrancó un gemido de dolor. La mancha de líquido verdoso seguía en su ropa, y el efecto era más fuerte. Aún no se explicaba qué era. Cuando Lloyd había atacado, Kai había observado que aquel líquido salía de sus manos segundos antes de formar las esferas de energía. Era ardiente; quemaba, pero no sabía si de frío o de calor. Era como si sus propios poderes (fuego), los de Zane (hielo) y los de Jay (rayo) se hubieran mezclado en uno solo, multiplicando el efecto tanto de duración como de sensación.
Lloyd.
¿Dónde estaba?
Kai lo buscó por encima del humo que subía al cielo en una enorme nube oscura. El calor era más insoportable, aún más que en el incendio que antes habían sobrevivido. Si su elemento no hubiese sido el fuego, habría terminado cocinado hace algunas horas —o el tiempo que haya durado inconsciente—.
Su garganta estaba demasiado seca como para gritar algo, pero no tardó demasiado en hallar a Lloyd. El niño estaba delante, tumbado en el suelo. No parecía consciente.
Kai se apresuró a su encuentro. Cruzó por la lava lo más rápido que sus pies lo permitían. Le daba la sensación de que su cuerpo no aguantaría mucho más estando en esas condiciones. Pero si iba a morir, que fuera al lado del chico al que había estado protegiendo. No se rendiría tan fácil.
Un nuevo temblor sacudió el volcán y por poco tiró a Kai a la lava, que burbujeaba como loca. Algunas gotas saltaron a sus pies y pedazos de piedra de los bordes taparon algunas de las pequeñas salidas que las paredes del lugar ofrecían. Su única esperanza de salir estaba destruida.
Kai continuó cuando el terremoto cesó, hasta que se topó con un obstáculo más: dos metros de lava al descubierto por el cual era imposible pasar. Kai no lo pensó dos veces y saltó. Aterrizó por pura suerte en el otro extremo, a unos metros de Lloyd.
Kai mentiría si dijera que la escena no le partió el corazón.
Lloyd estaba tirado, con los ojos cerrados y el rostro relajado. La mitad de su cara estaba hundida en la roca. Su piel estaba cubierta de tantos cortes que Kai se sorprendía de que había seguido luchando a pesar de ellos. Algunos eran pequeños; otros seguían sangrando. Como la piel de Kai, estaba cubierta de hollín. Lo que más le impactó fue aquel líquido verde que salía de sus manos. Formaba charcos alrededor de ellas. Brillaba de una manera hipnotizante, pero también algo enfermiza. No sabría describirlo.
Además, estaba aquel corte en su cabeza... El cabello alrededor de él se había teñido de rojo. Parecía haberse agravado más.
Kai se acercó y lo tomó con cuidado. Se sentó con la espalda recargada en la pared del volcán y puso a Lloyd sobre sus piernas. El piso ardía. Lo único que podía hacer por el chico ahora era resguardarlo del calor que el suelo brindaba.
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💚 ° 𝙻𝚕𝚘𝚢𝚍 𝙶𝚊𝚛𝚖𝚊𝚍𝚘𝚗. . .
Hayran Kurgu𝘔𝘢𝘳𝘨𝘪𝘯𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘪𝘣𝘢, 𝘓𝘭𝘰𝘺𝘥 𝘴𝘦 𝘤𝘳𝘦𝘪́𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘰𝘭𝘢 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘱𝘦𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴; 𝘦...