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Espera un momento.

¿Crees que los capítulos son cortos, largos? ¿Así están bien?

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Sigamos con el drama.





Jay no podía creer que volvió a pisar un hospital. La última vez, en efecto, había sido por culpa de otro de sus inventos fallidos. Había sido más cuidadoso a partir de entonces para no volver, pero... aquí estaba.

En realidad no tenía malas experiencias. No le gustaban porque eran aburridos y porque la comida era... no tan buena.

Ahora que se ocupaba de buscar al niño, se estaba dando un pequeño tour. ¿Desde cuándo tenían un banco de sangre? ¡Increíble!

Kai y Jay se habían separado desde hace ya un rato. A Jay le pareció extraño la manera nerviosa y frustrada con la que Kai se comportó desde que sucedió lo del incendio. Probablemente se sentía culpable.

Jay se alegraba de no estar en su lugar.

La perspectiva del ninja hacia Lloyd no era muy importante. Sí, era extraño, obvio, compartir en donde vivía con un niño desconocido hijo del mayor villano con el que esperas no enfrentarte nunca. Pero, bueno, no representaba una amenaza. Era divertido ver cómo peleaba con Kai a veces, y también era entretenido ver las expresiones que hacía al ver las películas que él mismo, Jay, ponía.

En realidad, no le sorprendía que se escapara.

Jay lo había hecho un par de veces antes y era muy divertido ver a los doctores locos corriendo de acá para allá con tal de buscarlo. Ahora entendía el problema que presentaba a los doctores buscarlo. Estando del otro lado, era complicado buscar a un niño de treinta kilos y metro y medio escondido en alguna parte de un edificio enorme.

Jay llevaba casi una hora gritando su nombre. Había ido a pediatría, a emergencias, e incluso a psiquiatría, pero no había nada.

Finalmente fue a la cafetería. Seguramente Kai lo reprendería por ello, pero en algún punto a Lloyd debía darle hambre. Además, había sillas en las que sentarse y el olor a comida dulce y calientita era delicioso.

Sin querer, dio resultado.

Cuando Jay estaba mirando con hambre unos muffins de chocolate en una bandeja en la barra, de repente una mano que salió de abajo se llevó unos pares -de seguro los que una persona pequeña podía llevar-.

Jay se levantó y miró a ambos lados para que no lo vieran. No había nadie, ni siquiera personas comiendo. Se acercó a la barra y esperó a que de nuevo apareciera. Cuando la mano se alzó de nuevo, Jay rápido le agarró la muñeca y lanzó un victorioso: ¡Ja!

-¿Te puedo ayudar en algo? -dijo una voz atrás. Era otra enfermera.

-Ah... -Jay vio su mano. Sólo había alcanzado a agarrar una envoltura de muffin.

-Vas a pagar por eso, ¿cierto?

-¡No, no! Es que yo no fui. Verá, estoy...

-Robando, claro.

-¡No, no! ¡Lo juro!

-Vamos, chico, tendrás que pagar por eso o te denunciaré. ¿Sabes cuánto tiempo tardo en hacerlos, sólo para que tú llegues y te los comas?

-Rayos -murmuró-. No, no. Hay un niño que están buscando. Pensé que había sido él y...

-Vamos, eso es pretexto.

💚 ° 𝙻𝚕𝚘𝚢𝚍 𝙶𝚊𝚛𝚖𝚊𝚍𝚘𝚗. . . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora