💚 ° 𝙻𝚕𝚘𝚢𝚍 𝙶𝚊𝚛𝚖𝚊𝚍𝚘𝚗. . .

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Volar en una enorme esfera de fuego desde un volcán no era la manera más normal de salir de una situación mortal. 

Y tampoco la más suave.

Kai y Lloyd salieron disparados del volcán hacia el cielo oscuro. El calor dentro de él había sido tan insoportable que ahora mismo les habría dado hipotermia de no haber sido por el calor que Kai irradiaba. El viento les revolvía el cabello, y Lloyd se aferraba a Kai con tanta fuerza mientras apretaba los ojos que desgarró su ropa.

Entre el impulso y el aturdimiento, Kai logró enfocar su vista. El Bounty estaba a metros por debajo de ellos, a poca distancia del volcán. Seguramente se habían dispuesto a bajar por ellos. O tal vez ya lo habían hecho...

El ninja fijó la vista en la cubierta. Segundos después, sintió el impacto sobre sus huesos, recibiendo el golpe por Lloyd, a quien había envuelto en sus brazos antes de usar la lava para salir.

Kai por poco perdió la consciencia. Aquel estado ardiente —en forma literal— lo mantuvo despierto el tiempo suficiente para ver a sus hermanos salir de la cabina de mandos.

Kai se relajó en el suelo de la cubierta, con los brazos extendidos. Su fuego se apagó, dando su misión por concluida. Alcanzó a oír a Nya gritando su nombre, a Zane murmurando diagnósticos, pero Kai sólo se podía concentrar en lo reconfortante que el suelo de madera resultaba. Estaba frío. Las estrellas se alzaban por encima de sus cabezas y brillaban con esplendor. Jamás se alegró tanto de verlas como ese día.

Entonces poco a poco fue dándose cuenta de la situación. Lloyd estaba inconsciente a un lado. Su piel ardía de un color rojizo, seguramente por haber usado el elemento del fuego. No alcanzó a ver demasiado.

Kai hizo lo posible por volver de nuevo en sí. Se llevó una mano a la frente y se secó el sudor. Luego se sentó con cuidado y Nya, gracias al Primer Maestro, lo ayudó a recargarse sobre el mástil.

Zane se acercó a Lloyd y revisó sus heridas. Kai supuso que había optado por revisar al que más grave se encontraba.

—¿Qué sucede, Zane? —le preguntó, agotado.

—Es pronto para saber —contestó con simpleza, sin apartar la vista de Lloyd. Con sus manos comenzó a examinar los huesos del niño.

—Kai, ¿cómo...? —comenzó Nya.

Cole se acercó con un vaso de agua, pedido por el ninja del hielo con anterioridad. Jay salió detrás, consternado.

—¡¿Estás vivo?! —exclamó el último.

—Yo también me alegro, Jay —dijo Kai.

Cole le tendió el vaso de agua.

—¿Qué sucedió? —le preguntó.

Kai, entre sorbos y tartamudeos, logró explicarles casi todo: quién era el señor Hocksman en realidad, lo que habían visto que podía hacer, y también de su horrible plan de utilizar a Lloyd para sus planes futuros. Incluso de sus sospechas de que Lloyd era el Ninja Verde, y que lo peor aún no había sucedido.

Omitiendo, claro, algunas partes que ahora le parecían cursis, casi todo lo que habían pasado fue contado.

Los demás oían horrorizados su historia.

Lo que todos ignoraban era que su pesar aún no terminaba, y que daría pronto paso a uno nuevo.

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Los siguientes días no fueron mejores.

Kai no se sentía del todo recuperado. Si bien Lloyd había absorbido su poder del cuerpo de Kai, su efecto seguía. Había impactado justo el área del estómago, por lo que, por no decir otra cosa, todo lo que comía volvía a salir sin ser digerido. Entre malestares y días sin descanso, las ojeras tanto de Kai como de Zane comenzaban a notarse más.