Terry aprovechó el tiempo de descanso entre ensayos para continuar leyendo el diario de su madre...
En consecuencia, a la mañana siguiente me vestí con todo el cuidado y el aseo que permitía mi rústico guardarropas y, después de dejar mi caja especialmente recomendada a la posadera, me aventuré sola, y sin encontrar más dificultades que las que pueden asaltar a una chica campesina de apenas quince años, para la que cada tienda era una trampa para los ojos, llegué a la deseada agencia de colocaciones.
Una mujer... se acercó.
Parecía que quería devorarme con los ojos, mirándome con fijeza de arriba abajo, sin cuidarse de la confusión y los rubores que me causaba su mirada fija, rubores y confusión que fueron, sin duda, mi mejor recomendación, pues le indicaban que yo era adecuada para sus propósitos.Después de un rato en el que examinó estrictamente mi aspecto, persona y figura que yo, por mi parte, procuré mejorar estirándome, irguiendo la cabeza y mostrando mi mejor aspecto.
— Buscas una colocación, querida?
–Sí, si le place –le dije, mientras hacía una profunda reverencia.
Ante esto, me comunicó que ella misma había venido a la agencia a buscar una sirvienta; que creía que yo serviría, si aceptaba sus enseñanzas; que estaba dispuesta a considerar mi aspecto como recomendación; que Brooklin era un lugar vil y malvado; que esperaba que yo sería dócil y que me mantendría alejada de las malas compañías; en una palabra me dijo todo lo que una profesional de experiencia en la ciudad podía decir, que fue más de lo necesario para engañar a una ingenua e inexperimentada doncella campesina.
Estaba siendo contratada ante las narices de la buena mujer que dirigía la agencia, cuyas astutas sonrisas y encogimientos de hombros no pude dejar de observar; inocentemente pensé que demostraban su complacencia porque había encontrado tan prontamente una colocación, pero como supe más tarde, esas viejas brujas se entendían muy bien y éste era un mercado al que la señora Brown, mi ama, concurría con frecuencia, a la caza de mercancías frescas que pudiesen ofrecerse para el uso de sus clientes.
Podéis estar segura de que mi buena opinión acerca de mi empleo no disminuyó ante la aparición de un salón de estar, al que fui conducida y que me pareció magníficamente amueblado, a mí, que no había visto más salas que las comunes de las posadas del camino.
Había dos espejos en los entrepaños de la pared y un aparador en el que brillaban unos platos, dispuestos para lucir; todo eso me persuadió de que debía haber entrado a servir en una familia muy reputada.
Aquí mi ama comenzó a representar su papel, diciéndome que debía ser alegre y libre con ella; que no me había tomado para ser una criada común, para realizar las faenas domésticas, sino para que fuera una especie de compañera para ella y que si yo me comportaba como una buena chica sería más que veinte madres para mí, a todo lo cual respondí sólo con las más profundas y torpes reverencias y unos pocos monosílabos como «¡sí!», «¡no!», «¡claro!»
Finalmente, mi ama hizo sonar la campanilla y entró la robusta doncella que nos había abierto la puerta.
—Lara— dijo la señora Brown–. Acabo de tomar a esta joven para que se cuide de mi ropa blanca, de modo que apresúrate y muéstrale su cuarto; te ordeno que la trates con tanto respeto como a mí, porque me gusta prodigiosamente y no sé qué no haría por ella.
Lara, que era una mala pécora y estaba habituada a esos fingimientos, la comprendió perfectamente, me hizo una especie de media reverencia y me pidió que subiera con ella; consecuentemente me enseñó una bonita habitación.Luego comenzó a alabar afectadamente a ¡su buena ama!, ¡su dulce ama! y ¡qué feliz era yo de haberla hallado!
Yo no hubiese podido decirlo mejor.

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Tú, Mi hermano
FanfictionEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...