Richard Grandchester se encontraba en su despacho, sumido entre papeles de negocios, llevaba horas ahí dentro, el sol había cambiado de posición y las sombras de los árboles del jardín se alargaban un poco más, entre su correspondencia había un fino sobre de papel color crema con caligrafía femenina cuyo contenido había robado ya media hora de su apretada agenda, cavilaba en silencio, ideando alguna forma de complacer a la mujer que tanto le debía, y a la vez recordaba el pasado, ese pasado que siempre se había negado a quedarse en su lugar, enterrado entre un montón de "que hubiera sido sí".
No por primera vez se preguntaba si acaso la vida de su hijo sería muy diferente a lo que era hoy si él hubiese decidido quedarse junto a Eleanor, renunciar a los deberes familiares y simplemente formar una vida al lado de la mujer que ciertamente había sido el amor de su juventud. De haber sido así, seguramente Terrence hoy no sería solamente un joven actor lleno de fama, hubiera crecido en América, tal vez hubiera tenido "hermanos..."
Ya había vivido siete meses con el duque de Grandchester... cuando un día, volviendo a casa después de hacer una visita en la que solía demorarme más tiempo, encontré abierta la puerta de calle y a la doncella de la casa hablando allí con otra persona, de modo que entré sin golpear; cuando pasé me dijo que el señor... estaba arriba. Subí y entré en mi habitación, sin más idea que quitarme el sombrero, etc., y luego ir a recibirlo al comedor, comunicado con mi alcoba por una puerta, como es habitual. Mientras desataba las cintas de mi sombrero me pareció oír la voz de Hannah, mi doncella, y una especie de forcejeo que despertó mi curiosidad.
Fui silenciosamente hacia la puerta, donde se había caído un nudo de la madera, proporcionando una excelente mirilla para contemplar la agitada escena en que estaban enzarzados los actores; tanto que no me habían oído abrir la puerta cuando pasé del descansillo de la escalera a mi dormitorio.
–Por favor, señor, no... suélteme... yo no soy para usted... Seguramente usted no querrá rebajarse con una pobre chica como yo... ¡Dios! Señor, mi ama puede volver... Yo no debo... Voy a gritar...
Todo ello no fue obstáculo para que permitiera que, insensiblemente, él la llevara hasta el extremo del diván, lugar donde un ligero empellón sirvió para que cayera sin dificultades; y como mi caballero había alcanzado con sus manos la fortaleza de su virtud, ella pensó, sin duda, que era hora de abandonar la discusión y que todo intento de defensa sería vano. El, arrojándole las enaguas sobre la cara, que ahora estaba rojo escarlata, descubrió un par de muslos gruesos y fuertes y tolerablemente blancos; los apoyó en sus caderas y sacando su arma desenvainada la metió en el lugar hendido.
Si yo hubiese amado a ese hombre, mi naturaleza no me hubiese permitido contemplar la escena pacientemente; me hubiese precipitado y hubiese representado el papel de la princesa celosa con gran violencia. Pero ése no era el caso: sólo mi orgullo estaba herido, no mi corazón, y pude controlarme fácilmente hasta ver cuan lejos era capaz de ir, para que mi conciencia tuviera una certeza completa.
Venganza; la sola aparición de esa idea me devolvió una perfecta compostura y deleitada como me hallaba con el confuso plan que había en mi cabeza, me fue fácil controlarme como para desempeñar el papel de ignorante que me había impuesto. Cuando terminé con estas reflexiones fui en puntillas hasta la puerta del descansillo y abriéndola con ruido fingí haber llegado a casa en ese momento; después de una breve pausa, como para quitarme el sombrero abrí la puerta del comedor, donde encontré a la maritornes soplando el fuego y a mi fiel pastor andando por la habitación y silbando, tan fresco y despreocupado como si nada hubiese sucedido.
Un embarazo imprevisto corto mis planes abruptamente durante los dos primeros años, en los que le había dado su primer hijo al duque, y estando en los primeros meses de espera del segundo... conocí a William.
Un hombre maravilloso, enorme en todo sentido, y ahora que lo recuerdo bien, era un mozalbete al que lo induje en sus primeros pininos a aprender sobre el poder de su arma desenvainada en mi golosa hendidura.
Por mi parte, un ardiente capricho, una juguetona picardía me había invadido: había desafiado a mi hombre a ponerla en práctica prontamente, cosa que hizo sin vacilar para complacer mi humor. Yo estaba en el sillón con la camisa y la enagua levantadas y los muslos abiertos y montados sobre los brazos del sillón, presentando un blanco perfecto a Will que había sacado su arma y estaba a punto de enterrarla en mí; pero habiendo olvidado asegurar la puerta de la alcoba y estando la del gabinete completamente abierta, el duque de Grandchester nos sorprendió antes de que nos apercibiéramos y nos vio exactamente en esas condenables actitudes.
Yo di un fuerte grito y dejé caer mi enagua; el estupefacto muchacho estaba pálido y tembloroso, esperando su sentencia de muerte.El me miraba con una mezcla de indignación y desprecio y, sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió.
Nuevamente yo iba a la deriva y había sido abandonada por un caballero al que ciertamente no había merecido. Y todas las cartas, las artes, gritos, los amigos y las súplicas que utilicé durante la semana de gracia, no lograron siquiera que volviera a verme llevándose consigo a Londres a nuestro hijo.
Había firmado una sentencia irrevocable y yo sólo podía someterme a ella. Poco después desposó a una duquesa de alcurnia y fortuna; y he oído que es un marido irreprochable.
En cuanto al pobre Will, fue enviado inmediatamente al campo con su padre, que era un granjero acomodado; no pasaron más de cuatro meses antes de que la rolliza viuda de un posadero, muy bien dotada en dinero y comercio, seducida y quizás con conocimiento previo de sus excelencias secretas, se casara con él.
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Tú, Mi hermano
FanficEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...