—¡No estoy para nadie!— Fueron las palabras que su mayordomo recibió en el momento en que alguien cruzó la puerta de la mansión de Chicago.
Cuando miro las escaleras pudo darse cuenta de que su patrón, William Ardlay, subía las escaleras para de un portazo encerrarse en su habitación.
Albert sintió un vuelco en su enojado corazón. Una pizca de curiosidad lo invadió... ¿Debería atreverse a leer aún más?
"Figuraos, un mozalbete rubio, de dieciocho o diecinueve años con la cabeza reclinada en uno de los lados del sillón, con los cabellos rizados en desorden, sombreando irregularmente un rostro en el que la lozanía de la juventud y la gracia viril conspiraban para fijar mis ojos y mi corazón. Hasta la languidez y la palidez de su cara, en la que el momentáneo triunfo del lila sobre el rosa se debía a los excesos de la noche, daba una inexpresable dulzura a los más finos rasgos que se pueda imaginar. Sus ojos, cerrados por el sueño, exhibían los bordes de los párpados bordeados por largas pestañas sobre las cuales ningún lápiz podría haber dibujado dos arcos más regulares que los que adornaban su frente que era alta, perfectamente blanca y suave. Luego dos labios bermejos que hacían pucheritos y se presentaban hinchados, como si una abeja acabara de picarlos, parecían desafiarme a abusar del encantador durmiente si la modestia y el respeto que en ambos sexos son inseparables de una verdadera pasión, no hubiesen frenado mis impulsos.
Pero viendo el cuello de su camisa abierto y un pecho más blanco que un copo de nieve, el placer de contemplarlo no pudo sobornarme para alargar la contemplación poniendo en peligro una salud que comenzaba a ser la principal preocupación de mi vida. El amor que me volvía tímida me enseñaba también a ser tierna. Con una mano temblorosa tomé una de las suyas y lo desperté tan dulcemente como me fue posible; él se sobresaltó y mirándome algo desconcertado al principio, dijo con una voz cuyas armoniosas vibraciones llegaron directamente, a mi corazón:
–Por favor, niña: ¿qué hora es?
Se lo dije y añadí que podría coger frío si seguía durmiendo con el pecho descubierto en el aire fresco de la mañana. Agradeció eso con una dulzura que armonizaba perfectamente con la de sus rasgos y sus ojos; estos últimos estaban ahora muy abiertos y me observaban afanosamente, llevando el ardor de su fuego vivaz directamente a mi corazón."Albert se quedó sonriendo y negando con la cabeza, como incrédulo a lo que pasaba. Tomó una copa de cristal de la cantina que tenía en la habitación, para servirse del fino vino que George le había traído hace poco rato que estuvo ahí. Dispuso de un poco, estuvo girando el líquido en la copa para disfrutar del aroma de la selecta cosecha...
William sabía de cosas buenas, pero por ninguna de ellas cambiaría sus años vividos austeramente en el Magnolia con su amada Candy.
Pasaron los minutos, y ahí seguía, perdido en su encrucijada...
— Si George me viera aquí, todavía vacilante, ya me hubiera dicho: "El gran temerario William Albert Ardlay , osado en sus decisiones, trotamundos por convicción, aventurero en el África salvaje, sobreviviente a explosiones de tren, temeroso de leer el diario de una chica de 15 años. ¡Háyase visto!" ... Pero es que no es solo leer un diario ajeno, es el diario de Candy, mi Candy... Me aterra leer algún otro día, y yo no haya estado para cuidarla. Y si soy sincero, también me aterra que en todo ese tiempo y a pesar de habernos visto, no haya considerado interesante esos encuentros conmigo y ni siquiera me mencione... En fin... haré eso que llaman "leer por encimita" sin reparar demasiado en sus curiosidades. Al fin y al cabo, ya muchos detalles me los ha contado ella... No debo ser tan masoquista... Bien, ¡eso haré!
Avanzó a su cama. Dejó la copa en el velador y tomó el Diario. Observó los extremos del libro... los acarició con sus dedos, y pensó justo en aquel instante en que lo eligió:
— Por favor, George, encárgate de que pongan este Diario personal en la habitación de Candy. Estoy seguro de que a esta parlanchina señorita le vendrá bien algo como esto. Ese colegio es realmente muy estricto, y extrañará conversar con alguien o a quien platicarle su día a día... así que podrá hacerlo aquí. Y la pasta dura y forro clásico de piel es propio para una princesa intrépida como ella. Si... ¡Candy necesitará algo resistente a todo! — rió en voz alta, junto con George en aquel entonces.
Sí... conocía bien el lugar y la conocía bien a ella. ¿Qué tanta más novedad podía leer ahí? Su inquietud pudo más que su temor. Abrió el Diario, ahora si en la siguiente hoja...
"Cuando me miró reconoció en mi a una de las pupilas de la casa que había llegado para divertirle; y dándome el primer beso que haya recibido de un hombre en mi vida, me preguntó si le concedería el favor de mi compañía, asegurándome que valdría la pena para mí. Pero aunque mi recién nacido amor, ese domador de la lascivia, no se hubiese opuesto a una capitulación tan pronta, el miedo de ser sorprendida por la casa fue un obstáculo suficiente a mi asentimiento.
Le dije entonces en el tono que me dictó el amor, que por razones que no tenía tiempo de explicarle, no podía quedarme en su compañía y quizás no volviera a verle; un suspiro nacido en el fondo de mi corazón acompañó esas palabras. Mi conquistador, que, según me dijo después
después, había quedado muy impresionado por mi aspecto, y gustaba de mí tanto como podía pensar en gustar de cualquiera que estuviera en mi situación, me preguntó rápidamente si quería ser su mantenida y dijo que tomaría un alojamiento para mí y me liberaría de cualquier compromiso que yo pudiera tener con la casa. Temerario, súbito, mal sopesado y hasta peligroso, como podía ser ese ofrecimiento de un perfecto desconocido, siendo ese desconocido un jovenzuelo atolondrado, el prodigioso amor que sentía por él había puesto un encanto en su voz que no pude resistir y me cegó a cualquier objeción; en ese instante había muerto por él, ¿creéis entonces que podría haber resistido una invitación a vivir con él?"Albert ni cuenta se había dado que leyendo y leyendo, había acabado con esa copa de que se sirvió. Sería por efectos de eso, y por supuesto, por lo que leyó, que su rostro se notaba sonrojado y su humor se había tornado totalmente diferente al de hace rato.
Sus manos sostuvieron su cabeza. Sabía que Candy llegaría pronto a la mansión...No, no esto debía ser un nuevo comienzo, si bien las cosas habían terminado mal con Terry; desde luego, con esta nueva oportunidad las enmendaría. Pero es que ella lo ponía tan difícil ¿por qué no entendía? que solo la quería proteger, amar y darle todo lo que ella le pidiera. ¡Si tan solo ella confiara en él! ¡Si tan solo ella realmente lo quisiera una decima parte de lo que él la quería! La Felicidad estaba solo a un paso. Pero el temor no se iba, siempre estaba ahí con una desazón indestructible ¿Porque no podía estar seguro de esos sentimientos? Si bien antes se podía preguntar:¿Porque era tan exquisitamente excitante tenerla junto a él y tan irritantemente decepcionante no poseerla? Ahora era una simple frase, una sola simple cuestión y le carcomía el alma, lo volvía loco, lo sacaba de la cordura:¿Porque era tan exquisitamente excitante tenerla junto a él? empero ¿Por que no era suficiente?
![](https://img.wattpad.com/cover/291156269-288-k555933.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Tú, Mi hermano
Fiksi PenggemarEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...