Terry salió a toda prisa con él corazón en la mano. Solo repetía una y otra vez la mantra.
¡Dios mío por favor protégela!
—¿Que sucede? Deseo hablar contigo.
—Ahora no, tengo que ir en busca de Elisa.
En ese momento se dio cuenta que él trayecto hacia el escondrijo de ese criminal. Sería él viaje mas largo de toda su vida.
Ella estaba despertando y le dolía un poco la cabeza, ni siquiera recordaba q se hubiera golpeado, estaba oscuro pero había un olor muy desagradable en él ambiente, al parecer estaba en él piso porque su espalda le dolía x la dureza de este. Intento ponerse de pie pero su cuerpo al parecer estaba como dormido. ¿Dónde estaba? De pronto todo llego de golpe. La fiesta, él desagradable encuentro con Terry, luego mirándola con tanto desprecio y sin poder explicarse, las miradas acusatorias de todos los invitados y luego... luego Daniel... Si
Y luego no recordaba mas debió haberla golpeado con algo, y si esto era así su vida corría peligro, jamás se perdonaría por no haberlo acusado ante las autoridades, hizo una llamada anónima pero ella sabia que no era ningún tonto, a esas alturas tendría la certeza de que lo había delatado y tenia las horas contadas. Todavía un poco mareada tomo fuerzas e intento moverse pero todo esfuerzo fue inútil escuchó abrir un candado y pasos que se acercaban.
—Así que la dama piensa escapar.
—¡No te atrevas a tocarme!— grito.
—Mírenla la muy digna ya hasta habla con los gritos y todos esos trapos bonitos encima no te hacen mejor que nadie.
—Déjame ir o te arrepentirás.
—No te atrevas a amenazarme, la que va a pagar aquí eres tu por haberme delatado con la policía, pero ni creas que voy a ir, primero me divertiré contigo y luego te mando para él otro mundo.
—Te lo pido, déjame ir. No le diré nada a la policía.
—Obviamente que no dirás nada me cansare de jugar contigo.
—¡Si te acercas no respondo!— dijo intentando parecer fuerte cuando sabia que tenia todas las de perder.
Él terror la invadió mucho mas cuando saco de entre sus ropas un enorme cuchillo.
—Ya estoy harto de tantas palabrerías... es hora de jugar.
Se acerco a ella como un animal enfurecido— aprenderás que nadie de mete con Daniel Ratz, porque yo siempre ganó.
Y de pronto ya estaba a horcajadas encima suyo, tuvo que armarse de valor para no vomitar en aquel instante, sabia que si se atrevía a desmayarse en aquel momento no podría defenderse de los ataques, pero es que era tan desagradable... en ese momento decidió que pretendía morir o matarlo pero no permitiría que le hiciera daño.
—No te resistas tarde o temprano te haré mía, lo llevo deseando desde que te vi en el colegio San Pablo y te hiciste mujer, pero pensándolo bien me esta gustando que des peleas siempre me han gustado las potras, para yo poder domarlas. Y con el cuchillo empezó a rasgarle su vestido.
Elisa supo que debía hacer o decir algo para descontrolarlo o este seria su fin.
—Me alegrara mucho cuándo el tío abuelo William te de su merecido, ni siquiera sabes lo que le hizo al ultimo hombre que se atrevió a tocar a una Ardlay, ya sabes la fama que tiene, incluso unos dicen que mato a su madre.
La zarandeó con fuerza.
—Mientes... ¿porque se preocuparía Ardlay por alguien como tu?
—Porque yo soy quien salvo a su mujer desde hace ya varios meses, la conoces... es Candy... pobrecito Daniel, tú que te crees invencible... Ya no demora, se que viene tras de mi.
Todo era mentira en él hipotético caso de que alguien hubiera decidido salir a buscarla nunca iba a dar con ella antes de que el duque de Ratz la matara. Ni siquiera sabían donde estaba. Pero al parecer sus palabras lo hicieron poner nervioso, ya no tenia tantas ganas de hablar. Fue en ese momento que decidió que era su oportunidad para huir o al menos intentarlo... con todas sus fuerzas lo pateo entre sus piernas y mientras se retorcía del dolor ella corrió hacia la puerta, pero todo fue en vano, Daniel estaba mucho mas furioso.
—¡Pagarás por esto!. —Le decía mientras la jalaba de los cabellos y la empujo nuevamente al piso. Escuchó él sonido que hizo su cabeza al chocar contra el suelo, ya sin fuerzas se puso sobre ella y siguió golpeándola en él suelo sin piedad. Sabia que había llegado su hora y con él ultimo pensamiento en su cabeza alcanzó a pronunciar — Terry te amo — y luego todo fue oscuridad.
Tumbaron la puerta de un solo golpe y una docena de policías irrumpían en él pequeño cudril pero él primero en ver la escena fue Terry, ese mal nacido estaba matando a Elisa, lo tomo por él cuello y lo levanto para luego golpearlo una y otra vez.
—Cobarde, golpeando a una mujer... atrévete a pelear conmigo — él odio lo dominaba quería hacer justicia con sus propias manos, la voz de un policía que le dijo que dejara él castigo para la justicia y que debía hacerse cargo de su mujer, fue lo que lo detuvo.
—¡Elisa! ¡Amor jamás me perdonaré esto!, no te mueras te lo ruego — la tomo en brazos y se la llevo hasta el castillo Grandchester en donde él médico de la realeza lo estaba esperando.
Las cosas no mejoraron para Elisa, después de que él medico la revisó dijo que había recibido golpes muy fuertes en su cráneo ocasionando varias fracturas, indicó que no sabían si había hemorragia interna, esas fueron las palabras mas terribles que Terry esa noche escuchó.
—Duque de Grandchester he hecho hasta aquí todo lo humanamente posible, vendré a visitarla a diario y si nota alguna cosa llameme a cualquier hora. De aquí en adelante todo esta en manos de Dios.
Terry no se despegaba ni un solo minuto de la cama en donde estaba Elisa, algunas horas antes del amanecer, había llorado por sentirse impotente y no poder hacer algo mas por ella, otras veces, le hablaba disculpándose por la forma en que la había tratado, se decía que si él no hubiera reaccionado de esa forma, ella jamás habría abandonado la mansión.
—¡No me dejes, no me puedes dejar!.
Antes del amanecer, Elisa Leegan había fallecido en los brazos de un desesperado Terry.
Parecía que el linaje de los Grandchester estaban destinados a la soledad y al desamor.
Fin.
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Tú, Mi hermano
FanficEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...