La luz del sol se filtraba por una ventana, podía escuchar el sonido de las aves cantando y podía sentir la suavidad de las sabanas cobijando su cuerpo. Abrió los ojos para darse cuenta que se encontraba en una habitación, recostada en una gran cama majestuosa.
— Buenos Días — Le dijo una voz suave y femenina — Mi nombre es Gecka, Yo estaré a cargo de usted durante su estadía — Dijo una mujer ya madura en años aproximándose a la cama donde la joven aun se encontraba recostada
—¿Donde estoy? ¿Por que me trajeron aquí? — Dijo rapidamente Candy poniéndose de pie y tomándose rapidamente de un mueble para caerse debido a un fuerte mareo.
—Señorita, con cuidado, aun se esta recuperando de la anestesia — Dijo la mujer.
Candy se levanto liberandose del agarre de la mujer y se aproximo a la ventana para observar donde se encontraba, el lugar le parecía muy conocido, aquellos grandes arboles, la vista, la gran cerca de hierro imponente que cubría la propiedad
—¿Donde estoy? — Pregunto Candy nuevamente tomando su cabeza entre sus manos. Era imposible que se encontrara en aquel lugar, debía ser su imaginación, Pensaba mientras a pasos seguros se aproximaba hasta la puerta
La mucama no la retuvo y solo siguió a Candy mientras esta salia de la habitación y reconocía aquel gran y largo pasillo. Su memoria y sus pasos la condujeron hasta el final de aquel grande corredor, con el corazón en la mano llego hasta una gran puerta blanca que se abría en dos, giro ambas perillas y esta se abrió ante sus ojos
Candy solo pudo retener el aliento y taparse la boca con ambas manos para no dejar salir un grito de la impresión, era aquella sala, todo seguía tan intacto como lo recordaba, el gran sillón blanco, el piano, la chimenea. Estaba en Escocia, en aquella hermosa residencia donde había pasado las vacaciones de verano del colegio San Pablo.
— Muy buenos días Candy — Dijo una voz masculina a sus espaldas
Sin poder evitarlo, gruesas lagrimas salieron de sus verdes ojos corriendo por sus mejillas. Albert se acerco con lentitud y una vez frente a ella con delicadeza limpio sus mejillas con sus pulgares. Candy se le abrazó con fuerza, El rubio llevo una de su manos hasta el hombro derecho de Candy y suavemente bajo la pequeña manga descubriendo el hombro de la rubia que dejo de respirar en esos instantes
Albert acaricio el pequeño hematoma en la blanca piel de Candy, producido por aquella inyección que le habían aplicado para dormirla — Les dije que te trataran con delicadeza, lo siento — Se disculpo el con voz suave sin dejar de acariciar la piel de la rubia
Candy apenas podía respirar, bastaba con un pequeño y tierno toque de su parte para hacerla vibrar de la cabeza a los pies —Albert ¿que has hecho? — Susurro en voz baja con ojos cristalinos
— Albert, gracias por lo que hiciste por mi, no sabes lo agradecida que estoy contigo, pero favor explícame ¿que tienes planeado!? ¡Tengo tanto miedo de los problemas que puedas tener por mi culpa! — pronunció temerosa
—Primero tengo que pedirte perdón por la forma tan violenta y traumatica que tuve que usar para sacarte de allí, pero tenia que hacer que todo pareciera un secuestro del mismo grupo terrorista que me secuestro, Puedes estar tranquila, nadie fue herido, bueno, solo el gorila que cuidaba la puerta pero fue una herida leve en la pierna, nada de gravedad.
—¿Como te enteraste? —Interrumpió
—George, mi tía Elroy y por último Terrence, se enteró lo que estaba haciendo el cobarde de Daniel Ratz gracias a una mucama... obviamente tuve que decir que no era mi problema y que no podía ayudarte, no le confiaría a nadie este plan y menos tu futuro paradero.
—¿Podrías darme un beso? Te he extrañado demasiado Albert, pero mi corazón me decía que a pesar de todo te volvería a ver.
—Creo que tenemos que hablar Candy, vístete.
Su mente pensó mil cosas, ¿sería que el sintió avergonzado? después de todo creía que ella había hecho "eso" con alguien más... con muchos más, no podía culparlo su madre paso su vida "trabajando" para caballeros, además, ella misma nunca le dijo que no fue amante de Terrence, ¿como podía culparlo por sentirla sucia? eso unido a la forma tan descarada en que ella se había comportado.... La actitud de Albert era lógica. No le quedaba más que una sola salida, convencerlo de tenerla como amante hasta que encontrara una esposa respetable... ¡deseando que nunca apareciera! Lo convencería de la única forma que según leyó en aquel diario de seguro funcionaria.
Después de todo conocía la casa Grandchester y lo solitaria que siempre se hallaba. De modo que viendo que el vestido que tenía puesto seguía ahí, rasgó la falda y después de quitar algunas partes, decidió usarlo sin nada más por dentro...Al llegar a la cocina, la mucama sonreía disimuladamente —¿Usted atenderá a su esposo? Señora...
—Si, por favor y no regrese hasta mañana...
Candy respiró hondo y haciendo acopio de valor, atinó a decir —ahora o nunca.
Ahí estaba Albert, viendo el frío que se esfumaba a través de la ventana.
—¿Vas a desayunar?— la voz llego a los oídos de Albert pero al ver a Candy su cerebro se había congelado y no procesaba la información— la comida se enfría.
Albert se movió mecánicamente en dirección al comedor de forma circular, ella tomo un lugar justo frente a donde él se acomodaba y tomaba un plato aun sin poder despegar del todo sus ojos de aquella mujer que se exhibía ante él. Se acomodó en su silla sin siquiera ser consciente de lo que se sirvió.
— Quizá algo de ... carne fresca, te beneficie más que solo panqueques — la voz era seductora y la mirada aún más y por supuesto acompaño aquellas frases inclinándose sobre la mesa fingiendo no alcanzar la mantequilla y dejando que sus... encantos asomaran sobre el escotado camisón, parecía que en cualquier momento abandonarían su prisión y saldrían a recordarle lo mucho que los había disfrutado en alguna ocasión anterior.
— s.. Sí, creo que me hace falta un poco de... pro... proteína — su mirada estaba fija en un lugar y respiro otra vez cuando ella volvió a colocarse en su lugar.
Candy de cuando en cuando se ponía de pie fingiendo servirse algo más en su plato, caminaba a su alrededor disfrutando de la actitud fingidamente controlada de Albert, él podía pretender tranquilidad, pero sus ojos y la tensión en estos hablaban de su verdadera situación, además su frente estaba perlada de sudor y la chimenea apenas si estaba encendida... otro fuego estaba demasiado encendido en su interior.
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Tú, Mi hermano
FanfictionEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...