No puedo describir con claridad lo que sentí aquella mañana a llegar a New York y ver a Terry mirándome un poco alejado pero con una sonrisa en su rostro.
Toda la mañana se dedicó a bromear conmigo, a jugar y aunque me parecía que no era nada romántico, tampoco me molestaba, después de todo, era Terry, siempre había sido así conmigo.
Cuando llegamos al departamento, sin querer, se caeron las tazas y al tropezar, me quedé casi sobre él lo que nos incómodo demasiado.
Fue cuando tomo valor y me dijo que debía mostrarme algo y que era necesario que lo tomara con calma, así como lo había tomado el en su momento.
Para empezar, comenzó por recordarme todas las veces que nos encontramos en el colegio San Pablo, las veces que jugábamos, que peleábamos, me dijo que siempre había sentido algo muy cercano hacia mí y que no sabía cómo describirlo.
También me dijo que con lo que me iba a decir, había comprendido por qué aquella mañana en Escocia, cuando decidió darme un beso, se le hizo tan complicado hacerlo, que tuvo que pensarlo mucho y por eso todo había salido tan mal... aquello lo hizo comprender todo.
Y que fue después de la trampa de Elisa cuando recibió aquel diario de manos de la hermana Grey, que al principio lo llenó de coraje pero que después, logró comprender y adorar la situación.
Con el transcurso del tiempo, la vergüenza, el resentimiento y el dolor fueron apaciguandosé en mi corazón, después de leer repetidas veces el diario supe y pude comprender la realidad de todo.
A pesar de que aquella mañana cuando volví a New York para entrevistarme con ella, ella se tornó tan fría y distante, creyendo, que yo me estaba haciendo pasar por aquella niña que había dejado abandonada en el hogar de Pony.
Eleanor me grito, me dijo arribista, me dijo interesada, me dijo las peores palabras que una mujer podría sacar de su boca, no obstante, Terry siempre estuvo a mi lado, en todo momento me defendió de nuestra propia madre, se puso en pie y le gritó qué ahora sabía porque él también era así con ella... lo llevaba en la sangre.
Vague por el puerto de Nueva York sola, intentando acabar con mi vida, ella no tenía derecho de lastimarme así, yo no había hecho nada malo en contra de ella, yo la busqué porque necesitaba una madre, necesitaba algún día sentir lo que era tener una madre, solamente eso, no quería nada más, no sabía que el duque de Grandchester también era mi padre
Después de aquella discusión con Albert que nos llevó hasta el vagón del tren camino a New York, fue cuando los planes de Eleonor y el duque salieron a la luz, ella había puesto a Susana Marlow con el cabello rizado en mi lugar para hacerme aparecer como muerta.
Mi madre realmente me odiaba.
Y Albert era el banco de oro que el duque necesitaba para pagar sus deudas de juego.
Terry fue obligado a asumir el ducado y cuando mi padre fallecía... en el último instante pude perdonarlo, porque al final, él nunca supo que yo era su hija hasta el preciso momento en que al llegar a Londres, Terry le entregó mi muñeca con todos los datos que tenía sobre mi.
Ahora me encuentro de frente al espejo con mi vestido blanco lleno de hermosas piedras haciéndolo sumamente pesado y algo estorboso pero aún así, me siento en las nubes, dentro de unos minutos seré la esposa de William Albert Ardlay.
¡Mi príncipe de la Colina!
Y mi Albert a su vez se convertirá en duque porque será el esposo de la duquesa de Grandchester.
Terry renunció al ducado tras la muerte de Elisa y volvió a su amada vida de actor.
—¿Estas lista pecosa?
Ésa voz me hace girar y veo a Terry vestido elegantemente de esmoquin con su traje de padrino de bodas.
—Cierra la boca pecosa, y vamos, que como tu hermano mayor, te voy a entregar en el altar...
—Tú, mi hermano.
—Si, tu hermano.
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Tú, Mi hermano
FanfictionEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...