El desayuno termino pero Albert apenas había probado bocado, Candy se encontraba sirviendo el café y al acercarse deposito la taza justo en frente de él, no obstante él no podía dejar de ver... lo que ella exhibía, ella tomo su propia taza y volvió a tomar su asiento, se estaba desesperando, Albert era un caballero por supuesto, pero ella vio algo escondido en él y quería tenerlo... se estaba impacientando, así que recordando una de aquellas cosas leídas decidió probar suerte.
Se levantó de su lugar contorneando sus caderas acercándose a Albert, el cual desvió por primera vez la mirada que mantenía sobre ella, fue entonces cuando Candy tomo la Taza de café que tenía frente a él y la hizo a un lado dejando libre el espacio, sin pensarlo dos veces se ubicó de espaldas a la mesa justo a mitad de su trasero, haciendo un leve movimiento se empujó a sí misma para quedar sentada justo en el lugar en que había estado el café de Albert, coloco una pierna a cada lado de la silla de aquel hombre que la miraba completamente sorprendido, y apoyándose hacia atrás en sus brazos lo miro con picardía mientras el observaba su entrepierna cubierta por una ligera seda que apenas la cubría, demasiado pequeña pero perfecta para su propósito.
—¿deseas algo más?— le pregunto coqueta viéndolo tragar forzadamente y agitando su cabeza lentamente de lado alado, ya en esa situación supo que era ella quien debía tomar el mando, se incorporó y se inclinó hacia el frente hasta que su rostro quedo a la altura del de Albert, el no podía dejar de sorprenderse, Candy lo tomo por el cuello de la camisa y lo acercó hacia si, hasta que sus labios se apegaron a los suyos, fue un beso que él no tardó en responder, al sentir que el al fin estaba mostrando pasión, quito sus altos tacones del asiento y se empujó para caer a horcajadas justo sobre los muslos de Albert muy, muy cerca de donde podía ver que su hombría ya despertaba.
Albert estaba totalmente cegado por la pasión, ver a su Candy comportándose de aquella manera solo para él, lo tenía completamente excitado, sintió sus labios dominando los suyos y no pudo negarse a corresponder a su beso, después sintió su peso sobre las piernas y el calor que ya sentía en la entrepierna creció, ya no podía dar marcha atrás a lo que sentía, ni a lo que deseaba.
Cargo con su preciosa posesión hasta la habitación más cercana de la villa, era algo oscura a pesar de ser de día. Albert sentía su cuerpo ardiendo y no era por el fuego en la chimenea, cuyas llamas le daban una apariencia luminosa a Candice mientras seguía moviéndose lentamente sobre el... torturándolo, aquello era delicioso y él lo disfrutaría al máximo... la poseería... la haría suya... aunque al después se sintiera nuevamente vacío al saber que solamente era producto de una pasión momentánea, pero en ese instante de deliciosa inconciencia... ella seria de el completamente, así que subió sus manos por la delicada espalda, acariciándola, sintiendo la suavidad de la seda de aquel atrevido corsé que le mostraba lo maravilloso de sus senos y le ocultaba la parte que él deseaba probar y sentir entre sus labios, comenzó a soltar las cintas despacio, disfrutando de aquel poder que sentía al poseerla, después de un instante de deliciosa tortura por desatar todo el cordel, al fin sintió como la prenda se desprendía de ella y caía ligera sobre su pecho, entonces, ella apoyando sus manos sobre su torso se incorporó dejándolo admirar aquel par de maravillas que se desarrollaron magníficamente en su cuerpo, las roso con la punta de su índice y estas se endurecieron aún más, sintió la vibración que recorrió la espalda de Candice... la atrajo nuevamente a él empujándola un poco para que sus pechos quedaran justo sobre su boca y poder disfrutar de sus senos como tanto deseaba.
Candy sentía el calor de la boca de Albert sobre su piel... su cuerpo respondía a cada rose a cada caricia y la hacía vibrar delirantemente, sentía el ruego en el interior de su cuerpo que pedía más... ese más del que las palabras de aquel diario le hablaron y le prometieron la haría llegar a las estrellas... recordó que en aquel momento sintió asco cuando leyó con detalle aquel acto, pero ahora, en brazos de Albert sintiendo el fuego de sus caricias presentía que sería aún más maravilloso de lo que había logrado imaginar, con ansias deslizo sus manos entre sus cuerpos intentando encontrar la bragueta del pantalón de Albert y sacar aquello que ahora sabia llenaría ese vacío que sentía en su interior.
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Tú, Mi hermano
FanficEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...