En cuanto llegaron a la mansión, Albert tomó de la mano a Candy y subió con ella las escaleras directamente a su habitación.
—Pasa
—Pero...
—Pasa o quizás quieras que le muestre esto a todos...— Dijo tomando el diario en sus manos y abriéndolo en la parte donde se había quedado de leer.
Candy al reconocerlo, simplemente entró y buscó sentarse en un mueble que se encontraba cerca.
—Empiezo...
"Ahora mi pecho estaba desnudo y se alzaba latiendo con ardor, presentando a su vista y su tacto la firme redondez de un par de senos jóvenes, como se pueden imaginar en una joven que no había cumplido los dieciséis años, recién llegada del campo y nunca tocada; pero ni siquiera su orgullo, su blancura, su forma, su agradable resistencia al tacto, pudieron retener a sus inquietas manos de vagabundear; por el contrario, mis enaguas y mi camisa fueron prontamente levantadas y el más fuerte centro de atracción quedó a la merced de la tierna invasión. Aun así, mis temores hicieron que cerrara automáticamente los muslos"
—Albert...
—Silencio y escucha.
"Nuevamente lo intentó sin lograr la entrada, sin penetración; ahora el dolor fue más intenso, aunque mi extremado amor hizo que soportara los terribles tormentos casi sin un quejido. Finalmente, después de repetidos e infructuosos intentos, se acostó, jadeante, a mi lado, besó mis lágrimas y me preguntó tiernamente cuál era la causa de tantas quejas y si no había soportado mejor a otros de lo que lo soportaba a él. Respondí con una sencillez encaminada a persuadirlo de que él era el primer hombre que me usaba así."
—Un recién conocido... rubio, alto y de ojos... ¿Que color?
—Celestes.
—Ohhh... ¡Eso es bueno saber! Bueno...
"luego, abriendo mis muslos y colocándose de pie entre ellos, los apoyó sobre sus caderas, aplicando entonces la punta de su aparato en la ranura que intentaba invadir. Era tan pequeña que apenas podía estar seguro de haber apuntado bien. Miró, palpó, quedando satisfecho, y luego, empujando furiosamente hacia adelante la prodigiosa rigidez de su porra, usada como un ariete, separó aquellas partes, insertando la punta de la máquina entre los labios. Al sentir esto, mejoró su ventaja y continuó golpeando en línea recta, aumentando a la fuerza la penetración, aunque causándome un dolor tan intolerable, debido a la separación de los bordes del suave pasaje por ese cuerpo duro y grueso, que podría haber gritado"
—¡Basta!
—No. Siéntate y escucha Candice...
"pero como no estaba dispuesta a alarmar a toda la casa, contuve el aliento y mordí mis enaguas que estaban sobre mi cara, metiéndomelas en la boca. Finalmente, la suave textura de ese conducto cedió ante los fieros embates y entró un poco más en mi interior; ahora desaforado, y habiendo perdido el control de sí mismo, conducido por la furia y el ardor del miembro que actuaba con una especie de rabia nativa, Charles penetró rompiéndolo todo, empujó, arrastró y, con un violento y despiadado impulso, empapado en sangre de virgen, enterró su arma hasta la empuñadura..."
¡Oh! Entonces toda mi resolución me abandonó; lancé un grito y me desvanecí a causa del lacerante dolor; luego él me dijo que, al retirar su máquina, cuando terminó la emisión, mis muslos quedaron empapados en sangre que fluía desde el pasaje herido y desgarrado.
Cuando recobré el sentido me encontré desnuda y en la cama, en brazos del dulce y despiadado asesino de mi virginidad que se lamentaba tiernamente de mi estado y sostenía en su mano un cordial que no pude rechazar, viniendo del aún amado autor de tanto sufrimiento; mis ojos, sin embargo, empapados en lágrimas y lánguidamente fijos en él, parecían reprocharle su crueldad y preguntarle si ésas eran las recompensas del amor. Pero Charles, para quien yo era infinitamente más valiosa por este completo triunfo sobre mi doncellez, que tan poco había esperado, enternecido por el sufrimiento a que me había sometido, buscando el máximo de placer para sí, calmó su exaltación y se esforzó con tanta dulzura y tanto ardor en calmar, en acariciar, en confortar mis suaves quejas que por cierto respiraban más amor –que resentimiento– que finalmente ahogó todos mis dolores en el placer de verle, de pensar que le pertenecía, que era ahora mi único dispensador de felicidad y, en una palabra, mí destino."—¿Cuantos más después de el? Porque no voy ni siquiera a la mitad del diario... dime Candice...
—Muchos...
—¿Cuantos es muchos? —Siseo mientras se acercaba lentamente hasta ella...
—Creo que 20 o más, yo... perdí la cuenta.
—Quieres conversar un poco o prefieres que comencemos a conocernos más "profundamente" — tomo un riso que caía junto a la blanca mejilla y lo acerco a su nariz para inhalar su aroma —amo el olor a rosas...
La voz era tan sensual como ella imagino que sería en aquella situación, y su sangre hervía en sus venas al saber que quizás pronto la poseería... sus labios palpitaban añorando que la besara con esos labios tan perfectos, su piel ya vibraba deseando el tacto de aquellas fuertes manos...
— Como desees Albert...
— No te veo muy convencida de desearlo... quizá sea mejor... tu no pareces....
Antes de que la frase terminara ella estaba frente a él y se posesionaba de sus labios, el beso era apenas un rose de bocas pero pronto comenzó a cambiar tornándose apasionado, hambriento... lleno de deseo y necesidad respondió con el fuego que lo invadió al sentir la calidez y suavidad de aquellos labios su mente se perdió por unos segundos, ella siguió el ritmo que él le marcaba...
No dejaría que nadie le robara esa oportunidad, no dejaría que el cambiara de idea y ella lo haría aunque su mente y su corazón estuvieran sangrando con pensamientos y sentimientos que la lastimaban, ahora su cuerpo mandaba y este le pedía a gritos que se entregara... deseaba a aquellas manos sobre su piel, deseaba que su propias manos sintieran el calor de aquel cuerpo y acariciarlo insaciablemente hasta que le doliera y aun así seguiría tocándolo. Poco a poco se dejaba llevar por su ritmo, ese ritmo y esa pasión que sentía y la llevaba a desear más, algo dentro de ella le pedía gritos ser satisfecho... poco a poco fueron moviéndose hasta llegar al borde de la cama, sintió el suave cobertor rosar la parte trasera de sus rodillas y entonces se tomó del cuello de la blanca camisa para llevarlo con ella sobre aquel mueble que sería su único testigo de la apasionante noche que esperaba disfrutar, dejaría de lado todo pensamiento o sentimiento, no era el momento de sentirse cohibida por prejuicios y morales... se entregaría a su deseo y a su egoísmo, aprovecharía que aquello quedaría grabado en la mente de él y que así entonces Albert sabría que solamente él sería el único.
La pasión y el deseo por tantos años oculto lo estaban llevando a perderse en aquel mar de sensaciones, las manos de ella se habían colado por debajo de su camisa y ahora se aferraban su espalda acariciándolo, arañándolo con pasión como una mujer especializada en aquellas labores, aquello le dolió... le dolió profundamente, pero no podía pensar en ello, el la deseaba... quería poseerla, debía ignorar el pasado de ella y centrarse en el presente... y el presente tampoco era lo que él quería para ella... pero le estaba costando una vida detenerse y arrancar sus labios de los de ella...sintió los delicados dedos subir por su cuello y enterrarse en el cabello sobre su nuca... un poco más y perdería la cordura y el control por completo y no tenía permiso para ello... aun no... dejando el alma en sus labios se alejó bruscamente incorporándose y quedándose sentado en la orilla de la cama... le costó alejar sus manos de ese suave cuerpo... el calor y la suavidad de su busto se quedaron como un tatuaje en su pecho y aun podía sentir la calidez de su piernas envueltas en esas suaves medias rozándose contra las de el... ni la tela gruesa de su pantalón lo habían protegido de aquella sensación... maldijo y se puso de pie tratando de recobrarse y no volver a lanzarse sobre ella para terminar de poseerla...
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Tú, Mi hermano
FanfictionEn todas las historias hay enseñanzas, aunque puede ser que, en algunas, nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara. Si este es...