Un beso

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N/A: Bueno, antes de comenzar, les pido a todos comprensión para todos los personajes. Les recuerdo que me gusta intentar hacer que mis personajes se sientan lo más reales que pueda hacerlos, y para eso, es necesario que cometan errores y hagan cosas que no deben de vez en cuando. De aquí en adelante, probablemente se encontrarán con ese tipo de situaciones por parte de todos los personajes porque los están conociendo más a fondo; sin embargo, espero que no brinquen a conclusiones precipitadas y les den la oportunidad de exponerse. Quería decirlo desde antes, pero lo había olvidado. Como sea, gracias por todo su apoyo! Espero que la historia les esté gustando. Le prometo que cada vez iré mejorando. 


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Sakura creía que Touya era genial. 

Luego de que hubieran terminado de desayunar, todos habían ido de paseo por la ciudad. Nakuru y Yue habían hecho de guías y los habían llevado a conocer lugares que Sakura jamás hubiese creído que existían. 

Touya era agradable, alegre, y a la vez misterioso; tenía un aire de chico malo que a ella le causaba interés, pero no en el sentido romántico sino en el sentido analítico. Touya parecía esconder tanto como mostraba. 

Le gustaba que fuera amable y educado con ella; era el segundo hombre que se comportaba a la altura... pero a diferencia de Shaoran, él sí podía ver su fealdad y aún así... en ningún momento se había sentido ni una pizca rechazada. 

Sakura pensaba que era todo lo opuesto al rechazo; parecía como si él la hubiese aceptado de inmediato, prácticamente. A veces la tomaba de la mano para mostrarle algo o llamar su atención y otras veces le daba palmaditas en la coronilla como si la estuviera felicitando por algo. 

Ella lo pasó increíble, por otro lado, aunque Shaoran también parecía emocionado por las cosas nuevas que veía, parecía haber perdido interés en conocer y gran parte del día la pasó observando a Touya con una mirada que ella nunca le había visto. Shaoran miraba a Touya como un lobo miraba a un cazador. Atento, en guardia y... furioso. 

Sakura jamás lo había visto así e incluso había adoptado una actitud fría con ella y la joven no tenía idea de lo que debía hacer. Cada vez que intentaba conversar con él, Shaoran le contestaba con monosílabos y no parecía tener interés en prolongar la conversación más de lo estrictamente necesario, cosa que la hacía sentir realmente mortificada. 

Luego de comer, Yue y Nakuru regresaron a la posada y Touya continuó con ellos con la intención de llevarlos al parque de las cigarras antes del atardecer, porque sabía que Shaoran tenía deseos de conocerlo, pues lo había expresado esa misma mañana cuando habían salido de la posada. 

Él no había estado muy de acuerdo con que Touya siguiera con ellos, pero aún así no dijo nada ni se quejó. En cuanto llegaron al enorme parque, Touya los condujo directamente hasta la entrada y señaló el camino. 

—Debo hacer unas cosas... los alcanzó en unos minutos —comentó con tranquilidad el de cabello marrón y se despidió con la mano para luego moverse en la dirección contraria. 

Sakura permaneció sin dar ni medio paso al notar que se había quedado sola en compañía del dios del hielo. Ella se aclaró la garganta y suspiró con fastidio para luego comenzar a caminar. Él la siguió. 

—¿También sabes mucho sobre cigarras?

—Ah, ¿ahora sí deseas platicar? —preguntó ella con molestia. 

—¿De qué hablas? —quiso saber con expresión extrañada.

—Todo el día has estado raro conmigo. 

La forjadora de bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora