Un príncipe rebelde

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N/A: Hola a todos!!!! Bueno pues les dejo el primer capítulo de la nueva historia, espero les guste y vengan con nuevas ideas y expectativas. Encontrarán cosas muy diferentes, así que gracias por darle la oportunidad. 



Aquel día, decidido a no dejarse vencer ni amedrentar por absolutamente nada ni nadie (llámese padre, madre, mayordomo, guardia real, cocinero o mucama), se dirigió hacia la enorme escalinata del palacio y bajó con paso apresurado.

Miró el reloj de pared que marcaba las siete de la mañana. Era demasiado temprano para que cualquiera de los de la nobleza estuviese despierto, por lo que esperaba no tener que toparse con ninguno de sus familiares; sin embargo, aunque era demasiado temprano para que alguien de la realeza estuviese despierto, no era demasiado temprano para que los sirvientes lo estuviesen, así que igual debería tener cuidado.

La voz grave de su padre no tardó en aparecer tras él en cuanto dio el primer paso luego de bajar el último escalón.

—Y... ¿a dónde crees que vas? —siseó justo a sus espaldas.

¨Mierda¨.

Maldijo en voz baja y se giró para ver hacia arriba. Su padre, cruzado de brazos y con una expresión inescrutable, le observaba alzando una ceja.

—Tengo... algo que hacer, padre —dijo finalmente y se dio valor para exponer sus razones.

—¿Qué, exactamente? —quiso saber y el más joven se mordió el labio con nerviosismo contenido; sin embargo, no pudo realizar su explicación como lo hubiese querido porque él lo interrumpió—: ¿Qué cosa puede ser más importante que lo que debes hacer? —y remarcó el "debes", con un tono molesto—. Sabes que últimamente todo está mal en el reino y tu deber es arreglarlo.

—Padre, si me permite...

—Tomoyo Daidouji espera a por ti. Es tu trabajo ir a donde ella esté. Es que... ¿acaso tienes miedo?

Apretó las manos en puño y se percató de que, repentinamente, ya nada de eso parecía tener sentido.

—Entiendo, pero esto es algo que quiero hacer antes de ir a romper cualquier hechizo, padre.

Esperó a que le lanzara a la cara alguna palabra altisonante como hacía cuando sus súbditos no le obedecían en el acto; sin embargo, el mayor colocó su mano en el barandal de madera de ébano negro recién encerado y bajó algunos escalones para acercarse con gesto adusto.

—Xiao Lang, conoces lo que la nobleza obliga. No tienes, ni tendrás jamás, el derecho a hacer lo que desees en la vida.

—¡Eso es injusto! —sostuvo con fervor y molestia a la vez mientras se llevaba la mano al cabello que, por primera vez en mucho tiempo, no había peinado de la manera correcta.

—La vida es injusta para muchas personas, pero para ti... ¿tienes idea de cuántos harían lo que fuese por estar en tu posición?

—Bien, pues yo no decidí estar en ella —comentó con sarcasmo—. Si alguien más quiere mi posición, con gusto se la cederé.

—Eres un idiota. ¡No tienes idea de lo que tus acciones podrían acarrear!

Xiao Lang Li suspiró y negó con la cabeza vehementemente. Se sentía tan atrapado.

—Padre, escúcheme, solo escúcheme por un segundo...

—Será mejor que regreses a tus aposentos, ahora. Si tu madre se despierta y se da cuenta de que has armado todo este alboroto, será tu fin.

La forjadora de bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora