Cu-Sith

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N/A: Hola a todos, una disculpa por la tardanza, pero tuve algunas dificultades personales y el trabajo se me acumuló. Gracias por su comprensión.

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Un lascerante dolor en el abdomen le hizo soltar un resoplido en cuanto abrió los ojos y se encontró con el oscuro techo de roca, bajo el cual estaba recostado. Solo podía ver bien del lado derecho porque su ojo izquierdo estaba hinchado. 

—Carajo —murmuró mientras intentaba incorporarse. Le dolía muchísimo y había un charco de sangre debajo de él. Había creído que moriría luego de que el rey lo apuñalase; sin embargo, aún seguía con vida y eso significaba que la herida no era tan severa. Se miró y observó que estaba mucho más a la derecha de lo que recordaba, casi hacia la curva de la cintura. Parpadeó confundido porque recordaba que Clow lo había apuñalado en el centro del abdomen y no entendía como había llegado la herida a su costado. 

Negó con la cabeza sin poder comprenderlo. Se quitó la camisa y la rasgó con la intención de enrollar una parte alrededor de su cintura y cubrir la herida. 

—Veo que ya te despertaste. 

Touya se giró y miró hacia la celda del frente. La maestra de Sakura estaba allí, sentada al fondo de la celda, apoyada contra la pared, con semblante pálido y expresión cansada. 

—Apestas a magia. 

Touya alzó una ceja en señal de desconcierto al escucharla. 

—No soy un hechicero. 

—No dije que lo fueras —añadió la mujer—. Alguien puso un hechizo tremendamente fuerte sobre ti. Pareces una ilusión andante.

—¿Una ilusión andante? 

—Eso quiere decir que puedes reflejar lo que alguien quiere de ti. Supongo que Fujitaka lo puso sobre tu cuerpo... para que el rey viera lo que deseaba ver. Seguro creyó que esa herida sería mortal. 

Touya suspiró y se apretó más el pseudo vendaje. 

—¿Ahora estás de su lado? —preguntó refiriéndose al emisario. Yuuko sonrió.

—No lo estaba, pero justo vino hace unas horas para recoger tu corazón, y eso me animó a apoyarlo. 

Touya sonrió burlón. 

—¿Y qué fue lo que se llevó? —quiso saber cuando volvió a mirarla—. Según parece... mi corazón sigue en su lugar. 

—Asesinó al hombre que venía con él... uno de los guardias; le sacó el corazón y se lo llevó. Antes de irse tuvo unas agradables palabras conmigo y me pidió que te dijera que... lo siente mucho. 

Touya sintió que le escocían los ojos. Quería creerle y a la vez no sabía qué pensar. Habría creído que cualquiera podría traicionarlo, incluso Tomoyo, pero jamás habría creído que Fujitaka, el hombre que lo había cuidado y protegido... hubiese hecho algo así. 

Miró hacia arriba e inspiró con dificultad. 

—¿Te dijo algo más? —quiso saber con una expresión ligeramente desconcertada. 

—Me dijo algunas cosas más. Pero lo que deberías decirme es la razón por la que permitiste que te atraparan. ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? 

Touya frunció el ceño y supo que Fujitaka le había pedido que le preguntara aquello. 

—Se lo debía a Shaoran. 

La forjadora de bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora