N/A: Con ustedes, oficialmente el último capítulo. Disfrútenlo.
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Sakura se sentó entre las rosas negras y observó con interés los botones en flor que parecían esperar a que el sol saliese o a que el clima mejorase para abrirse y saludar al mundo. Hacía poco, su padre le había dicho que había sido él quien había plantado esas rosas negras como recordatorio de lo mucho que añoraba a su madre. Desde ese día había estado yendo allí por lo menos una vez al día y se sentaba a observar el paso de las mariposas o de los pequeños insectos, con mucho interés. Había pasado momentos muy especiales con su madre y otros tantos con su padre.
En un inicio se había sentido un poco incómoda y supo que ellos también; sin embargo, al paso de los días, las cosas habían mejorado. Hacía una semana y media que había despertado y se sentía terriblemente bien... como si estuviese en un sueño, como si viviese una fantasía. Lo único que la regresaba siempre a la realidad y le hacía darse cuenta de que no soñaba, era el hecho de saber que Yuuko no estaba con ella. Se llevó la mano al collar y suspiró.
Se dejó caer entre los rosales y miró hacia el cielo como si buscase a alguien. Sabía que donde quiera que estuviese, su maestra estaría bien y eso la reconfortaba aunque solo fuese una idea que no podía comprobarse.
Inspiró con fuerza y sonrió ante el recuerdo del rostro de Tomoyo cuando le habían comunicado que, por la muerte del rey de Meria, ella era quien debía encargarse del reino de este. Las personas del reino al sur, desprotegidos, habían abrazado con gratitud y a la vez emoción la idea de que una reina tan bella y de buen corazón se ocupase de ellos. Fujitaka y Nadeshiko habían sido contratados como emisarios y, con su ayuda, Tomoyo había decidido unificar ambos reinos para poder trabajar en servicio de la gente de los dos lugares.
Había corrido la noticia de que la princesa estaba enamorada de un plebeyo y que estaba haciendo arreglos y asistía a cientos de reuniones con otros nobles para dejar en claro su posición con respecto a ello. Había conseguido el apoyo de algunos y otros tantos se habían negado, pero al ver la tozudez de la chica, habían decidido darle un periodo de prueba a Touya como consejero real, con la intención de ver si hacía méritos y se ganaba el honor de ser coronado como rey. Le había ayudado el hecho de que la voz se había corrido y muchos se habían enterado de lo que el muchacho había hecho para eliminar a la forjadora de bestias y al terrible rey Clow con quienes muchos estaban enemistados.
Sakura estaba segura de que lo lograría y sería un rey muy diferente a todos los que ella había conocido. No podía esperar para verlo en esa posición.
Sonrió al escuchar pisadas cerca de allí y supo que se trataba de Shaoran. Él se acosto a su lado y miró hacia el cielo como ella.
—Últimamente me pregunto si miras al cielo de esta forma porque piensas en Yuuko —comentó y llevó su mano a la de ella.
No habían tenido mucho tiempo para estar juntos porque habían estado auxiliando a Tomoyo y a los emisarios en los arreglos del castillo y en mil cosas más. Sakura también pasaba tiempo a solas con sus padres y él solo deseaba darle su espacio.
—Es el lugar en el que le habría gustado estar —susurró a su lado—; es que estoy casi segura de que está por ahí —dijo con una sonrisa emotiva y Shaoran apretó su mano ligeramente.
—Seguro que sí.
Un silencio lleno de calma los acompañó por los siguientes segundos; sin embargo, poco después, la energía de Shaoran se movió de diferente manera y ella lo observó con una ceja alzada.
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La forjadora de bestias
AcakY el príncipe y la princesa vivieron felices por siempre, pero... ¿y si el príncipe se enamorara de la bruja?