Capítulo 2: Requiem por los muertos

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La única publicación respetable después de la guerra era El Quisquilloso, lo cual decía mucho sobre el estado en el que se encontraba todo

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La única publicación respetable después de la guerra era El Quisquilloso, lo cual decía mucho sobre el estado en el que se encontraba todo. Nadie confiaba en el Ministerio de Magia y mucho menos en El Profeta, que ya estaba intentando lavar su imagen, pero no iba a ser posible.

Al menos, todo el mundo pudo contrastar que las muertes que publicaba El Profeta habían sido reales porque todas habían sido publicadas en El Quisquilloso y Mara supo que la había cagado bastante al no ir porque el nombre de Julie estaba en la revista.

Julie había muerto junto a Beth y ella la había cagado porque si en lugar de haber dejado que el rencor por el pueblo la hubiera cegado hubiera estado allí para sus dos amigas. Había hecho cientos de rondas de perfectos con ellas, las había enseñado todo sobre el mundo muggle y ahora... ahora estaban muertas.

Y ella las había fallado, al igual que había fallado a Claire, Sam y Olivia, que estaban también apartadas en a un lado, hablando entre ellas. Miraban al frente, susurraban algo al oído de las otras y luego miraban de nuevo al funeral de esos momentos. Era demasiado poco lo que les había pasado, la venda en la cabeza de Claire, la pierna rota de Olivia y el brazo en cabestrillo de Sam. Todas tenían algún tipo de herida más allá de las más evidentes, como cortes en las mejillas o en los brazos y Mara aparta rápidamente la mirada de ellas cuando Olivia se gira de repente.

No fueron las únicas que llamaron la atención de Mara, claro que no, lo siguiente que llamó la atención de Mara fue un nombre en concreto que le hizo entender aquel patronus con la voz rota que le llegó en cuanto acabó la batalla. Fred Weasley estaba muerto y Atria Potter no tardaría en ir después teniendo en cuenta que Remus Lupin también había muerto.

La vio en los funerales, sentada en una silla, con la mirada perdida y, de la nada, se levantó en mitad del funeral del profesor Lupin y su hermano tiró de ella para que se sentara en la silla. Todo lo que estaban viendo había sido por culpa del chico Potter, porque le habían ayudado todos los que estaban allí en algún momento y todos los que estaban enterrando le habían hecho un gran favor a Potter.

Atria no se movió cuando enterraron a Julie y a Beth, Mara la observaba desde lejos, viendo como no reaccionaba y la chica solo tenía la mirada completamente perdida, como si no estuviera allí. Luego reaccionó, en mitad del entierro de su novio y le puso los pelos de punta a todo el mundo con su grito.

— Pobre chica —le susurró Don a Mara y ella solo asintió.

Atria era su amiga. Pero seguía jodidamente enfadada con ella. Atria había arrastrado a sus amigas a morir, a su pueblo a ser destruido. Probablemente hubiera conseguido que la mataran a ella si hubiera ido a su llamado. Así que Mara se dejó llevar por el rencor y empezó a odiar a Atria. Era mucho más sencillo odiar a alguien que tiene cara que aquellos que ya han matado, que a una idea.

Porque Mara era consciente de que Wetvalley fue destruido por una estúpida idea, pero echarle la culpa a una idea no era algo sencillo, no estaba allí y Atria sí. Atria que les había pedido usar Wetvalley como refugio, quería vivir allí, no estuvo cuando Bellatrix mataba a sus padres, no estuvo cuando la quemaban viva.

[3] De las cenizas [George Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora