ATENCIÓN: Segunda parte de Mors Memoriae.
Contiene spoilers del final de Mors Memoriae, aunque podrías leerlo por separado ya que la historia no estará centrada en Atria Potter si que se mencionarán spoilers de la primera parte.
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Se ha quedado tantas veces dormido en el sofá de Fred y Atria que no tiene muy claro cómo todavía no tiene una contractura en el cuello. Quizá porque, aunque no le despiertan, siempre le acaban colocando bastante bien los cojines. Aunque agradecería que le mandaran a casa o, en su defecto, a la cama que tiene en el piso. Pero no, los dos prefieren dejarle en el sofá, aunque al menos es el grande porque los dos prefieren sentarse juntos en un sofá pensado para una única persona.
La verdad es que les entiende, sobre todo después de haber pasado un año y medio separados entiende que ahora no quieran alejarse.
Desde que Fred despertó en la clínica se adueñó de una de las sillas al lado de la cama de Atria y no dejó que nadie le separara de allí. Incluso llegó a prohibir las visitas diciendo algo de que necesitaban tranquilidad y que nadie les molestase, pero eso duró unos días, los últimos antes de que Atria despertase, al menos las dos semanas antes de eso les dejó estar allí con ellos.
Esos habían sido los peores días de George, los que no tenía nada que hacer, nadie con quien hablar, solo podía estar en la sala de espera del hospital, esperando y pensando. Fueron los días en los que pudo recordar, en bucle, la última pelea con Mara.
Pero ahora ya no tiene que recordarla, no le hace falta, ya está bien, lo está desde que sus dos mejores amigos están conscientes y vivos y puede verles cuando quiera o quedarse a dormir en su casa si es muy tarde. Como la noche anterior, que la película se alargó lo suficiente como para quedarse dormido en el sofá. No recuerda el final, si es honesto consigo mismo, así que tendrá que verlo en otro momento.
—¿Sigues aquí?
Fred le asusta cuando sale de la habitación y se asoma por encima del sofá. Ahora ya no se parecen tanto, él se ha dejado el pelo largo y no parece querer cortárselo, igual que se ha dejado la barba, además de que ahora tiene que ir con un bastón a todos lados porque cojea. Es lo único que queda visible de todo ese tiempo encerrado, la cojera y el pelo y la barbas más largos, aunque mucho más cuidado que cuando le rescataron.
—¿Acaso me estás echando?
—Sabes que no, George, ¿te apetece desayunar?
A veces tiene cambios de humor repentinos, lo que George supone que es de todo ese tiempo encerrado. Asiente y Fred deja de estar asomado por el sofá para ir hacia la cocina. Cuando se levanta del sofá no le extraña ver que Atria ya está al lado de Fred, abrazándole.
No tiene muy claro si Atria le recuerda o no, no le han contado absolutamente nada de como Atria despertó de su coma ni tampoco le han explicado porqué, de vez en cuando, los dos se quedan mirando a la nada y se ríen y hablan como si nada. Le hace preguntarse si no hay algo más con ellos dos, algo que pasara en el sótano de esa mansión que les haya afectado más de la cuenta.
—¿Huevos revueltos, George? —le pregunta Atria desde la cocina y decide levantarse para, al menos, ir haciendo el café.