Capítulo 4: Discursos de tumbas

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La tumba de Cedric está en el jardín de su casa

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La tumba de Cedric está en el jardín de su casa.

Bueno, no está exactamente en el jardín de su casa, si no que está en un cementerio a menos de cinco minutos de su casa y Cedric había bromeado más de una vez con que el cementerio formaba parte de los extensos terrenos que había junto a la casa de los Diggory. Y, si somos precisos en esta historia, Mara tampoco fue a ver a Cedric justo después de hablar con George, si no que volvió al sauce porque, de repente, la idea de ver a Cedric era demasiado así que quiso esconderse y tardó más de una semana en volver a recuperar el valor necesario para ir.

Mara había pasado más de un verano allí, con Cedric, riendo con él, jugando con los gnomos que aparecían una vez al mes y no les volvían a ver hasta el mes siguiente. Habían hecho acampadas en el verdadero jardín de la casa de Cedric y habían mirado tantas veces las estrellas que se habían quedado dormidos hasta que el sol del amanecer les despertaba y ambos miraban fijamente como la luz iba extendiéndose hacia ellos y empezaba a calentar lo poco que quedaba de noche de julio.

Con esos días, Mara había empezado a adorar al sol y más de una vez podías verla sentada en una ventana, con los ojos cerrados, dejando que los rayos de sol la llenasen de energía. Solía hacerlo mucho en la habitación de Cedric.

Intenta no pensar en ello, al igual que intenta no pensar en todas las veces que Julie estaba también allí. Ir a visitar a Cedric es un delito si luego no va a ver a Julie, así que supone que, en algún momento, también tendrá que ir a ver a su amiga. Joder, ¿cómo pueden desaparecer con tanta facilidad las personas? No es justo, no es nada justo.

A pesar de que lleva sin ir a ver a Cedric casi dos años —porque, vamos a ser sinceros, 1996 no fue tampoco un año seguro para gente como ella, que a ojos de muchos no dejaba de ser una nacida de muggles porque no todo el mundo sabía que ella era una Black— encontrar el camino a su tumba fue tan sencillo que casi le dio miedo. ¿Tanto tiempo había pasado allí aquel verano? Probablemente, aunque, para ser sinceros, Mara casi no recuerda el verano posterior a la muerte de Cedric. Recuerda haber estado allí muchas veces con Julie, las tardes que Cho también pasaba allí. Recuerda haberlas cuidado y recuerda haberse quedado, a veces, a solas con él, en silencio. Porque si él no podía hablar, ¿qué le iba a contar ella? Pero claro, todo ha cambiado, porque antes pensaba que los árboles no hablaba y había pasado tres meses de su vida hablando con uno. Si ellos podían hablar, ¿por qué Cedric no podía decirle algo?

— Buenos días, señor Prefecto —le dice a la tumba, con burla, tal y como hizo cuando Cedric apareció en el vagón con la insignia de Prefecto y ella le enseñó la suya.

La gente suele quedarse de pie frente a las tumbas, como si de esa forma les guardaran más respeto, pero Mara cree que es una completa tontería, así que se sienta en el suelo e ignora a los muggles que pasan cerca de ella y murmuran por lo bajo. No tienen ni idea.

— Supongo que ahora estarás con Julie, cuídala, ¿vale? Yo lo hice por ti cuando te fuiste —dice y se vuelve a quedar callada. ¿Qué le puede contar? No sabe ni por dónde empezar, pero decide que va a volver a repetirle todo lo que ya le contó cuando acabó el último curso—. Sé que ya lo sabes, pero me vas a escuchar porque eso es lo que hacen los buenos amigos, ¿vale? Y quiero empezar por cuando te fuiste. Sigo sin llevarlo bien y como me dejaste sola con todos nuestros amigos me lo debes, que te quede claro.

[3] De las cenizas [George Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora