Capítulo 17.5: ¿Qué ocurre, Secretaria-chan?

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Morimi Emiko POV

Debía ser una estatua o algo así, era la única explicación. Una mujer con un traje gris elegante y una camisa blanca estaba sentada en la sala de espera del vestíbulo a unos metros de distancia. Era la clase de mujer cuya sola presencia era un puñetazo para la autoestima de las demás mujeres. Un largo cabello negro liso con un brillo saludable se combinaba con un rostro y unos ojos que parecían esculpidos, formando a una persona objetivamente hermosa.

Sabía quien era. Era la hermana menor de Haruno-san, la fiscal del distrito. Y más importante, era la abogada de Hikigaya. Había más en esa historia, sin embargo. Según Haruno-san y Shiba, esta mujer había asistido a la misma preparatoria que Hikigaya e incluso formaron parte del mismo club. Pero había más ahí, estaba segura.

Mi teoría fue probada hoy. La hermana de Haruno-san parecía ser una persona capaz y segura de sí misma, al igual que Haruno-san. Así que sentí curiosidad cuando noté la expresión apática de su rostro mientras miraba su teléfono repetidamente. Tuve la sensación de que estaba nerviosa.

—Hey.

Una voz profunda la llamó desde el vestíbulo, causando que mi corazón se agitara por la sorpresa. Giré la cabeza para ver a Hikigaya caminado desde una de las alas del edificio, con una sola mano levantada en un perezoso saludo. La gente solía decir que lucía espeluznante e intimidante, pero las cosas eran diferentes ahora. Su normalmente rebelde pelo fue cortado y peinado de una manera que le quedaba. Usaba corbatas más a menudo, y eso con la adición de aquellos anteojos lo hacían verse más... ¿profesional? No, más que eso, parecía arreglado.

Hablando de esos anteojos, fueron el mayor cambio. Los ojos de Hikigaya eran como los de un pez muerto de esos que te encontrabas en los supermercados; hundidos y sin vida. Pero cuando usaba lentes te dabas cuenta de que tenía una mirada intensa que te hacía sentir acalorada y cohibida. Su cara siempre había tenido ese aspecto varonil, y con esa mirada, tenía que resistirme al rubor que subía por mi rostro cada vez que nuestros ojos se encontraban.

El rostro de la hermana de Haruno-san se transformó al instante, iluminándose ante la presencia de Hikigaya. Esa mirada apática y distante fue reemplazada por una pequeña subida de labios en una sonrisa, acompañada de unos ojos brillantes.

—¿Llamas a eso un saludo, Hikigaya-kun? —le habló con un tono burlón y alegre.

—Déjame en paz —gruñó Hikigaya—. No hacía falta que me emboscaras aquí. Iba a llegar a casa a tiempo para la fiesta.

—Lo dudo. Puedo imaginarte fácilmente sentado en tu escritorio trabajando hasta la tarde sin preocuparte por el paso del tiempo, y luego dando una pobre excusa. En tu propio cumpleaños encima.

Espera, ¡¿era el cumpleaños de Hikigaya?!

—Oh, mujer de poca fe —suspiró Hikigaya, frotándose la parte de atrás de la cabeza. Finalmente notó mi mirada y sus ojos se dirigieron hacia mí. Mi corazón comenzó a acelerarse y pude sentir el calor subiéndome por el rostro. Me asintió con la cabeza, un saludo conciso y honesto tan propio de él. Asentí en respuesta antes de mirar cómo él caminaba hacia su abogada. Debido a la distancia a la que estaban y a lo bajo que hablaban, no pude saber de qué estaban hablando.

La hermana de Haruno-san se puso a su lado mientras salían. Ella se veía feliz, y por otro lado Hikigaya... ¿se veía cómodo?

Esa escena se repitió sin parar en mi cabeza. Incluso cuando llegué a casa, no conseguía entender la mirada en el rostro de Hikigaya. ¿Estaba imaginándome cosas? Mientras estaba en la ducha no pude evitar dudar. Era posible, pero mi instinto me decía que había algo diferente. Parecía estar menos a la defensiva.

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