Capítulo 22.1: La fortuna de los difuntos
*Hikigaya Hachiman
*Banco Privado Tokishima, distrito Chiyoda
[28 de Agosto / 4:38 PM]
—... Así que... ¿qué opinas? —preguntó Hiura desde el asiento del conductor.
—... ¿eh? —respondí con la elocuencia de un estudiante de primaria al que pillaron soñando despierto en clase. Aparté la vista de los edificios y autos que pasaban zumbando mientras conducíamos por la autopista.
—Sobre lo que dije. ¿Qué opinas?
—Voy a ser honesto contigo, Hiura —dije cansado, inclinándome hacia atrás en el asiento del copiloto—. No escuché una sola palabra de lo que dijiste.
Hiura se rió—. Aquí estoy, desnudándome, ¿y así es como soy tratado?
Hice una mueca ante la imagen mental—. Eso sonó mal en todos los sentidos. Incluso el figurativo.
—Lo siento, Hiura-san —se disculpó Shiba desde el asiento trasero—. Senpai lleva tiempo sin dormir, así que está un poco irritable.
—Oye —le gruñí a mi compañero—, me eché una siesta anoche.
—Dormirte durante una hora mientras revisabas los informes no cuenta. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste más de cuatro horas seguidas?
—... no me acuerdo —dije, luego de pensarlo por un momento.
Hiura me miró por el rabillo del ojo—. Esa... ¿probablemente no es una buena señal?
Me encogí de hombros—. No me ha matado todavía.
—Lo hará —prometió Shiba. Lo miré fijamente a través del espejo retrovisor. Él respondió con una sonrisa que mostraba su dentadura perfecta. Tch.
Me resistí al deseo de enseñarle el dedo, en lugar de eso resoplé y miré por la ventana una vez más. El auto de Hiura viajaba suavemente por la carretera. El tráfico era del tipo que había antes de la hora punta, así que el camino estaba libre en su mayor parte. Me recliné más en el asiento de cuero artificial. La comodidad que me proporcionaba me tentaba a cerrar los ojos, pero el pinchazo en la parte posterior de mi cabeza me lo negaba. Podría estar cansado. Reconocí que aquella posibilidad existía.
Pero no lo estaba. De ninguna manera.
—Estoy hablando en serio, eso sí. ¿Qué opinas? —preguntó Hiura de nuevo, llamando mi atención otra vez.
—Y yo también hablo en serio —insistí—, no te estaba escuchando.
—¿En serio? Y yo pensaba que sólo pretendías ser un idiota.
—Ya me conoces: a nadie sin decepcionar.
—Como sea, estaba hablando de cuentas bancarias. Este caso me ha hecho pensar si es una buena idea el tener una cuenta bancaria compartida o no. —Hiura ignoró mi ocurrencia y resumió rápidamente lo que debió haber dicho antes.
—Puede que no haya estado sintonizando... —admití descaradamente, subiendo la mano para apuntar con mi pulgar hacia detrás de mi cabeza—. Pero estoy seguro de que esa pregunta te la pudo responder el Maestro del Descaro Shiba. De todas formas, ese parece un problema del que, siendo realista, sólo tienes que preocuparte una vez que te cases.
—Vamos. Te va a pasar eventualmente. ¿No tienes alguna idea? —rió Hiura. El sonido del parpadeo del intermitente se pudo escuchar en la cabina del auto mientras éste cambiaba de pista, tomando una subida que nos llevaría a otra carretera. Intercambiamos las vistas de la ciudad por la de la costa, en la que se encontraban atracados los barcos de pesca.
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Incompleto
FanfictionLa graduación marca el fin de la juventud y del Club de Servicio. La comedia romántica no llega a nada, y la vida adulta acaba llevando a cada uno de los miembros del club por caminos completamente diferentes; en el caso de Hikigaya Hachiman, uno qu...