Ya desde la esquina de la calle podía sentir la opulencia. Las luces del patio irradiaban el cielo, iluminando los árboles en las aceras de los alrededores, como si fuesen torres etéreas que se elevaban hacia los cielos.
Me volví hacia mi pasajera—. ¿Es aquí?
Por supuesto que era aquí. ¿Para qué demonios estaba preguntando?
—Sí. —Yukinoshita Yukino, que vestía un vestido negro, confirmó mis sospechas. Otro caso cerrado por el Detective Hikigaya.
Desde el asiento del conductor del Mercedes de Yukinoshita, miré el camino y con cuidado nos conduje hacia la cuadra. Cuando me estacioné en la acera frente al local, un joven cuidador de autos se nos acercó rápidamente. Sus ojos se abrieron de par en par al reconocer el vehículo.
—Buenas noches, Yukinoshita-sa... —El saludo murió en la garganta del cuidador en cuanto me vio salir del auto.
Gruñí y le entregué las llaves. El cuidador no me quitó los ojos de encima hasta que vio a Yukinoshita salir del asiento del pasajero. Sus ojos se abrieron como platillos y me sentí tentado en llamar a una ambulancia. Yukinoshita se puso a mi lado mientras nos dirigíamos hacia la entrada. Al echar una mirada por encima de mi hombro, noté que el cuidador nos seguía mirando con una expresión desconcertada. Cualquiera pensaría que había pasado un cerdo con alas de querubín volando justo por aquí.
—¿Ves? —le susurré a Yukinoshita—. ¡Tú debiste conducir!
—¿Con tacones como éstos? Hikigaya-kun, no sabía que tuvieras tendencias tan sádicas.
—No le des la vuelta a mis palabras —me quejé, un poco molesto—. Quién sabe qué empezará a contar por ahí.
—En realidad, eso podría beneficiarme...
—¿Cómo dices?
Hace unos días, Yukinoshita me pidió que tuviéramos una "cita" un sábado por la noche. Resultó ser que esta "cita" consistía en yo acompañándola a un evento social que los Yukinoshita estaban organizando. Según ella, era una fiesta para anunciar que su padre se iba a presentar para el cargo de Primer Ministro. Iban a asistir un montón de personas influyentes y conocidas: políticos, hombres de negocios y gente de la alta sociedad. Todos aliados de los Yukinoshita.
Y luego estaba yo, vestido como un pingüino al que le habían puesto un esmoquin que se sentía dos tallas más pequeño. Fue un milagro que pudiera hacer que la funda del hombro me quedara bien. ¿Cómo se las arreglaba James Bond?
—Todavía no entiendo por qué me elegiste como acompañante. Pudiste traer a Yuigahama y ahorrarme la tortura.
Yukinoshita frunció los labios—. Yui-san recibió su propia invitación, pero la rechazó.
—Vaya. Y yo pensaba que saltaría a la oportunidad de salir contigo.
—Sospecho que estaba tratando de ser complaciente. O tal vez estaba ocupada con otra cosa, no estoy segura. Bueno, entremos ya.
—Espera. No has respondido a mi pregunta.
—¿De verdad te preocupa tanto?
—Sí.
Yukinoshita frunció el ceño—. Eres consciente de que ha sido hace poco que he vuelto a Japón de forma permanente, ¿no? Bueno, desafortunadamente, estoy en edad de casarme. Con la posición de mi familia y mi padre postulándose para Primer Ministro, el número de pretendientes está destinado a aumentar. Espero encontrarme con algunas molestias durante la fiesta.
—¿Así que soy un elemento disuasorio? No sabía que leyeras a Waltz. [1]
—Más bien un espantapájaros, diría yo. Tu aura naturalmente repulsiva debería ahuyentar a los pájaros vengan a acicalarse. De todas formas, yo prefiero la postura de Sagan. [2]
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Incompleto
FanfictionLa graduación marca el fin de la juventud y del Club de Servicio. La comedia romántica no llega a nada, y la vida adulta acaba llevando a cada uno de los miembros del club por caminos completamente diferentes; en el caso de Hikigaya Hachiman, uno qu...