Capítulo 14.5: ... Si una persona te importa

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Existe un viejo dicho que va más o menos así: "El estado de la ropa de un hombre refleja a la mujer con la que está".

Me parece demasiado específico.

La ropa de un hombre está dictaminada por la persona que está por sobre él. Los esclavos usaban ropa áspera porque eso era lo que su señor les obligaba a vestir. El amo de una casa obligaba a sus sirvientes a vestirse de cierta manera. Y esta paridad también se aplica a hombres y mujeres.

Cualquier hombre te dirá que es la mujer quien dicta las reglas de una relación. La frecuencia con la que se reúnen, cuándo hablan, lo que hacen, la forma en que pueden llamarse el uno al otro, etc. La mujer era la dominante en el ámbito social.

No hace falta decir que yo estaba totalmente indefenso ante ellas.

Y que Dios se apiade de la pobre alma que intente detener la gran tormenta de nieve conocida como Yukinoshita Yukino.

Me había llamado durante la mañana, diciendo que sentía curiosidad de por qué había ido vestido con mi ropa de trabajo a la cena en la casa de Shizuka.

—Si no me equivoco, ya llevabas unas horas fuera del trabajo, ¿no?

—Sí, bueno, es que no tengo ropa casual —admití, por error—. No es como si saliera por ahí a pasar el rato ni nada.

Todo lo que recibí fue un mensaje de texto, ordenándome que no me moviera del lugar donde estaba inadvertidamente holgazaneando, que resultó ser mi sofá. La mujer se presentó en mi apartamento luego de media hora.

Y entonces, fui arrastrado a este centro comercial en el centro de Tokio.

—Mira, no voy decir que no me importa ser obligado a abandonar las comodidades de mi casa para ir a un lugar repleto de normies y multitudes desagradables en general. Porque sí que me importa —dije, dejando que la irritación se deslizara por mi voz como una infusión intravenosa—. Así que por favor recuérdame, ¿por qué?

Yukinoshita se dio la vuelta y me dirigió una mirada petrificante—. Tu falta de ropa casual es tu intento de autojustificarte por no salir de casa durante tus días o tardes libres. Empujándote de vuelta al deplorable y despreocupado estilo de vida de un hikikomori.

¡Han visto a través de mí!

Yukinoshita tomó mi silencio como señal de que no tenía con qué responderle. Suspiró en señal de consternación y se llevó unos dedos a la frente—. Estabas tan cerca de parecer un ser humano, sólo con un poco más...

—No lo hagas sonar como si yo fuera una especie de alien, por favor.

—¿Quién sabe? De tener la ropa para la ocasión, quizá hasta tengas una excusa para pedirle una cita a esa secretaria de tu oficina.

Fue mi turno de mirarla. Mi mirada era más de curiosidad, no obstante—. ¿Qué tiene que ver ella con todo esto?

Yukinoshita me miró con los ojos muy abiertos, desconcertada, antes de avanzar a paso fuerte delante de mí. Capté unos murmullos sobre la densidad de una estrella de neutrones o algo así.

Caminé un poco más rápido para alcanzarla—. ¿Es una buena idea esto? Mi sentido de la vestimenta no es precisamente malo. Puedo darme cuenta de cuando algo funciona o no. Pero no tengo el criterio para saber qué estilos o combinaciones están "de moda".

—No te preocupes, Hikigaya-kun —dijo con confianza, enderezando un poco más su espalda—. Yo muy amablemente te proporcionaré mi ayuda en ese frente. Ya tengo algunas ideas para vestimentas potenciales.

Bueno, dejando de lado su noblesse obligue, creo que puedo confiar en el juicio de Yukinoshita. Me hizo algunas preguntas breves, como qué tipo de tienda o de ropa prefería. No estaba muy seguro, pero le dije que no me gustaban las cosas de marca y que prefería que tuvieran un precio razonable. Tampoco era muy amigo de las cosas demasiado exóticas o especiales.

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