Capítulo 4: Después del desenlace

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Al entrar en el cuartel general, me dirigí directamente al mostrador de información, donde vi a Secretaria-chan trabajando en su computadora.

—¿Está el Jefe?

Me echó un vistazo rápido y parpadeó una vez antes de volver a teclear—. Debería estar en su oficina. Aunque trajo a alguien más con él, una mujer de pelo negro en traje. Entraron hace... mmm... ¿diez minutos? Firmó en el registro de invitados como "Yukinoshita".

¿Una Yukinoshita de pelo negro en traje? La única persona que conocía y que encajaba con esa descripción era Haruno. ¿Ella iba a ser mi abogada en este caso? ¿Podía hacer casos privados? Aquellas preguntas me daban vueltas por la cabeza mientras me encontraba frente a las puertas de caoba de la oficina del Jefe Tsurumi Kenji. Tocé la puerta una vez y fui recibido por su voz apagada desde dentro.

—¿Hikigaya? Entra.

Giré el pomo de la puerta y entré sin decir una palabra.

—¿Hikigaya...?

Mis pies se entumecieron cuando mis oídos escucharon una voz tan clara como un instrumento de viento y tan suave como el terciopelo. La puerta detrás de mí se cerró con un golpe ominoso, el cambio en la presión del aire provocó una ligera brisa que hizo que su cabello se moviera un poco. Sentada delante de mí se encontraba una persona que jamás que volvería a ver en mi vida.

Yukinoshita Yukino.

La familia Yukinoshita parecía inmune al paso del tiempo, y su hija menor no era la excepción.

Los iris de la Reina de Hielo eran de un azul claro y nítido, un color que recordaba a un cielo invernal sin nubes en pleno mediodía. Su largo cabello negro, sobre un rostro con forma de lágrima, le llegaba hasta la parte baja de la espalda. Su piel tenía un color pálido, no muy diferente al de la leche o el mármol.

No estaba muy seguro ya que estaba sentada, pero parecía un poco más alta que la Yukinoshita adolescente con la que la estaba comparando en mi mente. También parecía más madura, si aquello era posible. Aunque en realidad podría ser por su atuendo. Un traje negro que cubría una camisa abotonada blanca, junto con una falda lápiz que abrazaba su delgada cintura y caderas. Profesional e impecable, dos palabras que resumían toda su existencia. Al menos por fuera.

La ex-presidenta del Club de Servicio lucía como si acabara de salir de la preparatoria Sobu, sin envejecer un solo día. Y me estaba observando como si yo fuera una especie de unicornio que había llegado galopando desde lo alto de un arco iris.

—Ah, sí —dijo el Jefe mientras se aclaraba la garganta—. Ella es Yukinoshita Yukino, la hermana menor de Haruno-san. Recomendada personalmente por ella, de hecho. Viendo lo cercano que eras a Haruno-san, pensé que este acuerdo sería beneficioso...

Las palabras del Jefe se fueron apagando al notar cómo los dos huéspedes de la oficina nos mirábamos fijamente.

Y además, Jefe, ¿qué le hizo pensar que yo era "cercano" a Haruno? ¿Ignoró el cómo mis ojos suplicaban por ayuda?

—... Ustedes... ¿ya se conocen?

Aparté mi mirada de Yukinoshita para fijarme en el Jefe. Sentía como si estuvieran apretando mi pecho como si fuera un tubo de pasta de dientes—. Nosotros... eh... fuimos a la misma escuela.

—Eso es correcto —me apoyó Yukinoshita, mientras ella también le dirigía una mirada vacía al Jefe. Había una rara entonación en su voz—. Hikigaya... san y yo estuvimos en el mismo club también.

... ¿"san"? Vaya honorífico más horrible con el que ser llamado. Me sentía tan incómodo que estaba seguro de que algún ninja había dejado caer sobre mí un suéter de lana picoso.

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