𝓜𝓮𝓻𝓶𝓪𝓲𝓭 𝓣𝓮𝓪𝓻𝓼 - 𝓣𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓡𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼

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Nota: a partir de aquí contaré la historia previa a la aparición de Takemichi y Mikey. No se preocupen, no será mucho.

Flashback

Hace varios años atrás. Kisaki tuvo desafortunada suerte de nacer con una gran inteligencia pero en una familia tan pobre y orgullosa de su posición, tanto que incluso negaban completamente a cambiar su estilo de vida.

Desde muy pequeño se le inculcó que ser pobre era sinónimo de estar orgulloso, porque al menos aún continuaban con vida y tenían algo que comer con suerte para el día siguiente, pero Kisaki jamás compartió este pensamiento con sus padres y eso lo llevaba a pensar que estaba destinado a morir en la inmundicia, siendo pisoteado por los que más tenían y viviendo de las sobras de los ricos.
Para el joven Kisaki era una tortura tener que vivir con una mente brillante en un ambiente tan carente de lo básico, pero sus padres insistían enseñarle su estilo de vida y hacer que se conforme con lo que tenía.

— podremos ser pobres pero somos honrados

Era lo que normalmente su padre siempre le recalcaba todo el tiempo.

Cuando tuvo la edad apropiada comenzó su primer trabajo, al ser pobres y por la época, no era tan raro que los niños empiecen a trabajar apenas empiezan a caminar. Su madre normalmente se dedicaba al campo y mientras tanto su padre y él trabajaba en un establo que pertenecía a un político muy conocido.
Su trabajo consistía en recoger el estiércol de los caballos, cepillarlos, alimentarlos y básicamente asegurarse de que estuvieran sanos, ya que eran los caballos favoritos del político y de su único hijo.

Odiaba este trabajo con todo su ser, su familia lo limitaba demasiado y lo obligaba a conformarse con tan poco, solamente podía saciar su sed de conocimiento robando algunos libros de la librería del hombre para el que trabajaban, después de todo tenía una biblioteca muy basta y estaba seguro de que ese hombre ni siquiera extrañaría uno o dos libros robados, además siempre regresaba los libros tan pronto los terminaba.

Por otro lado estaba Hanma Shuji, la oveja negra de su propia familia, solían decirle así porque era lo opuesto a lo que se esperaba de un jovencito de su edad para la época. Muchos jovencitos a su edad se dedicaban a estudiar día y noche, eran dedicados a su familia y se involucraban mucho en los negocios familiares, pero Hanma simplemente prefería perder el tiempo y solamente intentar vivir su vida sin ninguna responsabilidad.
Incontables fueron las veces que tuvo fuertes discusiones con su padre con respecto a su futuro, pero a Hanma no le importaba porque odiaba su vida y estaría más que feliz de ser desheredado, pero su padre sabía que al desheredarlo le estaría haciendo un favor, así que en lugar de ceder a sus deseos, prefería alentarlo a continuar trabajando duro.

— no importa que tanto insistas y pelees, desde tu nacimiento tu futuro y toda tu vida estás resueltas ¿Qué más quieres?

Hanma usualmente escapaba mentalmente cada vez que su padre sacaba el mismo sermón de todos los días, prefería no ser hijo de un político y no tener tanta carga encima, la vida era en blanco y negro y era un martirio tener que pensar que un día se volvería igual que su padre. Así fue hasta que un día, en sus clases de historia, miró por la ventana y algo llamó su atención.
Cerca de los establos estado un chico de tez bronceada, de lentes, su ropa estaba andrajosa y sucia y estaba leyendo un libro de astronomía, lo reconocía perfectamente porque ese libro fue su peor pesadilla durante un mes completo.

— joven amo, tiene que prestar atención a la clase porque esto vendrá en su examen — dijo su viejo tutor al chasquear sus dedos frente al chico para llamar su atención.

Hanma suspiró pesadamente y se vió obligado a continuar la clase, a pesar de que su mente y toda su atención en general estaba en el misterioso chico de los establos.
Cuando la clase terminó, se le dió la oportunidad de tener el resto del día libre, y estaba por ir a los establos cuando su papá entró a la casa con un objeto muy extraño.

— ¿Qué es eso? — preguntó mostrando un poco de interés.

— una vieja reliquia que tu madre heredó de su tatarabuelo. Es un auténtico mapa de tesoro pirata ¿Recuerdas esa historia que te contaba tu nana antes de dormir? Sobre el pirata que enterró su tesoro en una cueva y luego desapareció.
Al parecer la historia es verdad, tu tatarabuelo estuvo entre la tripulación de ese pirata; según entiendo lo encontraron medio loco y a bordo de un bote de remos, con un costal lleno de monedas de oro, este mapa y diciendo disparates acerca de una sirena y una joya — explicó el hombre mayor.

— ¿Y la historia es verdad? — preguntó Hanma sonriendo entusiasmado.

— ¡Por supuesto que no! Son disparates de borrachos y delirios de un hombre loco, que por suerte murió y ya no puede manchar más el nombre de nuestra honrada familia. Lo guardaré porque a tu madre realmente le encantaban las historias relacionadas con este mapa — respondió el hombre mayor sin más y entró a su estudio.

El chico miró con desdén como su padre se encerraba otra vez en su estudio, pero al menos estaba en un lugar donde no lo molestaría mientras iba a conocer a ese chico que llamó su atención. Hanma sonrío entusiasmado y abandonó la comodidad de su casa para ir a los establos dónde estaban los caballos; cuando llegó encontró al chico que ahora estaba acarreando los desechos de los caballos, Hanma a pesar de lo inmundo que se veía ese muchacho no dejaba de mirarlo con gran interés.

Kisaki al notar la presencia de ese chico, al que solamente había visto un par de veces, no le prestó atención; continuó con su trabajo a pesar de sentir la mirada pesada y atenta del más alto sobre él, al menos hasta que llegó un punto en el que su presencia fue intolerable. El de lentes no le tenía miedo a sus patrones, a excepción de su padre que solía ser muy obediente y extremadamente permisivo, Kisaki dejó que estaba haciendo y se acercó al muchacho para encararlo.

— ¿¡Qué tanto me ves!? ¿Nunca has visto a un hombre trabajar? — Kisaki gritó rojo de enojo.

Sin embargo Hanma lejos de intimidarse se sintió conmovido, una sonrisa adornó su rostro, lo que hizo enfurecer aún más a Kisaki.

— eres demasiado agresivo a pesar de tu tamaño, incluso te atreves a alzarle la voz a un noble e incluso robarle — respondió Hanma notando el libro que Kisaki escondía en una pequeña bolsa de tela.