Al salir de casa los rayos del sol me pegan en el rostro, lo que provoca que cierre los ojos por el ardor. Eso solo hace que luzca peor de lo que suelo verme por las mañanas. Tampoco ayudó mucho cuando mi cara se arruga en un gesto por intentar estornudar. Lo molesto fue que ese estornudo nunca llegó. Odiaba esa sensación.
Ignoro lo fresca que está la mañana y cruzo el corto camino hasta la otra casa.
Oprimo el botón del timbre.
Bien, ni siquiera me limité a pensar si estarían despiertos, pero si yo, Paris Boldman, las que se despierta a la hora de almuerzo está despierta a las once de la mañana, supondré que lo están.
Nada.
Vuelvo a esperar unos segundos más para ver si alguien me abre.
Ya rindiéndome me doy media vuelta para volver a mi hogar, sin embargo, en ese momento, se abre la puerta dejando ver al más pequeño de la casa. Me inclino hacia adelante y le doy una sonrisa dulce.
—Hola, Max. ¿Jake está en casa?
—Sipi, pero debe estar durmiendo. Ayer llegó demasiado tarde —dice en un tono acusador—. Papá se quejó de eso cuando desayunábamos.
—Solo vine a buscar algo que olvidé, no haré ruido. Seré como un ninja —susurro.
Le brillan los ojos. No lo piensa y se hace a un lado para dejarme pasar.
Al entrar, Phoebe aún en pijama, yacía en la mesa del comedor junto con una taza de alguna bebida caliente y su laptop abierto. Alza los ojos mirándonos.
—Paris —me mira sorprendida, aunque intenta disimularlo—, que... —mira la hora— temprano tenerte por aquí.
—Ya —sonrío. Como que todos sabían que las mañanas y yo no nos llevamos. Que les digo, era una chica de noche—. Solo vine a buscar algo que tiene Jake. Perdón si molesto tan temprano.
—Oh, cariño. No eres ninguna molestia —dice. Esta gente es tan buena que siempre me entraba algo al ojo—. Y no te preocupes si haces ruido, Jake duerme como un tronco y tampoco te preocupes si lo llegas a despertar, si te ve de seguro no se enoja —despreocupada, agita una mano.
Ajá, eso no me lo creo para nada del mundo. Aun así, asiento y decido subir para llegar a la habitación de Jake.
En el momento en que asomo mi cabeza, siento su perfume varonil. Me adentro por completo y comienzo a buscar mi celular. Me arrepiento de haberle comprado una funda de un tono de color celeste pastel y no la amarilla fosforescente tan horrible que vi.
No hay rastro ni en los muebles ni encima de su cama ni en su mesita de noche.
Me agacho para ver si está bajo la cama donde se supone que se me había caído ayer. Nada. Por si las dudas, tampoco veo la caja de las supuestas galletas. Seguramente lo volvió a esconder. Yo hubiera hecho lo mismo en su lugar.
Frustrada de la situación, doy un suspiro fuerte y me levanto del suelo. Con las cejas fruncidas me quedo mirando a Jake tendido en su cama con la boca entreabierta y un brazo extendido a lo largo de la cama. Hasta dormido se ve bien. No recordaba que sus pestañas eran así de largas. Luce como un ángel dormido de lo tranquilo que está. Si bien, en la realidad no es así. Es el mismo demonio en persona. Pero ahora, con su boca medio abierta, sus ojos moviéndose bajo los párpados y su suave respiración... hasta me agrada.
Coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja y me acerco a su cama.
—Jake —le hablo. Obviamente no funcionó, ni sé por qué lo intenté.
Lo muevo fuertemente con mi dedo para despertarlo. Phoebe estaba en lo cierto, duerme como un tronco. Ojalá yo pudiera dormir así. Mi sueño es tan liviano que despierto hasta con el mínimo ruido.
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Tú, siempre (SIEMPRE #1)
Teen Fiction¿Qué pasa cuando el niño que solía molestarte de pequeña se va, pero ha vuelto luego de unos años? Y no como un niño, sino como todo un adolescente, donde los sentimientos juegan con uno. Así es la vida de Paris Boldman. Hace unos años cuando era...