10. Paciencia, pequeña Paris

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Hoy es mi último día para mi tutoría con Jake. Eso me hace feliz. Feliz de que, si me va bien mañana, papá me sacará a Archer y a mí del castigo, y feliz de no más Jake Foster... hasta previo aviso. Creo que lo único que me molesta es la constante presión de Archer por sacar una buena calificación.

Estoy casi segura de que papá usó ese truco bajo la manga cuando dijo que nos dejará el castigo a ambos.

—Hoy solo nos dedicaremos a resolver algunos ejercicios y reforzar alguno que otro contenido.

El día anterior habíamos decidido hacer la tutoría después de clases en la biblioteca de la escuela. Hoy volvemos a estar en mi casa.

Estar en un lugar que no fuese su casa o la mía fue mucho más cómodo debido a que solo estábamos nosotros dos y un par de estudiantes más. En cambio, ahora, Archer estaba con nosotros analizando todos nuestros movimientos. Eso me estaba poniendo de los nervios. Pero era estar aquí o en su casa y, debido a que Max no paraba de hacernos preguntas o contarnos sus anécdotas de la escuela, terminamos diciendo que estaríamos en mi casa. Aunque comparado con Archer, era casi lo mismo. No sé por qué no fuimos de nuevo a la biblioteca. En realidad, creo que sí lo sé. Fue algo estúpido de mi parte decir:

—Mejor vayamos a casa para que papá vea que me estoy esforzando.

A lo que Jake respondió:

—Y vaya que lo haces.

Si alzo la cabeza y miro detrás de Jake, puedo ver cómo Archer intenta ver lo que hacemos. Y cuando ve que lo estoy mirando, desvía la mirada rápidamente fingiendo estar interesado en uno de los cojines del sofá.

Cierro de golpe el libro. Jake, confundido, arquea su perfecta ceja en mi dirección.

—Paciencia, pequeña París. Estoy haciendo los ejercicios.

Ignoro el apodo que acaba de ponerme y me levanto aferrándome a mi cuaderno y al libro que había traído Jake.

—Mejor vamos a mi habitación —propongo.

Ahora, con ambas cejas alzadas, Jake me lanza una mirada de sorpresa. Evidentemente no se esperaba eso.

—¿A tu habitación? —me mira con cautela.

Me inclino sobre la mesa para murmurar sin que mi hermano me escuche.

—Archer me está desconcentrando bastante y en serio quiero aprobar el examen.

Éste mira sobre su hombro en dirección a Archer y, Archer al darse cuenta de que lo miraban, vuelve a concentrarse en lo que sea que estuviese mirando en el cojín, fingiendo que no nos husmeaba. Jake asiente y me sigue hasta arriba.

—¡Niños, dejen la puerta abierta! —Archer nos grita del sofá. Le lanzo mi dedo corazón aún con la vista en frente y Archer por su parte suelta un «grosera».

En mi habitación —dejando la puerta cerrada solo para que no entre Archer— nos ponemos manos a la obra de nuevo. Abro el libro buscando las páginas a la vez que Jake se postra en la cama y comienza a escribir los ejercicios en mi cuaderno. Cuando finaliza me lo tiende y él aleja el libro para que no haga trampa. Al igual que ayer, con voz suave como si a un ciervo le estuviera hablando, me explica que, cuando finalizara, me iba a corregir todo lo malo y que volvería a explicarme hasta poder entenderlo. Me contuve en decirle que ya me había quedado claro, pero bueno, ya me estaba acostumbrando a la personalidad de Jake. Impresionante, lo sé. Pero he pasado todos estos días con él, lo que era más de lo que alguna vez lo pasamos todos estos años de conocernos.

Mientras me dedico mi tiempo para hacer lo que creía correcto, Jake se concentra en otras cosas. En ningún momento toma su celular, sino que agarra una de mis revistas Cosmopolitan de mi mesita de noche y comienza a hojearla una por una. No me molesta en absoluto. Luego, cuando termina, agarra el marco de foto que tengo de mamá. Tampoco me molesta, y me sorprendo cuando veo una pequeña sonrisa en sus labios. Fue rápida, pero logré verla. Por alguna razón ese pequeño gesto hizo que mi corazón se hinchara.

Tú, siempre (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora