23. Vamos por un helado

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—No.

—Sí.

—Que no.

—Que sí.

—Bien.

—Ah, ¿sí? —se le iluminan los ojos.

—No.

Archer me mira de mala gana y se cruza de brazos.

—Vamos, Paris.

—¿Por qué tengo que hacerlo yo?

—Porque sí.

—Esa no es una razón —señalo con desaprobación.

Archer junta sus manos en forma de oración y me hace un puchero. Ese gesto ni siquiera servía cuando éramos niños.

Cambio mi postura, apoyando más el otro pie, y lo miró con cara de poker.

—¿Te das cuenta de que me llevas al matadero? —le digo.

—Está con Rose. Dirá que sí.

—¿Entonces por qué no le dices tú? —espeto.

—Porque la última vez se lo pedí yo.

—¿En serio se turnan para pedir permiso?

Ambos nos giramos para encontrarnos con nuestro vecino y amigo. Archer y yo intercambiamos miradas antes de mirar a Jake como si nos hubiese hecho una pregunta absurda.

Jake se encuentra recostado en la cama de Archer, cómodamente con los brazos cruzados detrás de su nuca, mirando expectante desde que nuestra discusión comenzó.

—Como dijo Paris —Archer me señala—, pedirle a Rick algo te lleva a la muerte.

—¿Quieren que se lo pida yo? —se incorpora, dispuesto a hacer lo que nosotros no.

Con Archer nos precipitamos a negarnos.

—¡No! Nos tratará de cobardes.

Este comienza a reírse, aunque lo termina disimulando con una tos falsa cuando se percata de que no nos hace ni una pizca de gracia.

—Rick no es tan malo —Jake nos lanza una mirada divertida.

Archer ahoga una exclamación y se lleva una mano al pecho. Todo de forma muy dramática.

—Es el Diablo —Archer nos susurra.

Recuerdo que, cuando una vez le había dado una simple gripe, Archer nos hizo firmar una hoja donde tenía escrito lo que nos heredaría a cada uno si le llegaba a pasar algo. A mí me dejó su equipo de música y su peluche de la infancia para que lo recordara. A papá le había dejado su bate de béisbol, que papá mismo se la había regalado en nuestro cumpleaños unos días antes. Y a mamá le había dejado su alcancía con todos sus ahorros. Dijo que lo usara para lo que quisiera.

Desde ese momento supe quién sería la reina del drama entre los dos. Y eso que también soy dramática. Pero Archer llega a otro nivel.

—Vamos, chicos —Jake se levanta de la cama de Archer—. No conocen al mío.

—Claro que lo conocemos —le digo.

La mirada que nos da es una completamente fría, puedo ver en cómo sus ojos azules se enfriaban como el hielo —bueno, si eso fuese posible—. Cierra los ojos y sacude la cabeza. Se dirige a la puerta y antes de salir nos dice sobre su hombro:

—Pero no ahora. Uno cambia al pasar los años.

Por el rabillo del ojo noto como mi hermano me echa una mirada. Yo, por mi lado, solo veo como Jake deja la habitación. Archer después de un rato se encoge de hombros quitándole importancia y sigue a Jake.

Tú, siempre (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora