31. Sueños y esperanza

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Es increíble lo adictivo que puede llegar a ser el amor.

Eso es lo que pienso cuando acaricio el suave rostro de Jake, quien había dejado su cabeza sobre mis piernas mientras veíamos una película en casa de los Foster. Paso mis dedos por el contorno de sus mejillas, notando que se había afeitado hace poco. Y entonces... me percato de algo.

—¿Usas crema hidratante?

Gira su cabeza para mirar hacia arriba, hacia mi rostro.

—¿Qué?

—Tú piel es muy suave.

—Un chico no quiere oír eso de su novia.

Pongo los ojos en blanco y le doy un golpecito que él finge que le duele. Eso me enternece.

—Sí —dice—. Uso crema. Pero no le digas a los demás. Archer me lo recordaría todos los días.

—Oliver probablemente te preguntaría por la marca de la crema.

Sonríe.

—Y Lisa estaría dándome consejos y pidiéndome los que yo sé.

Le devuelvo la sonrisa.

Vaya que era cierto.

—Sabes... —me mira, dejando en suspense su frase no terminada.

—¿Qué?

—Estamos solos.

—¿Y...? —Intento permanecer seria, pero las comisuras de mis labios tiemblan por salir una sonrisa.

—Y llevamos media hora así desde que se fueron a la reunión de padres con Max.

Antes de marcharse, Logan nos advierte que no hiciésemos nada malo sin la ausencia de adultos. Jake y yo sabíamos que solo lo decía para molestarnos. Es más, antes de salir por la puerta nos guiña un ojo. Desde que se enteraron de lo nuestro no nos paran de hacer bromas.

—¿Y...?

—Y... —se separa de mí para sentarse de espaldas. Me giro para que quedemos de frente y no de lado—. Que deberíamos hacer cosas —enfatiza, mientras sonríe con cierta picardía.

Tentador.

Desde que le dijimos lo nuestro a papá llega más temprano de lo normal a casa. Así que, o nos quedamos abajo en la sala donde él estuviese presente, o nos quedamos en mi habitación con la puerta abierta. En la escuela nos comportábamos porque sabíamos que no era agradable ver a nuestros amigos mirándonos con una mueca. Y, aunque apenas llevamos dos semanas, era difícil estar "lejos" para nosotros.

Y aquí entra de nuevo que el amor es increíblemente adictivo. En especial cuando recién empiezas con la persona. Solo quieres estar a su lado. Sentirlo de cerca. Saber que él o ella está ahí. Tomarle la mano para sentir su piel. Escuchar el latido de su corazón, sentir como se acelera cuando te acercas. Besarlo...

No espero a que continúe con sus respuestas y termino nuestra tortura. Lo beso y él me besa de vuelta. Sus manos se van a cada lado de mis caderas atrayéndome más a él, y cuando lo hace, mi pecho queda pegado al suyo y siento como nuestras respiraciones suben y bajan. Apenas nos separamos para respirar, y cuando lo hacíamos, sus labios se iban a mi cuello, garganta y clavícula, mientras que yo hundía mis manos en su pelo porque sabía que eso le gustaba.

—Hueles a vainilla —murmura y me estremezco por las cosquillas.

—Es mi nuevo perfume.

—Me gusta. Aunque siempre has olido bien —se aleja unos centímetros para poder mirarme—. Tienes un buen pH, Paris —añade, muy seguro de sí mismo.

Tú, siempre (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora