—No me jodas —murmuro con los dientes apretados, tirando y jalando de la manilla de mi maleta.
—¿Necesita ayuda?
Miro sobre mi cabello que me estaba cubriendo la vista. Un hombre de unos cuarenta años me pregunta; a su lado, una niña de unos cinco años como mucho, con dos colas y un peluche de unicornio me mira con el ceño fruncido.
Desvío la vista hacia el que debe ser su padre. Era la segunda persona que me preguntaba.
—No, gracias.
La niña me saca la lengua antes de marcharse con su padre. Abro la boca indignada.
Estaba de mal humor y no debería. No cuando vengo a Boston a ver a mi novio. Pero, dicho novio aún no llega. Así que mi mal humor aumenta.
Suelto un suspiro frustrado, rindiéndome. Alguien me da unos golpecitos en el brazo. Estaba a punto de soltar otra réplica diciendo que no necesitaba ayuda, cuando siento ese escalofrío (un escalofrío del bueno) recorriéndome.
Me giro.
—¿Esa niña acaba de sacarte la lengua?
Abro la boca.
—Llegas tarde.
—Lo sé, había tráfico.
Frunzo el ceño.
—Pues, te hubieses ido antes.
—Pero estaba saliendo del trabajo, no podía salir antes sin que me pillaran.
No digo nada porque entonces me agarra de la mano atrayéndome hacia él. Al ser más alto que yo, tengo que inclinar mi cabeza hacia atrás para poder mirarlo mejor.
—¿No me saludarás antes de volver a regañarme? —murmura Jake sobre mis labios. Los entreabro ante ese pequeño contacto.
Asiento.
—Puedo esperar para eso.
Y entonces lo beso. O me besa él. No lo sé. Ambos estábamos igual de desesperados ante aquel tacto. Lo rodeo con mis brazos en un abrazo. Dios, después extrañaba todo de él. Su piel, su olor, sus caricias, sus besos... Me muerde el lóbulo cuando se separa, arrancándome un gemido en el proceso.
—En la residencia —dice.
Ni digo nada y avanzamos a paso rápido.
Jake tuvo que tomar la maleta porque tampoco pudo tirar la manilla.
Cuando subimos a su auto me da otro beso en los labios antes de partir. Coloca una mano encima de mi muslo y yo pongo la mía sobre la suya, acariciándole los nudillos.
—No sabes cuánto te he extrañado.
—Claro que lo sé —respondo—. Porque yo igual te he extrañado. Y bastante.
La última vez que nos vimos fue para las vacaciones de verano. Ambos decidimos pasarla en casa, con mi padre y sus tíos. Fueron tres meses donde casi no nos despegamos. Había sido un año duro con esto de la relación a distancia. Y cada día pienso que, solo unos años más, y podremos tener nuestro tiempo.
—Háblame de tu nuevo puesto de trabajo —dice, concentrado en la autopista.
—Sin duda es mucho mejor que servir el café.
Si no fuera por papá, mis amigos, mi hermano y Jake, no estaría donde estoy ahora.
Suspiro.
—Ahora soy como la mano derecha de la asistente. Y antes de que lo digas, no, no es lo mismo. Tengo que registrar las llamadas, ver los mensajes, decirle los horarios de sus eventos. Pero bueno, todo esto ya te lo conté por teléfono.
—Sí, pero quería oírlo en vivo y en directo —me aprieta la pierna en un gesto reconfortante.
Hablamos mucho durante el camino. Le pregunto por sus clases, por sus fotos y por el estudio que tiene al tener una beca. Se le veía tan feliz que su sonrisa se me contagia hasta que llegamos a la residencia.
—¿No está Julian? —Inspecciono la habitación vacía.
—No. Lo mandé a volar.
—Jake.
—Es cierto. Le dije que venía mi novia y que no volviera hasta después de las siete.
—¿De la tarde?
—De la mañana.
Suelto una risa.
—Eres un mal compañero de habitación.
—Él es un buen compañero de habitación si aceptó sin quejarse. Tiene novia. Me entiende —me agarra de las caderas—. Pero basta de charla.
—¿Por qué? —deslizo mis manos hasta llegar a sus pectorales—. ¿Tienes planes en mente?
—Sí. Y no implica hablar.
Antes de siquiera decir algo, me besa. Un beso voraz, hambriento y lleno de amor. Nos lleva hasta su cama, recostándome suavemente sobre mi espalda. Entreabro la boca cuando siento sus labios sobre mi cuello, descendiendo hasta más abajo. Me arqueó.
—Jake.
Mi gemido se ahoga cuando vuelve a subir a captar mis labios. Mis manos se meten por debajo de su camiseta, recorriendo su abdomen. Sonrío sobre su boca cuando noto el efecto que le hago. El deseo que tenemos es palpable. Cinco minutos después nuestra ropa yacía esparcida por el suelo. Jake recorre cada curva de mi piel mientras yo aprieto las sábanas. Jadeo al sentirlo. Hago lo mismo con él, besando cada centímetro de su piel hasta que no pudimos más y liberamos toda esa tensión, abrazados.
Junto nuestras frentes, aún encima de mí. Mi pecho sube y baja ante lo ocurrido. Dios, cuánto lo extrañaba.
Me da un beso en la frente antes de retirarse.
Cuando vuelve del baño se acuesta a mí lado y me abraza sobre la espalda. Apoyo mi cabeza en su brazo, satisfecha y feliz ante la tibieza de su cuerpo.
Solo había venido por la semana. Y lo aprovecharía lo máximo posible.
Mis ojos pesan.
Y creo que antes de dormirme lo oigo llamarme. Pero no estoy muy segura.
Ese día sueño con sus labios y con un «te amo».
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Tú, siempre (SIEMPRE #1)
Teen Fiction¿Qué pasa cuando el niño que solía molestarte de pequeña se va, pero ha vuelto luego de unos años? Y no como un niño, sino como todo un adolescente, donde los sentimientos juegan con uno. Así es la vida de Paris Boldman. Hace unos años cuando era...